Los pasos de una "muñequita de Berjusa"
El jerezano se marchó a Francia para aprender a caminar lejos de la mirada de la prensa
"Me fui a Francia con el Petete Correa" -cuenta Kiko- "a un pueblo que ni me acuerdo cómo se llama,para aprender a andar; porque ni yo ni los doctores queríamos que la gente me viera aquí con dos muletas. Entonces comenzábamos a las siete y media de la mañana, parábamos a comer y seguíamos hasta las seis de la tarde haciendo ejercicios de rehabilitación. Piscina, ejercicios de movilidad... Para caminar cuando volviese a Madrid, aunque más o menos. Porque lo que es un caminar, caminaba como una muñequita de Berjusa".A Kiko le operaron los dos tobillos el 8 de febrero pasado, para reconstruirle dos ligamentos destrozados. Fue un caso único, según el jefe de los servicios médicos del Atlético, José María Villalón. "Normalmente no se operan los tobillos a los jugadores de fútbol", explica Villalón. "El mayor problema fue el tobillo derecho; no existe ninguna experiencia a nivel mundial de una lesión de este tipo que se resuelva quirúrgicamente. Pero los traumatólogos consultados lo recomendaron. Y se aplicaron dos técnicas diferentes en cada tobillo. En el derecho se le hizo una reparación quirúrgica del ligamento lateral interno; se le adelantó un tendón tibial posterior para buscar mayor tensión, y estabilizar el tobillo. En el tobillo izquierdo, en el ligamento lateral externo, se le perforó el peroné de forma que amarre el tendón peroneo para evitar que el tobillo se mueva con facilidad".
Sin movilidad, ni músculos. Después de cinco semanas en una silla de ruedas, el futbolista que mejor dominaba el arte de mantener el equilibrio, apenas podía tenerse en pie. Habían transcurrido tres años desde su primer esguince de tobillo, al que sucedieron una serie ininterrumpida de lesiones que se hicieron crónicas. "Sufrió una esguince en 1996, jugando contra el Salamanca", recuerda Villalón. "Le quedó una secuela y en 1998 volvió a repetirse el esguince, con el resultado de una inestabilidad crónica residual. Esto se incrementó porque Kiko es muy longuilíneo, mide 1,89, tiene un peso importante, de 84 kilos, acorde con su altura".
Después de cinco semanas en la silla de ruedas, Kiko debió aprender a caminar. Y a mantener el equilibrio, parado en un solo pie, mediante ejercicios especiales. El preparador físico del Atlético le ayudaba a caminar, cogiéndole por la cintura: "Porque había perdido el sentido del equilibrio. Porque después de tanto tiempo sin que mi cerebro mandara información a los pies para moverlos... fue como si cortaras un cable. Igual que el frenar y el girar, eso lo pierdes. Tienes que apoyarte en un solo pie, empujarte, caerte...".
Cuando comenzó a trotar, Villalón le filmaba para corregir su progresión con especialistas en biomecánica que estudiaban las cintas. De paso, las imágenes animaban al paciente: "Es que yo cuando estoy corriendo no me siento bien. Y cuando me veo en la tele me veo mejor. No me veo cojo. Y eso me viene bien para ver la mejoría".
Si pudo evitarse o no la operación es cuestión sin respuesta fácil. Lo cierto es que durante meses, Kiko jugó en condiciones físicas deficientes: "He jugado muchas veces con el tobillo izquierdo mal. Pero tenía la misma facilidad para que se me pusiera como una bota como para recuperarme en dos días para estar jugando. Era un dolor que tenía asimilado. Sabía que tarde o temprano iba a pasar por el quirófano. Estaba aguantando; pero como ya me estropeé el derecho y lo escayolamos y no soldaba...".
Fuentes del club creen que Kiko fue obligado por Antic a jugar infiltrado. Él lo niega: "¡No!. Tengo muchos pelos en el cuerpo como para que me obliguen a eso. Yo he jugado con dolores porque yo sabía que el tobillo no estaba bien pero que no me impedía para jugar. Me decían: "¿Pinchado puedes jugar?". "Sí", decía. Y adelante. Pero nadie me obligaba. Porque si me obligaban los mandaba a tomar por saco".
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