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Londres se resiste a intervenir en Irak a las puertas de las elecciones generales

Cameron evita convocar al Parlamento para eludir otro veto como el que sufrió por Siria

David Cameron, en la conferencia del negocio del juego de la Commonwealth en julio.
David Cameron, en la conferencia del negocio del juego de la Commonwealth en julio. Simon Dawson (Bloomberg)

La crisis en Irak amenaza con tomar tintes políticos en Reino Unido, donde hay cada vez más voces defendiendo en una intervención militar. El primer ministro David Cameron, que hace ahora un año recibió un histórico revolcón cuando el Parlamento rechazó su propuesta de lanzar ataques aéreos en Siria, se mantiene mudo y alejado. No se plantea ni una intervención militar, ni convocar de urgencia a los Comunes ni acortar sus vacaciones en Portugal.

Cameron ha dejado la crisis en manos del jefe del Foreign Office, Phillip Hammond, que este martes ha reiterado que no se suspenderá el receso parlamentario, y se ha limitado a dar más realce mediático a la intervención humanitaria británica en las montañas de Sinjar, donde miles de miembros de la etnia Yazidi están rodeados por tropas islamistas en condiciones terribles. La fuerza aérea británica reanudó el lunes por la noche el lanzamiento de suministros, desde alimentos a agua potable y lámparas solares capaces también de cargar teléfonos móviles, que habían sido suspendidos la víspera por temor a que los paquetes pudieran herir a los yazidíes.

Las voces que piden la intervención son cada vez mayores y más relevantes

El lunes, Downing Street anunció que un número indeterminado de aviones de combate Tornado —entre seis y ocho, según medios británicos— han salido de sus bases británicas para instalarse en Chipre para intervenir en Irak. Pero no para atacar a las tropas islamistas, sino para apoyar las operaciones de ayuda humanitaria. Además este martes anunció que enviará un “pequeño número” de helicópteros militares Chinook que transportar suministros militares de otros países a las fuerzas kurdas.

La intervención militar es hoy tabú para el Gobierno británico. En parte porque bombardear Irak, ya no digamos desplegar fuerzas sobre el terreno, significa despertar el viejo fantasma de la invasión de 2003, y eso a nueve meses de las elecciones generales de 2015.

Y en parte porque Cameron, que lideró con entusiasmo la intervención con Francia en Libia en 2011 cuando aún no llevaba ni un año en Dowing Street, perdió el entusiasmo intervencionista el año pasado, cuando los Comunes rechazaron por 285 votos contra 272 su propuesta de lanzar ataques aéreos en Siria para impedir el uso de armas químicas por las tropas del presidente Bashar al Assad. La primera vez que el Parlamento le niega a un primer ministro su apoyo para ir a la guerra desde 1782, en lo que constituyó la aceptación de hecho de la independencia de Estados Unidos.

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Pero las presiones en favor de una intervención militar en Irak son cada vez más numerosas y más significativas. La más notable ha sido la del exgeneral Richard Shirreff, que se retiró del Ejército la semana pasada y que hasta marzo era el número dos de la jefatura suprema de las fuerzas de la OTAN en Europa. “A nuestros políticos les gusta mucho adoptar poses, hacer mucho ruido, pero no llevan ningún palo en la mano”, ha declarado al diario The Times.

“A este Gobierno le aterroriza la idea de una intervención que signifique que haya botas sobre el terreno en un momento en el que quieren sacar provecho de todo y que al mismo tiempo se les vea haciendo algo. Eso no cuadra”, añadió en aparente alusión a las elecciones del año que viene. A juicio del general, lanzar paquetes de ayuda humanitaria apenas sirve de nada si no hay tropas sobre el terreno para guiar los suministros. “Si haces algo, lo has de hacer bien”, advirtió.

El diputado conservador Mark Pritchard defendió también la intervención militar, aunque en forma de ataques aéreos y no con tropas sobre el terreno. “La comunidad internacional puede derramar toda la ayuda humanitaria que quiera en la región, alguna de la cual caerá en manos del Estado Islamista, pero a menos de que los combatientes del Estado Islamista no sean abatidos y retirados del campo de batalla, seguirán matando y cometiendo más atrocidades”, sostiene en un artículo en la web Politics Home. “No pido el despliegue de fuerzas británicas sobre el terreno pero sí el uso de ataques aéreos de precisión y el uso de drones armados para degradar tanto el avance como la moral del Estado Islamista”, añade, Y se declara convencido de que, a diferencia de lo que ocurrió el año pasado a cerca de Siria, los Comunes apoyarían la medida.

También el diario The Times defiende en un editorial que no basta con lanzar ayuda humanitaria y que hay que lanzar ataques aéreos a los yihadistas, armar a los peshmerga kurdos y apoyar a una nueva administración iraquí inclusiva.

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