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Oleguer Presas: “Necesité alejarme del fútbol durante un tiempo”

El exjugador del Barça cuestiona los peajes de la élite y denuncia los actuales modelos de formación: “No se tiene en cuenta a los niños”. Ahora fomenta un proyecto socio-futbolístico para jóvenes en Sabadell

Oleguer Presas FC Barcelona
Oleguer Presas, exfutbolista del FC Barcelona, en el exterior del antiguo cuartel de la Guardia Civil de Sabadell.CRISTÓBAL CASTRO
Bernat Coll

Oleguer Presas (Sabadell, 42 años) se hartó y se fue. Ni rueda de prensa con lágrimas ni un último partido de homenaje con ovación desde la grada. Tenía 31 años, acabó su contrato con el Ajax y descartó cualquier otra propuesta. Adiós. Nunca en el siglo XXI un futbolista titular en una final de la Champions había colgado las botas tan pronto por decisión propia. “Había cosas del fútbol de élite que me incomodaban”, explica. Habla de la exposición mediática, de la rutina deportiva y de vivir fuera de casa. Quería pasar página. “Hacer otras cosas”. Tras unos años alejado del foco mediático, impulsa desde 2018 en Sabadell (Barcelona) un proyecto socio-futbolístico para niñas y niños que busca dejar fuera del circuito formativo la “toxicidad” de la competición.

Quizás el mayor éxito de Oleguer fue haber sido futbolista antes de Twitter. Su llegada al primer equipo del Barça aceleró la polarización alrededor de su fútbol y sus ideas: Oleguer se convirtió sin quererlo en un patriota en Cataluña y en un rebelde en España llamado Olegario según un speaker del Benito Villamarín. Debutó en 2002, cuando Jordi Pujol aún era presidente de la Generalitat y Esquerra era el único partido independentista en el Parlament, con el 8,8% de los apoyos. Defendió la oficialidad de las selecciones deportivas catalanas, se implicó en causas socio-políticas en Sabadell contra el exalcalde Manuel Bustos, rechazó jugar con la selección española de Luis Aragonés y arremetió contra la independencia del sistema judicial español por el caso De Juana Chaos en un artículo publicado en La Directa y Berria. Oleguer quería ser un joven que hacía cosas de jóvenes y que jugaba a fútbol, pero acabó siendo un buen futbolista antisistema antes del Barça de Guardiola y del procés.

Ahora, con perspectiva y algunas canas en el pelo, se siente liberado. “Observo mi etapa de jugador como una época muy intensa, pero lejana. No la echo de menos”, dice. Se asentó en el primer equipo del Barça con Rijkaard, donde jugó seis temporadas, y pronto vio que había entrado en una dimensión desconocida, a veces incómoda. “En el fútbol amateur no tienes la exposición mediática ni la carga de ser un personaje público. Juegas a futbol, que es lo que has hecho toda la vida y lo que más te gusta. Pero a la que llegas al Barça, la vida te cambia. Es un sueño y es bonito, pero comporta algunas cosas que cuesta asumir”. Se refiere a la exposición pública permanente, a la pérdida de privacidad, y a la convivencia con una parte de los aficionados en la calle. “Hay dos tipos de aproximaciones entre la gente que te reconoce: las respetuosas o las irrespetuosas”, comparte. “Si estás hablando con alguien en la calle, se pueden acercar algunos aficionados: algunos te pueden decir cosas bonitas, y algunos te pueden insultar; pero sea como sea, las dos interrupciones han fragmentado tu vida cuando tú querías mantener una conversación privada”, refleja. “Se convive con ello y se tolera, y todo ello también me ha enriquecido; pero cuando es permanente te llega a incomodar”.

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La evolución del fútbol y su tendencia lucrativa se convirtieron en otra piedra en el zapato: “En el fútbol actual cada vez tiene menos importancia el aficionado. La Superliga, por ejemplo, es la evolución lógica de la creación de negocio y está planteada desde un punto de vista elitista”. Para alguien que llegó a ir simbólicamente en las listas de la CUP en las elecciones autonómicas de 2015, su presencia en aquella industria parece casi antinatural. “El futbol me encanta, pero hay cosas que han llevado a querer alejarme: vas cargando tu mochila hasta que te replanteas cosas y tienes que considerar si prefieres estar en otra parte”. En 2011 acabó su contrato con el Ajax, donde jugó muy poco las dos últimas de las tres temporadas que pasó en Amsterdam, y cerró una etapa de nueve años en la élite.

Otra manera de entender el fútbol

Oleguer se toma su tiempo antes de responder a las preguntas. Sabe cómo funcionan los medios de comunicación y que un paso en falso puede llevar a una mala interpretación. Se muestra prudente y reflexivo cuando critica los actuales circuitos formativos de los jóvenes futbolistas. Y señala a clubes, entrenadores y familias. “No siempre sitúan niñas y niños en el centro de su proceso de crecimiento”, sintetiza. “Yo crecí viendo la angustia de niños y padres que sufrían por si podrían seguir en el equipo. Muchos se quedaban por el camino porque les decían que no tenían el nivel, y esto genera mucha frustración a una edad en la que no estás preparado”.

Considera que los clubes fomentan la “competitividad” para jugar en categorías superiores, tener más niños, prestigio, y “menos dificultades de financiación”; alerta de que la ilusión de muchos entrenadores formativos es “escalar” posiciones en el fútbol, por lo que se focalizan en el “rendimiento y no en las necesidades de los menores”; y avisa de que ciertos entornos familiares proyectan “expectativas” contraproducentes con la formación de sus hijos. “El actual modelo deja a mucha gente atrás”, lamenta.

A raíz de este convencimiento, Oleguer se involucró en 2018 en la escuela de futbol La Caserna, que reclama recuperar el antiguo cuartel de la Guardia Civil de Sabadell para proyectos sociales, y que agrupa a unos 90 menores de diferentes edades para jugar a fútbol “sin la parte tóxica del fútbol”, resume el exfutbolista. Los grupos son mixtos, no participan en ligas competitivas y no se pide un nivel mínimo para jugar. “Esto es un proyecto que pretende garantizar la integración social”, resume el exdefensa. El proyecto crece año tras año y se vertebra por la participación de madres y padres con una mirada común. Y es en esa implicación social donde Oleguer cierra su círculo inacabable entre fútbol y política. “No me veo en primera línea política, pero estoy implicado en política”, resume. “Nuestras decisiones y manera de trabajar en La Caserna son una forma de hacer política. Vivimos en una sociedad injusta, e intento que lo que hago sirva para acabar con las desigualdades”.

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Sobre la firma

Bernat Coll
Periodista centrado actualmente en la información sanitaria. Trabaja en la delegación de Catalunya, donde inició su carrera en la sección de Deportes. Colabora en las transmisiones deportivas de Catalunya Ràdio y es profesor del Máster de Periodismo Deportivo de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

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