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ELECCIONES EN NICARAGUA

Arnoldo Alemán, el gran perdedor

El otrora poderoso expresidente es el gran perdedor de las elecciones nicaragüenses

Carlos S. Maldonado
Arnoldo Alemán y su esposa, María Fernanda, el domingo en Managua.
Arnoldo Alemán y su esposa, María Fernanda, el domingo en Managua.Rafael Trobat (AP)

La madrugada del lunes, hora de Nicaragua, el representante legal de la opositora Alianza PLI-UNE, que obtuvo el segundo lugar en las presidenciales del domingo, compareció ante unos cansados periodistas en un hotel de Managua para asegurar que en Nicaragua cambiaron los paradigmas políticos tras los resultados de la elección. “Todo lo que se conocía como balances de fuerza en este país va a cambiar”, dijo Eliseo Núñez en un discurso que sonó a resignación. El político se refería al que es el gran perdedor de las elecciones nicaragüenses: el otrora poderoso expresidente Arnoldo Alemán.

Hasta el domingo Alemán era la pareja predilecta del presidente Daniel Ortega en ese baile de espejos que en Nicaragua es conocido como el pacto: un acuerdo entre caudillos a través del cual se repartían las instituciones nicaragüenses y marcaban precisamente el balance de fuerzas que según Núñez hoy se está rompiendo: nada se movía en Nicaragua sin el visto bueno de ambos políticos. Alemán venía de ser un presidente que asumió el poder en 1997 con el 51% de los votos, que desarrolló un gobierno populista en el que reclamaba la hegemonía política de su partido, el Liberal Constitucionalista, con él como líder único, basado en un fuerte discurso antisandinista aunque al final del mandato acordara el bipartidismo con Ortega.

Tras las presidenciales del domingo, este modelo sufrió una fuerte fractura. No es que el controvertido mandatario no sea todavía útil para Ortega, sino porque su peso político, la base electoral que un día lo aupaba como su líder, hoy le dio la espalda de la forma más humillante. Lejos de aquel 51% de los votos logrados en 1997, el peso político de Arnoldo Alemán hoy es de un 6%. Nadie del PLC se ha pronunciado sobre esta derrota estrepitosa, mucho menos el mismo Alemán, que la noche del domingo optó por retirarse a su lujosa finca localizada en un brumoso pueblo en la periferia de Managua y guardar silencio.

¿A qué se debe la caída de un hombre tan poderoso? Todas las encuestas le daban a Alemán un rechazo del 80% del electorado. Arnoldo Alemán era un político querido en las regiones rurales del país, donde construyó carreteras, escuelas y centros de salud donde antes nunca había habido, gracias a los fondos que Nicaragua recibió para la reconstrucción tras el paso del huracán Mitch en 1998, que arrasó con varias zonas y dejó más de 700 mil damnificados. El cariño disminuyó por los desvíos de parte de esa ayuda y los escándalos de corrupción durante su mandato, pero sobre todo por el pacto con Daniel Ortega y el poder que paulatinamente fue cediendo al caudillo sandinista.

Durante la Administración conservadora de Enrique Bolaños (2002-2007), Alemán fue acusado y condenado a 20 años de cárcel por robo al Estado. Los continuos acuerdos con Ortega, a quien fue cediendo importantes espacios a cambio de ser sobreseído: Alemán ya había negociado un reforma que cambiaba el porcentaje necesario para acceder a la Presidencia, de un 45% a un 35% siempre y cuando haya una diferencia de cinco puntos entre el candidato del primero y segundo lugar; Alemán entregó el control de la directiva de la Asamblea Nacional a Ortega una vez que éste asumió el poder en 2007; Alemán dejó que los diputados del PLC, supuestos opositores, apoyaran las iniciativas del Frente Sandinista de Liberación Nacional en el Parlamento, convirtiéndose en danzarines del baile del pacto; y dejó que sus magistrados en la Corte Suprema se hicieran de la vista gorda cuando una irregular Sala Constitucional declaró inconstitucional la Constitución nicaragüense y permitió la reelección de Ortega, hasta entonces prohibida. El expresidente, además, fue una pieza importante en la división de la oposición, lo que benefició en las elecciones al Frente Sandinista.

Todas estas maniobras políticas hicieron que la otrora fuerte base arnoldista se debilitara hasta el punto que algunas fuentes en Managua dijeron que el domingo, en el conteo de votos en las mesas electorales, cuando los interventores del PLC vieron los pírricos resultados que obtenían, decidieron apoyar a la alianza PLI-UNE y garantizar la integridad de sus actas electorales.

Es claro que el controvertido expresidente no desaparecerá del escenario político nicaragüense, dado que todavía tiene algunos funcionarios en los poderes del Estado y le es útil a Ortega, que lo puede mantener con oxígeno a cambio de los votos que el oficialismo necesite una vez conformado el nuevo Parlamento. Aún está por contarse la cantidad de diputados que el PLC obtendría en esta elección, pero algunos analistas afirman que serían cinco, o en el mejor de los casos, 6, de un Parlamento de 91 diputados. En 1997 ese partido contaba con 42 diputados en el Parlamento.

Decir que Arnoldo Alemán es un cadáver político sería una exageración en un país como Nicaragua, donde lo inverosímil marca la pauta. Sin embargo, este lunes en Managua muchos miembros del PLI-UNE no sólo lamentaban su derrota, sino que celebraban lo que consideraban un gran triunfo: haber hundido, al menos electoralmente, al hombre que fue el que consolidó y hundió al otrora poderos liberalismo nicaragüense.

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.

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