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Armani después de Armani: ¿puede una empresa sobrevivir a su mito?

El mítico diseñador, que está a punto de cumplir 90 años, ha confeccionado un plan para el futuro de la compañía cuando él ya no esté. Accionista único y sin hijos, no descarta una posible salida a Bolsa

Giorgio Armani tras el desfile de su colección de alta costura el pasado julio en París.
Giorgio Armani tras el desfile de su colección de alta costura el pasado julio en París.Pascal Le Segretain (Getty Images)

Giorgio Armani concibe la gestión empresarial de su marca del mismo modo que la confección de sus exclusivos trajes. Cada arista del imperio textil lleva la huella personal de su fundador, que siempre ha ejercido un férreo control sobre su criatura y que siempre ha elaborado el plan financiero de la compañía con el mismo esmero que sus colecciones. Con ese afán, el rey de la moda italiana, que cumplirá 90 años en unos meses, consejero delegado y accionista único de la empresa que lleva su nombre, ha confeccionado al detalle las normas que regirán la compañía cuando él ya no esté al frente.

El diseñador, que ha convertido la independencia frente a los grandes conglomerados de lujo en una de sus obsesiones, ha reconocido que no descarta ninguna opción a largo plazo, incluidas la cotización en Bolsa o una fusión con un rival más grande, cuando deje los mandos de su grupo. El veterano diseñador ha explicado en una entrevista reciente con la agencia Bloomberg que no cierra la puerta a ninguna opción: “Lo que siempre ha caracterizado el éxito de mi trabajo es la capacidad de adaptarme a los tiempos cambiantes”.

La independencia de Armani es una rara avis en el negocio de la moda actual, caracterizado por las fusiones y las adquisiciones. La industria del lujo italiana está marcada por la incertidumbre sobre el futuro. Algunas empresas han conseguido mantener su autonomía y siguen controladas por la familia propietaria como Moncler, Prada o Salvatore Ferragamo, pero otros gigantes del made in Italy como Gucci, Versace o Valentino han sucumbido a los grandes grupos extranjeros. En las últimas dos décadas, numerosas firmas italianas han pasado a manos de colosos franceses. Como el poderoso LVMH, que acumula 76 marcas renombradas de todo el mundo, entre ellas Fendi, Bulgari o Loro Piana. O su rival, el grupo Kering, propietario también de Gucci, Bottega Veneta y del 30% de Valentino.

Pero encajar Armani en otro conglomerado del lujo resultaría complicado. “Actualmente es la hipótesis menos probable, aunque en este sector todo es posible. La autonomía y la independencia siempre han sido los valores fundamentales de la gobernanza de Armani. Además, el grupo es complejo, opera en la alta costura pero también posee la línea Armani Exchange; no es el típico modelo de negocio de las marcas de lujo de los conglomerados franceses. No obstante, la venta siempre podría ser una opción en caso de que resulte difícil identificar una sucesión adecuada en el negocio y la gestión”, explica Stefania Saviolo, catedrática de la Universidad Bocconi de Milán.

Armani, que comenzó la carrera de Medicina con el objetivo de convertirse en cirujano, fundó la firma de moda de lujo en 1975 junto al arquitecto Sergio Galeotti, fallecido en 1985. En este tiempo, con Armani siempre al timón, la firma no ha dejado de crecer, hasta convertirse en el imperio que es hoy en día, reconocido en todo el mundo, con diferentes líneas de moda, desde la alta costura al prêt-à-porter; accesorios, perfumería o cosmética en su cartera, con más de 2.200 tiendas en 80 países y con una plantilla que supera los 9.000 empleados. Armani, que ha vestido a las estrellas de Hollywood dentro y fuera de la pantalla, defensor de que la ética y la estética deben ir de la mano, transformó su nombre en un icono del estilo italiano, en sinónimo de elegancia y buen gusto. En 2022 (aún no se conocen las cuentas del año pasado) facturó 2.350 millones de euros, un 16% más que el año anterior.

Saviolo destaca que Armani es una realidad única tanto en el plano estilístico como en el empresarial: “El Grupo Armani posee una identidad estilística única, muy coherente y reconocible. Además, ha sido capaz de construir un grupo en el segmento de gama alta que fue pionero en integrar el aspecto industrial, el comercio minorista y las licencias duraderas y de gran éxito (con L’Oréal, licencia renovada hasta 2050, y con Luxottica, licencia renovada hasta 2038)”.

Giorgio Armani posee el 99,9% de la marca y el 0,1% restante está en manos de la Fundación Armani. Encontrar un sustituto o un heredero para una leyenda de la moda no es tarea sencilla. El diseñador no tiene hijos, aunque varios familiares forman parte de la junta directiva de la compañía.

Guardia pretoriana

Él mismo ha reconocido que no tiene en mente un único sucesor. Más bien apuesta por que sea un grupo de colaboradores de confianza el que llene el vacío de poder cuando salga de escena. Forman parte de él sus sobrinas Silvana y Roberta Armani y su sobrino Andrea Camerana o Leo Dell’Orco, el brazo derecho del maestro de la moda desde hace más de 40 años. Han sido elegidos y formados por el propio Armani para dirigir la empresa en el futuro y conservar los valores de la marca. Los expertos aplauden esta estrategia. “La solución más deseable es la de la continuidad marcada por los principios que siempre han guiado al fundador: independencia, crecimiento prudente, respeto de los valores y visión estilística más allá de las modas del momento”, señala Saviolo.

El grupo elegido por el diseñador deberá valorar opciones financieras como la cotización en el mercado de valores. Giorgio Armani ha tratado de dejar todos los cabos atados. Un documento interno de la empresa filtrado por el diario Corriere della Sera menciona un plan para salir a Bolsa al menos cinco años después de que se concrete la sucesión y que solo podrá ejecutarse con el apoyo del 75% del futuro consejo de administración.

En el programa también se detallan algunas costumbres que deberán conservarse cuando Armani no esté: “Un nivel adecuado de inversión, gestión financiera equilibrada, reinversión de los beneficios, diversificación y segmentación de las distintas marcas de la empresa, atención a la innovación, a la excelencia, a la calidad y al refinamiento del producto, enfoque prudente de las adquisiciones y sólo para desarrollar competencias que no existen internamente”.

La eventual salida a Bolsa ha sido muy comentada en los últimos meses. Los analistas hablan de “éxito asegurado” para un coloso que hasta ahora ha sabido resistir las fluctuaciones económicas globales. Los analistas, comparando las cifras de la empresa con las de sus rivales que ya cotizan como Moncler, consideran que la capitalización de Armani en el mercado rondaría los 5.000 millones de euros, lo que multiplica al menos por 30 sus beneficios —que en 2022 fueron de 162 millones de euros—.

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