La difteria es el garrotillo
Tal palabra evocaba el “garrote vil”, con el que se ejecutaba mediante estrangulamiento a villanos y plebeyos
La palabra “difteria” ha circulado de nuevo por España tras fallecer de esa enfermedad un niño de Olot (Girona) a quien sus padres habían decidido no vacunar. Este término médico significa en griego “membrana” (el tejido que se inflama en la garganta), comienza a usarse en español durante el siglo XIX y se incorpora al Diccionario en 1884.
Pero tan grave mal recibía desde al menos dos siglos antes una denominación más popular y descriptiva: “garrotillo”. Tal palabra evocaba el “garrote vil”, con el que en la antigüedad se ejecutaba mediante estrangulamiento a villanos y plebeyos (de ahí lo de “vil”), y en el siglo XX incluso a revolucionarios políticos.
El vocablo “garrotillo” aparece ya en textos y diccionarios del siglo XVII, y la Academia lo incluye en la primera de sus ediciones (1734) con esta definición: “Enfermedad de la garganta por la hinchazón de las fauces, que embaraza el tránsito del alimento, o la respiración”. Y ahora encontraremos ésta similar (con la marca de “poco usada”): “Difteria grave u otra forma de angina maligna que solía producir la muerte por sofocación”.
Según Jardiel Poncela, “la medicina es el arte de acompañar al sepulcro con palabras griegas”
Galdós o Roa Bastos, por ejemplo, utilizan “garrotillo” en sus obras, tan distantes en tiempo y espacio. Y su uso se puede documentar también en la película El tigre de Chamberí (1957): el boxeador protagonista (José Luis Ozores) sufre en ella un tremendo canguelo antes de subir al cuadrilátero y explica que siente como una bola en la garganta. Frente a lo que cabría pensar sobre eso que metafóricamente tiene el púgil a la altura de la corbata, su enamorada vecina (Juana Ginzo) exclama: “¡Es el garrotillo!”.
El vocablo pervive en el rico lenguaje rural y en refranes como “lo mismo da morir de moquillo que de garrotillo” (que se emplea cuando un daño ya está hecho y no habrá más pérdidas por él). Y quizá se fue olvidando en las ciudades porque la medicina eligió un término más culto. La voz “difteria” suena científica, y eso transmite la sensación de que los médicos ya han estudiado ese mal y disponen de soluciones (entre ellas, la vacuna). “Garrotillo”, en cambio, sólo representa una terrible descripción de los efectos de esa enfermedad que estrangula con saña.
Según el escritor español Enrique Jardiel Poncela (tomo la cita de Fernando Polanco en el Manual de escritura académica y profesional, dirigido por Estrella Montolío; Ariel, 2014), “la medicina es el arte de acompañar al sepulcro con palabras griegas”. Esas palabras griegas, en efecto, visten el pensamiento médico y se nos presentan muy tranquilizadoras, envueltas en sus batas blancas. Pero quién sabe si unos padres que deciden no vacunar a su hijo de difteria cambiarían de actitud si fueran conscientes de que en realidad se trata del garrotillo.
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