Chávez pone al frente de Petróleos de Venezuela a un hombre afín a sus tesis
La renuncia del presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), Roberto Maldini, nombrado en febrero, fue consecuencia de su entrada en colisión con el vicepresidente, Héctor Ciavaldini, designado su sustituto, más proclive a la "politización" de la poderosa compañía estatal de 40.000 empleados, y contrario a algunos de los programas del ejecutivo dimisionario, con 39 años en el oficio. Ésta es la conclusión a la que llegan la mayoría de los analistas que se han pronunciado al respecto. Uno de ellos, Sergio Dahbar, cita la existencia en la petrolera de un frente revolucionario que ataca a la meritocracia en los ascensos, el neoliberalismo, y a los viejos cuadros con el objetivo de controlar la dirección de una corporación de cuyos ingresos depende Venezuela. Según Dahbar, ese grupo practica una retórica que evade la discusión más importante: un proyecto de inversión de 7.000 millones de dólares (cerca de 1,12 billones de pesetas). Maldini, que fue llamado por Chávez mientras ocupaba la dirección de la filial Citgo en EEUU, se opuso, según los análisis disponibles, a la depuración de los puestos clave por razones ideológicas, a la politización de la industria, y fue entonces enfilado por el entorno de Ciavaldini, asesor de Chávez en sus campañas electorales. Se le tildó de seguidor de las denostadas políticas neoliberales y fue citado en los pasillos de PDVSA como responsable de la permanencia en sus puestos de los viejos cuadros a batir, de una suerte de gabinete petrolero en la sombra afín al anterior presidente Luis Giusti, nombrado durante el gobierno de Rafael Caldera (1994-99).
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