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Elecciones en Suecia

La derecha afianza su poder en Suecia

La coalición conservadora renueva mandato y los ultras entran en el Parlamento - La otrora poderosa socialdemocracia sufre su peor revés desde 1920

Andrea Rizzi

Suecia se escora a la derecha. La buena gestión económica del Gobierno de Fredrik Reinfeldt y su proyecto de reforma moderada del Estado de bienestar han convencido a los suecos para que concedan por primera vez en su historia un segundo mandato consecutivo a la coalición conservadora-liberal.

La Alianza para Suecia obtuvo un 49% de los votos frente al 43% del bloque progresista. Pese a haber mejorado en un punto su resultado de 2006, la Alianza se quedó a tres escaños de la mayoría absoluta a causa de la irrupción de la derecha xenófoba de los Demócratas Suecos en el Parlamento de Estocolmo. Al superar por primera vez el requerido umbral del 4%, el partido antiinmigración participará en el reparto de escaños, reduciendo así la cuota de los demás.

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Los gobiernos en minoría han sido frecuentes en Suecia en las últimas décadas. La arquitectura constitucional del país escandinavo facilita la tarea y establece procedimientos de votación especiales para aprobar medidas en el área del gobierno económico. En otros sectores, sin embargo, la necesaria búsqueda de consensos puntuales será esta vez algo más complicada. En la campaña, Reinfeldt excluyó colaborar con los Demócratas Suecos. Anoche, anunció que tenderá una mano a los verdes, pero estos pertenecen al bloque progresista y la negociación será difícil.

La jornada marcó la debacle de los socialdemócratas -en el poder en Suecia durante 65 de los últimos 78 años- que lograron un 30,8% de los votos, su peor resultado desde 1920, aparentemente incapaces de ofrecer soluciones que convenzan a la nueva clase media sueca. Incluso en este país, uno de sus grandes feudos, el progresismo europeo parece mostrarse fuera de sintonía con los tiempos modernos.

En la Alianza para Suecia, compuesta por liberales, democristianos, centristas y el Partido Moderado de Reinfeldt, esta última formación obtuvo el 30% de los sufragios. Un 82% de los siete millones de ciudadanos convocados a las urnas acudió a votar.

La economía ha sido el gran punto de fuerza de la campaña conservadora. Reinfeldt logró durante su primer mandato aligerar la presión fiscal -manteniendo el déficit público bajo control- y estimular una salida de la crisis más consistente que sus socios de la UE. Suecia marcha hacia un crecimiento del PIB del 4,5% este año, y se prevé otro 3% para el siguiente. El paro, del 8%, más alto que de costumbre, está sin embargo en descenso.

Estos datos y la promesa de seguir reduciendo los impuestos a los trabajadores, de avanzar en las privatizaciones del importante parque empresarial público y de contraer prudentemente el perímetro del generoso Estado de bienestar sueco han convencido.

En el colegio electoral de la céntrica plaza Sergels de Estocolmo, Maria Nelson, treintañera empleada de H&M, resumía bien los sentimientos generalizados entre el electorado del bloque burgués tras depositar su papeleta. "Creo que el Gobierno de Reinfeldt ha gestionado bien las finanzas, se ha mantenido cohesionado y ha adoptado políticas favorables a la creación de empleo. Creo que también es positiva su voluntad de estimular con una patadita en el trasero aquellos sectores de la población que tiran demasiado de la protección social".

Poco antes, en el mismo colegio, el conductor de autobuses Lars Janson, de 63 años, justificaba su voto para la socialdemocracia considerándolo una manera de defender la cohesión social, expresando un anhelo típico de esa parte del electorado.

El bloque progresista ha mantenido durante la campaña el clásico perfil de paladín de la redistribución de la riqueza, ha acusado al Gobierno de agudizar las distancias sociales, ha prometido volver a introducir el impuesto patrimonial y ha rechazado privatizaciones y ventajas fiscales a los trabajadores. Ha fallado a la hora de conectar con una clase media que ya no está dispuesta a sostener un Estado de bienestar gigantesco. La presión fiscal del Estado, que bajó del 52% del PIB en el año 2000 al 46% actual, sigue siendo la segunda más alta de la OCDE.

Los socialdemócratas han sufrido también por la imagen poco carismática proyectada por su candidata, Mona Sahlin. La dirigente, de 53 años, fue además elegida como líder tras en un proceso cerrado, en el que no hubo candidatos alternativos ni competición abierta entre diferentes plataformas. Muchos creen que este proceso engendró un liderazgo frágil.

Los Demócratas Suecos lograron la ansiada hazaña: 20 escaños en el Riksdag y un 5,7% de los votos, gracias a un discurso populista que ha capitalizado el malestar de sectores de la sociedad ante la inmigración. Un 14% de los 9,3 millones de residentes en Suecia ha nacido en el extranjero. Otro 6% lo ha hecho en Suecia, pero sus padres son extranjeros. Suficiente, al parecer, como para que la ola de la xenofobia llegue hasta las históricamente tolerantes y civilizadas costas suecas.

El candidato de la extrema derecha, Jimmie Åkesson, celebra el resultado de las elecciones en las que su partido, los Demócratas Suecos, obtuvo el 5,7% de los votos.
El candidato de la extrema derecha, Jimmie Åkesson, celebra el resultado de las elecciones en las que su partido, los Demócratas Suecos, obtuvo el 5,7% de los votos.
Seguidores del partido de extrema derecha, los Demócratas Suecos, celebran el resultado de las elecciones en las que obtuvieron el 5,8% de los votos.
Seguidores del partido de extrema derecha, los Demócratas Suecos, celebran el resultado de las elecciones en las que obtuvieron el 5,8% de los votos.AFP

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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