'Hay que echarlos a todos'
Unos 50 colonos ocupan un inmueble para exigir al Ejército medidas de seguridad tras un atentado contra una pareja de judíos
Unos 50 colonos del asentamiento de Elí, situado entre las áreas autónomas de Ramala y Nablús, celebraron ayer un funeral en memoria de la joven pareja -Avi y Avital Wilensky- asesinada la semana pasada en una emboscada nocturna ocurrida en la carretera 60, que atraviesa Cisjordania de norte a sur. Tras colocar piedras, un ramo de flores y una bandera israelí, la mitad de ellos ocuparon de forma organizada un inmueble de dos pisos adyacente al lugar del atentado. Otra docena se distribuyó por los tejados de tres casas situadas al otro lado de la carretera, en señal de protesta por la relajación de las medidas de seguridad en la zona.
'Lo que queremos es que el Tsahal garantice nuestra seguridad mientras circulamos por esta carretera', reclama Lior Shtul, el titular del consejo de residentes de Elí (una especie de alcalde del asentamiento). 'Tal como han hecho alrededor de Gush Katif, lo que tienen que hacer aquí es cortar todos los árboles y demoler todas las casas que se encuentran a menos de 100 metros de distancia de ambos lados de la carretera', sugiere, 'de forma que si un terrorista quiere perpetrar un atentado, al menos no podrá acercarse a su objetivo sin ser visto'.
Desde el tejado del inmueble ocupado, Shtul evoca cómo antes de la Intifada había una cierta interacción entre las comunidades de Elí y la localidad palestina de Luben al Sharquía, de donde partió el asesino de los Wilensky. Sin llegar a mantener relaciones de buena vecindad, al menos había un respeto mutuo y unos mínimos contactos comerciales. Pero todo esto se vino abajo durante los últimos 22 meses, en que el pueblo ha sido objeto de varias redadas y puesto constantemente bajo toque de queda, dada su proximidad a la carretera.
'Yo sé que los terroristas no vinieron de Luben al Shaquía, pero lo que no puedo hacer es pasarme todo el tiempo guardando mi casa. Ellos también tienen que vigilar, de forma que los terroristas no sean capaces de llegar hasta este lugar', añade Shtul, quien asegura que 'si ellos no son capaces de prevenir los atentados, entonces deben comprender que van a pagar un precio por ello'. De la misma opinión es el jefe de seguridad del asentamiento cercano de Shilo, un estadounidense que afirma que 'el problema no es la gente, sino los terroristas', mientras monta guardia en la terraza ocupada.
Poco a poco, comienzan a llegar unidades de las fuerzas de seguridad israelíes. Y cuando el número de soldados y agentes prácticamente triplica al de colonos, el jefe de la operación exige que evacúen la zona, lo que provoca una airada respuesta. Tras varias amenazas de evacuación forzosa, los hombres, liderados por el rabino que ofició el funeral, entran en el interior de la casa y deciden salir por su propio pie. A cambio, consiguen que el Ejército se comprometa a poner un puesto militar en el cruce y a poner iluminación artificial a lo largo de varios kilómetros.
Sin embargo, tres mujeres del asentamiento de Kedumim, decidieron quedarse en el tejado, lo que obligó a una dotación de policías a permanecer con ellas hasta la puesta del sol. Desde la terraza, una cuarta, Jana Gofer, califica de 'ingratos' a los vecinos de Luben al Sharquía. 'Lo que tenemos que hacer es expulsarlos, echarlos a todos de aquí, pues después de lo que ha ocurrido ya no es posible otra solución', añade.
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