De cómo Alexandr Wang, el último ‘unicornio’ de Silicon Valley, se ha convertido en el multimillonario más joven del mundo
Hijo de inmigrantes chinos, dejó la universidad tras su primer año para fundar Scale Al, una empresa dedicada a mejorar los sistemas de inteligencia artificial de compañías como Uber, Toyota o Airbnb
Dicen de él que puede ser el próximo Elon Musk o Jeff Bezos y, a tenor del crecimiento meteórico de la compañía que fundó antes incluso de superar la edad legal para consumir alcohol, quizá la predicción no sea del todo arriesgada. Alexandr Wang, el nuevo gran gurú de Silicon Valley, tiene tan solo 25 años, amasa un patrimonio valorado en más de 1.000 millones de dólares y su cara ya copa las páginas de las revistas especializadas en fortunas mareantes. Detrás de su éxito no hay ni apellidos compuestos ni escaparates mediáticos o herencias multimillonarias, sino una audaz visión empresarial.
Hijo de inmigrantes chinos y criado en la base militar de Nuevo México que concibió la primera bomba atómica, este joven empresario ha conseguido que algunas de las mayores compañías del mundo confíen el futuro de su inteligencia artificial al pionero sistema de etiquetado de datos que concibió durante el hastío estival. “Les dije a mis padres que esto iba a ser algo que solo haría durante el verano. Obviamente, nunca más volví a la escuela”, admitía a finales de mayo a Forbes, publicación que le nombraba el nuevo milmillonario hecho a sí mismo más joven del mundo —el mismo título que otorgó en 2019 a Kylie Jenner, la pequeña del clan Kardashian, no sin polémica: Forbes le retiró el título acusándola de mentir—.
Alexandr Wang —no confundir con el diseñador de moda de casi idéntico nombre— es el cofundador y actual consejero delegado de Scale Al, la startup que creó en 2016 con apenas 19 años. La compañía de San Francisco ha irrumpido con fuerza en la industria tecnológica por sus avances en el etiquetado masivo de datos, convirtiéndose así en el proveedor de decenas de empresas que consiguen mejorar los sistemas de inteligencia artificial gracias a la optimización ofrecida por sus herramientas. Transcripciones de audios, reconocimiento de imágenes, recopilado de documentos… Si históricamente los datos se han utilizado para engrosar gráficos y tablas que solo servían como mero apoyo estadístico a la hora de tomar decisiones, el software desarrollado por Wang ha convertido esta suma de números en respuestas esclarecedoras para corporaciones de todos los sectores.
Empresas tan conocidas como Uber, Airbnb, Toyota, PayPal o General Motors conforman su listado de clientes y hasta el Ejército estadounidense se ha servido de su tecnología de análisis para determinar, por ejemplo, el daño causado por las bombas rusas en territorio ucranio durante los meses de guerra. Scale AI, considerada el último gran unicornio de Silicon Valley —aquellas compañías que alcanzan una valoración de 1.000 millones de dólares sin tener presencia en Bolsa —, ha firmado contratos con las Fuerzas Armadas por valor de 350 millones de dólares y en su junta directiva ya se sientan desde exdirectivos de Amazon hasta el que fuera director de tecnología de Estados Unidos durante el mandato de Donald Trump, Michael Kratsios.
La idea para crear Scale Al se le ocurrió durante su breve periodo como estudiante en el prestigioso MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, considerado como una de las mejores universidades del mundo. Wang estaba convencido de que uno de sus compañeros de piso le robaba la comida, así que decidió instalar una cámara dentro del frigorífico para pillar al supuesto ladrón. De la misma forma, también podría recopilar información para predecir cada cuánto tiempo debía volver a hacer la compra. Aunque nunca pudo confirmar sus sospechas por la imposibilidad de distinguir entre las decenas de horas de vídeos grabadas, la coyuntura sí fue el germen de su apuesta por el desarrollo de la inteligencia artificial y la creación de una empresa que sacara todo el potencial de los datos almacenados. Ese mismo verano fundó Scale AI, consiguió que la reputada aceleradora Y Combinator —madre de otras empresas emergentes como Dropbox, Twitch o Airbnb— invirtiera en el proyecto y un par de años más tarde ha logrado que su nombre aparezca en la lista de los jóvenes menores de 30 más ricos del mundo.
Siendo un niño, Wang ya exhibía su talento para los números compitiendo en olimpiadas de matemáticas y concursos de programación por todo el país. De casta le viene al galgo, ya que sus padres trabajaban como físicos en proyectos militares del gobierno estadounidense. Su infancia transcurrió en los alrededores del laboratorio nuclear de Los Álamos, en Nuevo México, el centro científico secreto donde se creó la primera bomba atómica. “Mis padres lograron con su trabajo tener un impacto significativo en nuestra forma de entender el mundo. Por eso decidí convertirme en programador, para marcar yo también la diferencia en el planeta”, aseguró en una presentación Ted el pasado mes de abril. Sin currículo ni experiencia, con 17 años hizo las maletas y cruzó Estados Unidos para llegar a Silicon Valley, donde consiguió un trabajo como programador en la plataforma digital de preguntas y respuestas Quora. Allí conocería a Lucy Guo, a la postre cofundadora de la compañía y que ahora, además de socialité y vecina de famosos como David Beckham, es considerada por el New York Post como “la mayor fiestera de la ciudad de Miami”.
A pesar de no compartir el espíritu festivo de su socia, Wang apuesta por las redes sociales para proyectar su imagen pública. Como cualquier chico de su edad, se sirve de su cuenta de Twitter (donde acumula algo más de 20.000 seguidores) para comentar sus impresiones sobre la nueva película de Spider-Man y hasta escribe un blog en el que comparte los secretos de su éxito y ofrece consejos para futuros emprendedores. Por ejemplo, que una actitud optimista es fundamental para alcanzar cualquier logro o que la fórmula más simple para triunfar es contratar a empleados a los que les importe la empresa y sus objetivos. A él parece haberle funcionado: en su última ronda de financiación, Scale Al ha recaudado 325 millones de dólares (303 millones de euros) y goza de una valoración actual superior a los 7.000 millones de dólares (6.530 millones de euros).
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