Las autoridades de EE UU advierten de que la crisis financiera no ha tocado fondo
El precio de la vivienda en Florida, California y Arizona cae como en la Gran Depresión de 1929
Los datos hablan por sí solos y muestran una realidad muy dura para bastantes familias estadounidenses, que aprovecharon los bajos tipos de interés para invertir en un hogar. Hoy se calcula que en EE UU hay dos millones de propietarios a punto de perder sus hogares porque no son capaces de soportar las nuevas condiciones que imponen los bancos. El epicentro del terremoto está en los Estados de Florida, California y Arizona, donde muchos se apresuran a vender sus viviendas para cubrir deudas y vivir en alquiler con el efectivo que les quede.
La mayoría contrataron con sus bancos unas hipotecas conocidas como subprime o de alto riesgo. Son préstamos que se concedieron a individuos con un historial de crédito dudoso, cuando los tipos de interés estaban por los suelos. Otros engañaron a los bancos sobre sus ingresos reales. Las entidades hipotecarias, entretanto, revendían el riesgo vinculado a estas hipotecas y lo colocaban en paquetes en el mercado de bonos garantizados, atrayendo inversiones de los grandes bancos de Wall Street.
Surgieron así dos burbujas, una vinculada al mercado inmobiliario y otra al crédito. Y con los primeros síntomas de recesión en el sector de la vivienda y el alza de tipos de interés llegaron los problemas. "El sector de la vivienda creó una gran actividad económica y empleos en su entorno, y ahora se ha revertido el proceso", señala Paul Kasriel, antiguo economista de la Fed. Los bancos empezaron a revisar las hipotecas y los propietarios comenzaron a dejar de pagar las cuotas mensuales, que con las penalizaciones por los retrasos empezaron a duplicarse o incluso triplicarse. Y comenzó la espiral.
Los precios de la vivienda están cayendo ahora a un ritmo que no se veía desde los años de la Gran Depresión de 1929. La explosión de la primera burbuja inmobiliaria se unió a la del crédito y salpicó a los grandes bancos, como explican desde Global Insight. Los expertos hablan de la creación de un efecto "pinza", en el que se encuentran atrapadas ahora las grandes entidades financieras que apostaron por este mercado subprime durante el boom, como los hedge funds de Bear Stearns.
En medio de esa doble burbuja quedaron también atrapados los grandes bancos extranjeros, atraídos en años pasados por los productos financieros estadounidenses. Es el caso de la entidad francesa BNP Paribas. Ello explica que la crisis en EE UU esté salpicando a Europa y Asia. "Muchos bancos internacionales, especialmente los europeos, optaron por invertir en mercados de deuda como el de las hipotecas subprime y ahora están sufriendo las consecuencias", afirman desde Global Insight. Stefan Best, analista de Standard & Poors, anticipa que los bancos de inversión dentro y fuera de EE UU incurrirán en pérdidas en sus carteras. Aunque no cree que vaya a ser motivo suficiente para afectar a la calidad de crédito en la industria financiera en su conjunto. Es más, cree que esta corrección "llevará a una evaluación del riesgo más racional". Pero advierte de que el proceso de ajuste llevará tiempo.
El secretario del Tesoro, Henry Paulson, es el primero en reconocer que se cometieron "excesos" durante el periodo de bonanza y advierte de que pasará aún un tiempo antes de que se resuelvan los problemas. El mercado hipotecario se estima en unos 10,9 billones de dólares, de los que en torno a un 12% se consideran hipotecas de alto riesgo, según datos de Inside Mortgage Finance. "No puedo negar la gravedad del problema", decía Paulson en una entrevista con la cadena CNBC, pero a renglón seguido recordaba que la volatilidad es algo normal del mercado y destacaba la solidez de la economía para capear el temporal.
La reacción del BCE y de la Fed fue, sin embargo, la de proporcionar liquidez al sistema financiero para hacer ver a los inversores que hay efectivo circulando. El problema es que se desconoce el impacto real de la crisis. Josh Rosner, de la firma de analistas neoyorquina Graham Fisher, señala en este sentido que "no existe un modelo para explicar lo que está sucediendo en la industria inmobiliaria y en la hipotecaria". Por eso cree que se debe dar una oportunidad a la Fed para que gestione las turbulencias como crea oportuno.
Los analistas coinciden en que la volatilidad en el mercado es severa, incluso cuando los fundamentales de la economía son buenos. La Reserva Federal, entretanto, insiste en que el problema está aislado y cree que no hay motivos para el pánico. "Los mercados querían liquidez y la Fed se lo está dando", añade Don Luskin, de Trend Macro Investment, que califica de correcta la estrategia seguida hasta ahora por el banco central estadounidense. "Bajar tipos sería gran un error y lanzaría el mensaje de que la Fed también está dominada por el pánico", remacha.
Lo mismo se opina desde Goldman Sachs, donde se asegura que no hay elementos para una recesión. Para el caso europeo, la reflexión de Erik Nielsen, uno de sus analistas, es que "no hay duda de que el BCE entiende la presente turbulencia como resultado de una política de dinero barato durante demasiado tiempo". Robert DiClemente, analista de Citigroup, es menos optimista y opina que la conjunción de turbulencias y un mayor deterioro del mercado inmobiliario obligarán a la Fed a modificar su estrategia monetaria.
Una mirada al pasado
El estallido de la burbuja de crédito por la crisis hipotecaria en EE UU está obligando a los analistas a mirar a crisis financieras pasadas, para entender lo que pasa o anticipar lo que está aún por llegar.
Si se observa la evolución de las últimas semanas del índice Dow Jones, el indicador por excelencia de Wall Street, la curva que muestra es casi calcada a la del colapso vivido en el año 1987.
Otros tienden a mirar más hacia la crisis de las puntocom, las compañías que nacieron al calor del boom tecnológico y de Internet. Porque los dos eventos coinciden en una cosa: en los abusos financieros cometidos.
Sin embargo, como señala John Brady, de la firma de analistas MF Global, la crisis que se vive actualmente en el mercado no es comparable con episodios pasados porque, según explica, se trata simplemente de un problema de crédito. "Los fundamentales económicos son buenos", reitera, por eso no cree que la Reserva Federal (Fed) tenga que revisar a la baja los tipos de interés para salir en auxilio de los inversores.
"Hay otras armas en el arsenal para dotar al mercado de la liquidez que necesita", remacha Brady.
La mayor similitud con hechos y crisis pasadas, como coinciden en señalar los expertos, se encuentra con las turbulencias que ocasionaron el derrumbe del hedge fund Long Term Capital Management (LTCM), en el año 1998.
El fondo, en cuya gestión participaban varios premios Nobel en Economía, perdió en apenas cuatro meses más de 4.600 millones de dólares (3.360 millones de euros).
La crisis en esta lucrativa industria, que se vio agravada por la tormenta financiera en Asia, hizo temer lo peor en Wall Street.
En estas tres ocasiones, el entonces presidente del banco central estadounidense, Alan Greenspan, optó por bajar los tipos de interés para apoyar al mercado y contener la crisis, lo que eleva la presión sobre su sucesor, Ben Bernanke, para que actúe cuanto antes.
En el mercado de bonos de Chicago se barajan un 75% de posibilidades de un recorte en el precio del dinero en septiembre, si no llega antes de que acabe el mes de agosto. Sin embargo, apuntan que ahora hay otros instrumentos financieros para hacer frente a la volatilidad.
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