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La banca acepta mantener el crédito a Pescanova para no ahogar a la empresa

Damm presiona por escrito al presidente de la pesquera y le exige las cuentas

Una operaria de la fábrica de Pescanova en Chapela, en la localidad pontevedresa de Redondela, lee un comunicado de los trabajadores en apoyo a la dirección de la empresa
Una operaria de la fábrica de Pescanova en Chapela, en la localidad pontevedresa de Redondela, lee un comunicado de los trabajadores en apoyo a la dirección de la empresa

El presidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa, recibió ayer un largo burofax de uno de los accionistas más significativos, (Damm, representado por José Carceller), en el que le exige numerosa información sobre las cuentas, la situación patrimonial de la firma y el agujero de unos mil millones que la contabilidad oficial no refleja. Le insta a que convoque “urgentemente”, un consejo de administración y que le comunique la fecha de la próxima junta de accionistas. Según fuentes del consejo, la comunicación, de seis páginas, utiliza un tono muy duro con la gestión que ha pilotado De Sousa, atacado por Carceller por mentir a la CNMV sobre la última reunión. La empresa catalana, uno de los accionistas más beligerantes con la política del presidente de la multinacional, confirmó el envío de la carta.

Paralelamente la guerra continuó ayer en el plano financiero. Pescanova se reunió con los mayores bancos acreedores y una cosa quedó clara: la empresa, en preconcurso de acreedores, sigue sin saber qué deuda tiene y reconoció que no tendrá los datos hasta que su auditora, BDO, le presente un mapa del pasivo. La incertidumbre se dilatará probablemente otros diez días. A partir de ahí la banca estudiará cómo refinanciar el pasivo para evitar el concurso de acreedores. Como novedad, ayer por primera vez fue el director financiero quien habló con la banca acreedora. Solicitó a las entidades que no ahoguen a la empresa mientras buscan una salida. Los bancos, por su parte, se comprometieron a mantener las líneas de crédito abiertas a Pescanova y sus filiales.

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La desconfianza sobre la empresa de alimentación, cuyas acciones siguen suspendidas en Bolsa, es enorme. Las entidades mantendrán el circulante a la compañía, porque, según otras fuentes, “si se queda sin dinero para su funcionamiento se hundirá del todo” y eso provocaría que también los acreedores salieran perjudicados. La banca propuso que en el proceso de negociación actúe como asesora financiero KPMG y como asesor legal el despacho Freshfields. Lo que más preocupa a los acreedores es que el tiempo corre en contra de la firma gallega: presentaron el preconcurso de acreedores el 1 de marzo y ya han perdido 20 días de los cuatro meses que tienen de margen para evitar el concurso sin aclarar su agujero.

En Galicia trabajan más de 1.000 empleados de los 10.000 que tiene la firma. Para entender cómo se vive la crisis por dentro no hay mejor ejemplo que lo sucedido ayer en la factoría de Vigo, donde está la sede central de Pescanova. Sin aceptar preguntas ni hacer declaraciones, dos operarias leyeron un comunicado para expresar el total “apoyo” y “confianza” de la plantilla en la dirección de la empresa. Lejos de pedir explicaciones al equipo directivo, con el que no se han reunido, cargaron contra supuestas “campañas interesadas”, que ponen “en peligro”, sus empleos.

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