¿En qué estado ha quedado el patrimonio arquitectónico de Los Ángeles tras los catastróficos incendios?
La tragedia californiana nos ha recordado de manera brutal que la memoria construida es tan frágil como los materiales con los que se lleva a cabo. Ha habido importantes pérdidas, pero también muchos supervivientes

El fuego lo devoró todo. O casi todo. Los incendios que el pasado mes de enero asolaron el sur de California se cebaron con la ciudad de Los Ángeles. Aunque la magnitud del desastre aún es incalculable y las labores de evaluación apenas comienzan, lo que ya sabemos es suficiente para empezar a hacernos una idea de las dimensiones de la tragedia: al menos 29 personas han perdido la vida y cerca de 17.000 edificios han quedado reducidos a cenizas.
Comparada con la profunda herida causada sobre las miles de familias que han perdido a algún ser querido o sus hogares, la destrucción del patrimonio arquitectónico es apenas un rasguño. Sin embargo, estos incendios asestan un duro golpe a la memoria de una ciudad que durante décadas sirvió como refugio, laboratorio y referente de la arquitectura moderna.

Los Ángeles: un epicentro de la modernidad arquitectónica
En las décadas de 1930 a 1970, Los Ángeles se convirtió en una de las capitales mundiales de la modernidad arquitectónica. Existen diversos factores que explican este arraigo, que comprenden desde su clima templado y la abundancia de terreno, hasta la existencia de un marco normativo flexible. Durante muchos años, el flujo de entrada de capital económico y humano parecía imparable. La presencia de potentes centros de investigación y de la industria aeroespacial, así como la llegada masiva de artistas y de profesionales altamente cualificados procedentes de todos los rincones del país y del mundo, dieron lugar a una explosión cultural fundamental para entender el microcosmos del diseño en el sur de California.
Los Ángeles permitió a Frank Lloyd Wright hacer algunas de sus mejores obras en un momento crítico de su vida personal y profesional. También atrajo a dos emigrantes austriacos, Richard Neutra y Rudolph Schindler, que a la orilla del Pacífico transformaron el frío racionalismo europeo en un lenguaje arquitectónico que la ciudad asumiría como propio. Un panorama social caracterizado por la búsqueda constante de un estilo de vida hedonista y desenfadado, libre de prejuicios y receptivo a todo lo que oliera a vanguardia, propició la acción de personajes como John Entenza. A lomos de la revista Arts & Architecture, lanzó el programa Case Study House, una iniciativa para la promoción y construcción de viviendas modernas que se materializaría en verdaderos iconos de la arquitectura del siglo XX, como la casa Eames o la casa Stahl.
La ciudad californiana se erigió como un campo de pruebas donde se redefinieron las nociones de la arquitectura moderna: casas de cristal suspendidas sobre colinas, rascacielos que parecen torres de vinilos, cafeterías, gasolineras y boleras con forma de cohete espacial, estructuras de madera y acero que dialogan con el paisaje y experimentos utópicos en vivienda colectiva. La destrucción de algunos de estos edificios no es solo un golpe para la historia de la arquitectura, sino para la identidad misma de la ciudad.

Arquitectura en llamas: edificios dañados y pérdidas irrecuperables
El incendio de Palisades estalló la mañana del 7 de enero en Pacific Palisades, un barrio de Los Ángeles al este de Malibú mundialmente conocido por su alta concentración de arquitectura moderna. Por sus colinas y calles arboladas se dispersan casas proyectadas por Richard Neutra, Craig Ellwood, Eero Saarinen y Pierre Koenig, entre otros, convirtiéndolo en una especie de museo al aire libre de la modernidad californiana.
Allí se fueron Charles y Ray Eames para construir su casa y estudio: un monumento al buen gusto epítome del California cool. La Fundación Eames, que se encarga de gestionar el legado del matrimonio, ha informado a través de sus redes sociales de que, aunque el fuego rozó el perímetro de la parcela, la vivienda se salvó de las llamas. “El edificio se encuentra estructuralmente en buenas condiciones, pero se vio afectado por los efectos secundarios del incendio y la tormenta. La Fundación está haciendo que expertos en mitigación de incendios y conservación evalúen el lugar para iniciar las medidas de seguridad y conservación necesarias. Por lo tanto, la casa Eames permanecerá cerrada a los visitantes hasta nuevo aviso”.
Muy cerca se encuentra la Getty Villa, una recreación de la Villa dei Papiri de Herculano que el empresario y filántropo norteamericano Jean Paul Getty mandó construir para albergar y exhibir su impresionante colección de esculturas, frescos, cerámica, joyería y objetos de uso cotidiano de las civilizaciones griega, romana y etrusca. Inaugurada en 1974, el proyecto interpreta los principios de la arquitectura clásica romana, y combina edificios forrados de mármol y travertino con patios, columnatas, jardines y estanques, para evocar la atmósfera de la lujosa residencia romana sepultada por la erupción del Vesubio.

Casi como una macabra secuela del desastre producido por el volcán, esta vez fue el fuego el que amenazó la integridad de la villa. “Afortunadamente, habíamos despejado la maleza de la zona circundante como parte de nuestros esfuerzos de mitigación de incendios durante todo el año. Algunos árboles y vegetación se han quemado, pero el personal y la colección permanecen a salvo”, declaraba una portavoz de la institución en The Art Newspaper. “Las galerías del museo y los archivos de la biblioteca estaban aislados del humo por sistemas de tratamiento del aire de última generación. La construcción de doble pared de las galerías también proporciona una protección significativa para las colecciones”.
Por desgracia, otros edificios han tenido menos suerte y han quedado totalmente destruidos. Así le ha sucedido a la casa que el gran maestro de la arquitectura moderna californiana, Richard Neutra, construyó en 1949 para una joven pareja de guionistas, Benedict y Nancy Freedman. Concebida como un refugio en el que conciliar trabajo y vida familiar, Neutra proyectó una casa compacta y flexible, provista con grandes ventanales deslizantes que diluían los límites entre el interior de la vivienda y el patio y la piscina exteriores. Si ya en 2017 una (bastante cuestionable) reforma alteró el tamaño y concepto original de la casa, verla ahora reducida a cenizas parte el alma.


La misma suerte ha sufrido la casa Keeler, obra tardía de Ray Kappe, fundador del prestigioso Southern California Institute of Architecture (SCI-Arc). Claramente inspirada en la casa que el arquitecto se construyó para sí mismo en la década de 1960 también en Pacific Palisades, la casa para la cantante de jazz Anne Keeler reinterpretaba la valentía estructural del proyecto original para fundirse con los árboles de la parcela. En marzo del año pasado, la casa se puso a la venta por 12 millones de dólares.
También debemos lamentar el incendio de 21 de las 28 casas del conjunto de Park Planned Homes (Altadena), diseñadas por Gregory Ain en 1948. El arquitecto concibió el proyecto como un innovador experimento social para familias de clase trabajadora, y planteó una hilera de viviendas prefabricadas y modulares que se insertaban en un terreno con un fuerte desnivel. Inspiradas en el movimiento moderno europeo de entreguerras, las Park Planned Homes apostaban por la democratización de un tipo de arquitectura que hasta entonces parecía reservado únicamente a las clases más altas. Su destrucción supone una pérdida irreparable para la arquitectura colectiva de la posguerra.
La desaparición de estos edificios –la lista completa y actualizada puede consultarse en la web de L.A. Conservacy– es un desastre sin precedentes para la arquitectura moderna de Los Ángeles. Estas viviendas no solo definieron un estilo, sino que representaban una forma de vivir que estaba en sintonía con el entorno. Tal como señalaba Katie Horak, presidenta de Docomomo US, en una declaración de solidaridad con la gente de Los Ángeles el 14 de enero, “las mismas cosas que atrajeron a los arquitectos modernos a estas partes de la ciudad durante la posguerra –terreno montañoso, vistas impresionantes, la belleza del entorno natural y el clima templado– también las hicieron vulnerables. Así, estos incendios han acabado con la mayor concentración de sitios patrimoniales modernos en la historia de Los Ángeles”.

¿Reconstrucción o resignación? Un alegato por la memoria arquitectónica
“Nunca podremos reemplazar ni recuperar lo que hemos perdido”, lamentan los arquitectos Harper Halprin y Aaron Leshtz de AAHA Studio a The Architect’s Newspaper, “pero debemos reconstruir. Este desastre nos ha devuelto una imagen de resiliencia y amor por nuestra ciudad y por nuestros vecinos que habíamos olvidado. El camino hacia la recuperación será un desafío, pero estamos listos para la batalla. Habrá un sinfín de metáforas sobre la ciudad que está ‘renaciendo y reconstruyéndose de las cenizas’, y la comunidad arquitectónica debe estar preparada para ayudar a liderar el cambio”.
Reconstruir, sí. ¿Pero cómo? ¿Qué criterio se debe aplicar en la extensa porción de ciudad calcinada? La historia nos ofrece multitud de estrategias de reconstrucción para enfrentarse al desastre. En un extremo tenemos el caso de Varsovia. Completamente arrasado por las tropas nazis, el casco histórico fue reconstruido piedra por piedra a partir de documentos históricos y pinturas del siglo XVIII, una labor que la UNESCO considera “un ejemplo único de reconstrucción prácticamente total del conjunto de un patrimonio arquitectónico histórico de los siglos XIII a XX”.
En el otro extremo está Chicago, donde, después del gran incendio de 1871, se optó por acelerar su reconstrucción empleando las técnicas más modernas del momento. Los arquitectos de la Escuela de Chicago combinaron las estructuras de acero y las soluciones de fachadas ligeras con la implementación de los primeros ascensores eléctricos para dar origen a los primeros rascacielos y, con ellos, transformar las ciudades contemporáneas para siempre.
Enfangados en debates sobre los códigos de seguridad y resistencia al fuego, sobre las condiciones draconianas impuestas por las compañías de seguros o sobre las ineficientes políticas de gestión de emergencias, parece que las autoridades competentes son incapaces de entender que para que una ciudad asuma la importancia de su patrimonio arquitectónico, debe investigarlo, catalogarlo y conservarlo en la memoria colectiva. Porque la arquitectura no es solo un conjunto de edificios construidos, sino una narración viva de la relación del ser humano con el entorno. Sin documentación, la reconstrucción es imposible. Sin historia, la pérdida es definitiva.
Algunos arquitectos sugieren que reconstruir las casas exactamente igual sería traicionar su espíritu experimental. Puede ser. Quizás la mejor manera de honrar el patrimonio arquitectónico perdido no sea reconstruir los edificios desaparecidos, pero sí debemos asegurarnos de que su legado continúe inspirando a futuras generaciones de arquitectos. Los incendios de Los Ángeles nos han recordado de manera brutal que la memoria arquitectónica es tan frágil como los materiales con los que construimos, por lo que documentar, estudiar y divulgar la arquitectura moderna es una tarea fundamental para mantener vivas sus enseñanzas.
Su destrucción nos duele, pero su olvido sería aún más devastador.
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