Chantaje a la televisión en Brasil

El secuestro del periodista Ghillerme Portanova y del camarógrafo de la cadena de televisión Rede Globo Alexandre Calado la madrugada del sábado, en São Paulo, por el Primer Comando de la Capital (PCC), ha alarmado a la clase política brasileña. Brasil ve en el gesto criminal de la organización mafiosa, que actúa dentro y fuera de las cárceles y que, desde el pasado mayo, ha puesto en prácticatres grandes embestidas contra la ciudad con cientos de ataques a objetivos militares y civiles y decenas de muertos y heridos, una subida de tono en la lucha contra la ciudad más importante del país.

Llevados probablemente a una favela, en un coche, con los ojos vendados, el periodista y el camarógrafo estuvieron todo el tiempo dentro del coche en el interior de un garaje. Los mafiosos liberaron primero a Calado, a quien entregaron un vídeo de tres minutos con una proclama contra los presuntos malos tratos que reciben los presos en las cárceles y le advirtieron que si la Rede Globo no emitía la cinta, matarían a Portanova.

La Rede Globo se vio entonces entre la espada y la pared. La noche del sábado, las autoridades policiales de São Paulo aconsejaron a los responsables de la cadena que no transmitiesen el vídeo. La emisora se puso entonces en contacto con varias instituciones internacionales especializadas en resolución de secuestros, y tomó la decisión de emitirlo, a la una de la madrugada, ante el temor de poner en riesgo la vida del periodista. Veinticuatro horas después de la transmisión de la proclama, leída por un hombre encapuchado, Portanova era liberado.

Campaña electoral

Este nuevo acto criminal del Primer Comando de la Capital ha llegado en un momento delicado, en vísperas de unas elecciones legislativas y presidenciales cuya campaña en radio y televisión comienza hoy. El ex gobernador del Estado de São Paulo, Gerardo Alckmin, candidato en las presidenciales, definió ayer el secuestro de los dos trabajadores de Rede Globo como un "crimen político". La oposición afirma que existen sospechas de que estos actos quieren desestabilizar el Estado de São Paulo, el mayor distrito electoral del país, donde Alckmin gana aún al presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Está en curso un duro combate entre el actual gobernador de São Paulo, Cláudio Lembo, del opositor Partido da Frente Liberal (PFL), y el Gobierno. Mientras Lula insiste en ofrecer el Ejército para patrullar las calles de la ciudad, el gobernador cree que ésa no es la misión de las tropas, que deberían actuar en las fronteras del país contra el tráfico de armas y drogas. El Gobierno de São Paulo teme que aceptar el ofrecimiento del presidente sea una demostración de fracaso de su propia policía, que con 150.000 hombres está considerada como la mejor preparada del país.

Para otro de los candidatos a la presidencia, el ex ministro de Educación e intelectual Cristovam Buarque que, tras abandonar el Partido de los Trabajadores (PT), se presenta en las listas del izquierdista Partido Democrático de Brasil (PDT), el país está entrando en la dinámica de guerrillas que vive Colombia, y acusa al presidente Lula de estar preocupado sólo por su reelección y de haber estado "de brazos cruzados durante cuatro años".

La Rede Globo recibió ayer la solidaridad de todos los medios de comunicación y del Colegio de abogados de Brasil. En un comunicado emitido por la cadena se afirmó que los mafiosos no conseguirán "encadenar la libertad de expresión" y que los medios de comunicación no cederán a los chantajes del PCC y continuarán ofreciendo a la sociedad todas las informaciones en plena libertad.

Para el Ministerio Público, el secuestro de los trabajadores de la Rede Globo fue una "acción terrorista y cobarde". "Si es guerra, debemos actuar como en una guerra", dijo ayer el promotor de justicia Raúl Godoy, del Ministerio Público de São Paulo.