Huckabee gana en el erial republicano
La victoria en Iowa le convierte en un serio aspirante, pero no aún en el favorito
La única similitud entre la victoria de Barack Obama y la de Mike Huckabee en los caucuses del Partido Republicano en Iowa, al margen de que ambos son los más jóvenes de cada bando, es el terremoto que ambos representan dentro de sus propios partidos. Huckabee describió su triunfo como "un nuevo día en la política americana".
A su manera, Huckabee, que ganó en Iowa con nueve puntos de ventaja sobre Mitt Romney (34% frente a 25%), es un soplo de aire fresco para los republicanos. Aunque en este caso no se trate de un partido con el impulso de la victoria y la perspectiva del éxito sino de un partido dividido y confundido después de ocho años de George W. Bush.
El ex gobernador de Arkansas logró la proeza de adelgazar casi 50 kilos
Tiene todavía que convencer a los votantes de que no es una moda
Huckabee es aire fresco porque, pese a su ideología muy conservadora y la carga de valores espirituales que arrastra -es un pastor de la iglesia evangélica-, no es parte de la maquinaria del partido ni ésta contaba con la posibilidad de su victoria.
Aunque fue gobernador de Arkansas, Huckabee era más conocido en EE UU por la proeza de haber conseguido bajar casi 50 kilos y pasar de ser un obeso a un corredor de maratón. Creció de la noche a la mañana en las encuestas de Iowa con un discurso sencillo, algo populista, desconocedor de los asuntos internacionales, pero con la cualidad de ser distinto.
Su triunfo, a diferencia del de Obama, tiene mucho que ver con las características particulares de los votantes republicanos de este Estado y deja gran cantidad de dudas abiertas sobre el futuro de la campaña de este partido y sobre el nombre de su candidato presidencial.
De los cerca de 110.000 que acudieron a votar en los caucuses republicanos en Iowa, más de un 60% se definía como evangélicos o cristianos renacidos. Un 56% manifestaba que la religión de su candidato constituyen un aspecto muy importante a la hora de decidir su voto. Era, por tanto, un terreno abonado para un hombre de iglesia que, al mismo tiempo, servía para frenar a otro candidato con biografía religiosa, Mitt Romney, un mormón que despierta todavía serias suspicacias entre los cristianos conservadores.
Una victoria es una victoria y Huckabee es ahora un aspirante a tener seriamente en cuenta. Pero para convertirse en favorito a la denominación de su partido necesita mucho más. Necesita, de entrada, ganar o estar cerca de la victoria el martes en New Hampshire, un Estado menos conservador que Iowa, en el que el peso de la religión y los valores morales es mucho menor y en el que, además, de a Romney, tendrá que medirse a otros rivales de peso, como John McCain y Rudy Giuliani.
Giuliani no competía en Iowa. Pero McCain obtuvo un excelente 13% de los votos, un puñado menos que el actor Fred Thompson, y confirmó el buen momento en el que se encuentra. Las encuestas lo colocan como favorito en New Hampshire, donde hay que contar con Thompson, con Romney y con Ron Paul, un curioso personaje que representa a un anarquismo conservador que pretende cerrar todas las bases militares y jibarizar el Estado.
Huckabee llega a New Hampshire con la atracción por lo nuevo y el candor de su figura. Eso es bastante. Pero para ganar allí necesitará mucho más. Necesitará, por ejemplo, dinero. Su campaña ha sido hasta la fecha tan modesta como sus recaudaciones. Su victoria aquí puede atraer de repente a nuevos donantes, aunque quizá eso sea muy poco y llegue muy tarde para contrarrestar la fuerte inversión hecha por otros.
Pero, más importante aún que el dinero es el proyecto. Huckabee tiene todavía que convencer a los votantes de que no es una moda o un ejemplo del desconcierto en las filas republicanas. Su éxito, a diferencia de Obama, no está acompañado de un movimiento político que lo explique. Su victoria se interpreta todavía más como el fracaso de sus contendientes que como su triunfo. Más que de sus propias cualidades, el éxito de Huckabee es la prueba del vacío de liderazgo dentro de las filas republicanas.
IMPUESTOS. Objetivo: acabar con los impuestos federales
Huckabee propone reemplazar los impuestos federales y las tasas sobre las ventas por una especie de impuesto sobre el valor añadido. Para compensar a los más pobres por este cambio de los impuestos sobre la renta a otros lineales, ofrecerá descuentos mensuales para paliar su efecto entre los más desfavorecidos. Los analistas han calificado el programa económico del ex gobernador de Arkansas de "populismo económico".
INMIGRACIÓN. Rechaza la amnistía para los ilegales y pide mano dura
Huckabee rechaza cualquier tipo de amnistía para los inmigrantes sin papeles que se encuentran ilegalmente en el país y se opone a que puedan obtener el carné de conducir (en Estados Unidos equivale al documento nacional de identidad). El candidato republicano propone mano dura para hacer frente a este fenómeno: los inmigrantes que entren ilegalmente en Estados Unidos deben ser detenidos, procesados y deportados.
IRAK. El incremento de tropas ha mejorado la seguridad
El candidato republicano se opone a establecer y anunciar un calendario para la retirada de las tropas. Está convencido de que el incremento del número de soldados a comienzos de 2007 ha tenido un efecto positivo en la seguridad y que está ayudando a promover la reconciliación entre los iraquíes. Huckabee ha sido muy crítico con la política exterior de la Administración de Bush, que califica de "mentalidad de búnker arrogante".
CAMBIO CLIMÁTICO. Apoya la reducción de las emisiones de carbono
Apoya los recortes en las emisiones de carbono, pero no específica su cuantía. Desea una mejora en el consumo de gasolina de los automóviles. Por ello establece un objetivo para 2020: que con cada galón (3,74 litros) de gasolina se pueda recorrer 35 millas (56 kilómetros). Huckabee favorece las energías alternativas y la independencia energética de EE UU, demasiado dependiente del petróleo, pero no ofrece propuestas concretas.
COMERCIO. La lucha contra la competencia desleal como prioridad
En comercio, el ex gobernador de Arkansas se compromete a luchar contra la competencia desleal que cuesta puestos de trabajo en Estados Unidos, pero apoya los beneficios de la globalización que podría convertirse en "una bendición" porque reduce los precios de los bienes de consumo. Coincide con Obama en la necesidad de frenar a China, que manipula la cotización de su moneda para favorecer sus exportaciones.
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