Un error en el proyecto pone en riesgo la estructura de la hidroeléctrica Belo Monte
En octubre, Norte Energia SA afirmó en un documento que, debido a la severa sequía que sufre el río Xingú, tenía que alterar el caudal del embalse intermedio para evitar daños estructurales en la presa principal. La situación genera incertidumbre sobre la seguridad del embalse
La polémica Central Hidroeléctrica de Belo Monte todavía no está terminada, pero un documento de la concesionaria Norte Energia SA muestra que hay problemas en el proyecto. El 11 de octubre de 2019, el director-presidente de la empresa, Paulo Roberto Ribeiro Pinto, escribió a la directora-presidenta de la Agencia Nacional de Aguas, Christianne Dias Ferreira, una carta con el siguiente título: “Acción urgente para controlar el nivel del Embalse Xingú de la CHE Belo Monte”. En el documento, afirma que “el actual período de sequía es bastante crítico, con caudales afluentes bajos en el Xingú: en los últimos días ha sido de unos 750 metros cúbicos por segundo”. La central tiene que mantener un caudal superior al mínimo de 700 metros cúbicos en la Vuelta Grande del Xingú, región que vive una situación de total inseguridad con relación a las condiciones de vida, provocada por el insuficiente volumen de agua liberado por Belo Monte. Por eso, la empresa pide autorización para reducir el caudal en el embalse intermedio, el artificial, para compensar la reducción de entrada de agua en el Embalse Xingú sin agravar todavía más la situación extremamente crítica de la Vuelta Grande. El motivo: si no se llega al nivel mínimo de 95,20 metros en el Embalse Xingú, la ola negativa que podría formarse por los vientos “afectará a las áreas de la presa que no estén protegidas por las rocas”. Esta situación, afirma el director-presidente de Norte Energia, “puede provocar daños estructurales en la presa principal del río Xingú, que es la de Pimental”. La tarde del 10 de octubre, el día anterior a la fecha del documento, el nivel del Embalse Xingú ya había alcanzado los 95,20 metros. O sea: la posibilidad de que se produzcan daños estructurales en la presa está en el horizonte.
La primera pregunta es: ¿cómo es posible que el proyecto de la mayor hidroeléctrica de la Amazonia y una de las mayores del mundo no haya contemplado el comportamiento, medido y documentado, del río Xingú? Entre 1971 y 2014, hubo caudales inferiores a 800 metros cúbicos en el mes de octubre por lo menos cinco veces: en 1971 (691 m3/s), 1972 (639 m3/s), 1975 (733 m3/s), 1998 (715 m3/s) y 2010 (782 m3/s). Son datos de la Agencia Nacional de Aguas.
Si esta situación ya había ocurrido, era previsible que pudiera ocurrir de nuevo. Eso es lo que muestra el pasado del río Xingú. “No se entiende que esta sequía surja como una sorpresa para Norte Energia, si ya ha ocurrido otras veces. Saber cómo se comporta el río es la parte inicial de cualquier proyecto”, afirma el especialista en el sector eléctrico, Francisco Del Moral Hernández, doctor en Ciencias de la Energía por la Universidad de São Paulo, que analizó el documento por solicitación de EL PAÍS.
Estudios científicos muestran que, en el futuro, la crisis climática hará que las sequías sean todavía más severas. “Uno de estos estudios, de 2016, proyecta la reducción del 50% del caudal del río Xingú en el período de 2070 a 2099”, afirma el geólogo André Oliveira Sawakuchi, del Departamento de Geología Sedimentaria y Ambiental del Instituto de Geociencias de la Universidad de São Paulo, que también analizó el documento por solicitación de EL PAÍS. “Las proyecciones específicas para Belo Monte, considerando un escenario de cambio climático, indican una reducción de aproximadamente el 30% (con relación a la media histórica entre 1971-2014) del caudal afluente en el Embalse Pimental para el período de 2020 a 2050. Por lo tanto, las situaciones de caudal afluente reducido, como la de octubre de 2019, pueden ser más frecuentes e/o intensas cuando la central esté en funcionamiento. Eso implica una intensificación del conflicto”. A la vez, la deforestación acelerada, que ha estallado en la región, en gran medida provocada por la construcción de Belo Monte, también altera el comportamiento del río. La deforestación de la selva en el Alto Xingú, región de expansión de la soja, todavía lo afecta más. La conclusión es que el futuro tampoco se contempló en una obra que ya ha sobrepasado el valor de 9.600 millones de dólares, la mayor parte financiada por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil. Cabe recordar que, en la licitación de 2010, la central estaba presupuestada por menos de la mitad de ese valor: 4.500 millones.
Otra duda que surge en el documento es la calidad del agua. En informes anteriores, Norte Energia afirmaba que, para mantener la calidad del agua en el embalse intermedio, se necesitaba un caudal mínimo de 300 metros cúbicos por segundo. En el documento de octubre, afirma que el caudal se puede bajar a 100 metros cúbicos por segundo y todavía mantener la calidad del agua. Es razonable que, ante un cambio tan drástico en la conclusión de los estudios, y en un período tan corto de tiempo, el público afectado tenga dudas considerables que los órganos gubernamentales responsables tienen el deber de aclarar para que no cunda el pánico. La calidad del agua afecta, entre otras comunidades, a las poblaciones del municipio de Senador José Porfírio y al Tabuleiro do Embaubal, refugio de las tortugas de la Amazonia. Cualquier posibilidad de contaminación puede ocasionar daños a la salud humana y a la de otras especies.
El documento muestra que, para mantener los caudales establecidos, la producción de energía será todavía menor de lo que es, lo que vuelve todavía más dudosa la viabilidad económica de Belo Monte. Nada de esto es nuevo. Desde antes de la construcción de la hidroeléctrica, especialistas de diferentes áreas denuncian que la central es económicamente inviable debido al período prolongado de sequía del río Xingú. Belo Monte se construyó, a pesar de todas las alertas y de la resistencia de los pueblos de la selva y de la población urbana afectada. El proceso de construcción está siendo investigado en la Operación Lava Jato, que señala que hubo corrupción en las relaciones que se establecieron entre las constructoras y los partidos Movimiento Democrático Brasileño y Partido de los Trabajadores. Las violaciones cometidas durante el proceso de construcción constan en 25 denuncias de la Fiscalía. Es una tragedia anunciada, conocida y denunciada antes de que se expulsara a la primera familia y se derribara el primer árbol.
Los ribereños de la Vuelta Grande del Xingú pasan hambre y viven una emergencia humanitaria
La novedad que expone el documento es la precariedad del proyecto de ingeniería. Belo Monte se construyó con una composición mixta: hormigón, enrocado (protección con rocas y piedras) y compactación del suelo. Esta última parte, sin la protección de piedras y rocas, puede sufrir daños estructurales. Norte Energia asume, en el documento, que el cumplimiento de los caudales establecidos en los períodos de sequía más severa puede conducir a una reducción del nivel del agua que podría exponer la presa principal. Norte Energia y los órganos gubernamentales tienen que responder con urgencia y claridad meridiana cuál es nivel de riesgo, e incluso si existe la posibilidad de que la presa se rompa. También tienen que decir qué medidas tomarán para corregir el proyecto, ya que todo indica que las situaciones de sequía severa pueden repetirse. Brasil todavía se recupera del trauma de las tragedias de Mariana y Brumadinho. El Gobierno y las empresas con responsabilidad pública tienen el deber de ser totalmente transparentes. Sin embargo, cuando EL PAÍS entró en contacto con la concesionaria, esta se limitó a enviar el siguiente comunicado: “Norte Energia, empresa responsable de la Central Hidroeléctrica Belo Monte, informa de que cumple rigurosamente los compromisos establecidos en la licencia ambiental de la iniciativa”.
La situación todavía es más grave, porque Belo Monte no se construyó respetando las necesidades de agua de la selva y de sus pueblos. La distribución del agua fue una decisión arbitraria, que incluso antes de que se ejecute en su totalidad, ya condena a la Vuelta Grande del Xingú, donde viven dos pueblos indígenas, los juruna y los arara, y la población ribereña. La situación hoy en la región es totalmente crítica. Entre los ribereños de la Vuelta Grande, la imposibilidad de pescar ya produce hambre. La inseguridad alimentaria se agrava día tras día. Cuando les entrevistan, hombres y mujeres acostumbrados a una vida extremamente dura lloran. Viven por primera vez la tragedia de no tener qué comer durante días. “Tratan a esas personas como si fueran invisibles”, dice la bióloga Cristiane Costa Carneiro, asesora de la Fiscalía en Altamira. “Nunca formaron parte del proceso de consulta de la presa. Hoy, los niños pasan hambre y los padres sufren depresión. Es una emergencia humanitaria”.
Solo hace falta navegar por la sequedad del Xingú para darse cuenta de la destrucción de la vida. Los indígenas y los ribereños ya no pueden desplazarse por el río con sus barcas y canoas, como hacían antes, incluso durante la sequía. Les impiden moverse, les impiden vivir. En las rocas expuestas hay peces muertos que se quedaron atrapados y los buitres les arrancaron las tripas. Los frutos de los árboles que servían de alimento a los pacúes, el principal pez en la dieta de los pueblos de la Vuelta Grande, ya no caen dentro del agua. Los peces también se mueren de hambre y ya no se reproducen. Las comunidades de pescadores afirman que la pesca ha disminuido entre el 50% y el 80% desde que se construyó la presa en el Xingú.
En una pequeña isla, casi delante de la casa de máquinas de la central, más de 50 vecinos llegaron en barca la semana pasada para narrar los problemas ocasionados por Belo Monte. La depresión es el resultado del súbito colapso del paisaje en el que no solo nacieron y crecieron, sino al que pertenecen. “Todo está empeorando”, dice la pescadora Sara Rodrigues de Lima, con ojos náufragos. “Pesco aquí desde hace 35 años, pero todos los peces se han ido. El Xingú se está secando”.
El conflicto del agua en la Vuelta Grande del Xingú no ha hecho más que empezar. “Con el escenario descrito, se pone en disputa la navegación en la Vuelta Grande contra la calidad del agua del embalse intermedio y la seguridad (riesgo de daños estructurales) de la presa de Pimental”, resume el geólogo André Sawakuchi. Dicho de otro modo. Más agua en la Vuelta Grande significa menos energía producida por una hidroeléctrica que casi no produce durante la mitad del año. Y eso ya se sabía antes de que empezara la obra. Al reducir el caudal del embalse intermedio, como Norte Energia hizo en octubre, para evitar daños estructurales en la presa, se puede comprometer la calidad del agua y afectar a las poblaciones río abajo. Mantener el caudal del agua según lo establecido —aunque lo establecido ya provoca una tragedia ambiental y humanitaria en la Vuelta Grande— significa riesgo estructural.
“Si el proceso de erosión del terraplén es muy intenso, el riesgo de que se rompa la presa es elevado”, dice un especialista
Esta es “la gran obra de ingeniería” construida en el río Xingú, en la Amazonia. “La presa de Pimental se construyó terraplenando hasta los 94 metros de altura. Eso significa que, si el nivel del agua en el Embalse Xingú está por debajo de los 94 metros, el agua, al golpear en el terraplén, provocará su erosión, con la consecuente pérdida de estabilidad de lo que se puso encima de esta primera capa. Si el proceso de erosión de la capa del terraplén es muy intenso, el riesgo de que se produzca el cizallamiento (rompimiento) de la estructura de hormigón de la presa es elevado”, afirma el ingeniero mecánico y arquitecto Célio Bermann, profesor del Instituto de Energía y Ambiente de la Universidad de São Paulo. Bermann trabajó en el Ministerio de Minas y Energía durante el primer gobierno de Lula y dejó la cartera por no estar de acuerdo con la política para el sector, convirtiéndose en uno de los críticos más severos de Belo Monte. “Debido a la imprevisión, Norte Energia tiene que enfrentar una situación de riesgo de la integridad de la presa de Pimental. Que le sirva de lección a la ingeniería de presas, que vislumbra la construcción de otras en la región amazónica”.
La Fiscalía también ha denunciado con persistencia la escasez de agua en el Xingú. La situación es tan grave que la fiscal de la República en Altamira, Thais Santi, entiende que es necesario que las autoridades ofrezcan ayuda humanitaria inmediata a los vecinos afectados. También estudia responsabilizar al Estado brasileño por ecocidio. “La escasez de agua pone en jaque toda la viabilidad del proyecto hidroeléctrico de Belo Monte”, afirma la fiscal. “Es un fallo en la construcción y la planificación. Producirá no solo la muerte de un río, sino también de personas. Ya no hay suficiente comida en la Vuelta Grande. Brasil tiene que reconsiderar sus valores. Lo que sucede hoy aquí es único: una empresa ahora decide cuánta agua hay en el río. Es detentar el poder de la vida y la muerte. Este proyecto es un error y tiene que corregirse”.
El proyecto era tan claramente inviable que los científicos y técnicos que lo analizaron en 2009, el llamado “panel de especialistas”, estaban convencidos de que Belo Monte solo era la primera presa, que se utilizaría para romper la resistencia de los pueblos de la selva y de la población rural y urbana afectada. “Que el proyecto era ineficiente desde el punto de vista de la generación de energía, siempre lo supimos y lo denunciamos. Lo que no me imaginaba era la fragilidad del proyecto de ingeniería civil. Dinero, como sabemos, no faltó. Ni las alertas con relación al caudal del río Xingú”, afirma Francisco Del Moral Hernández, que coordinó el panel de especialistas en 2009 y discutió los riesgos de Belo Monte en el Parlamento Europeo. Estuvo casi 30 veces in situ estudiando la presa. “El documento afirma que existe fragilidad estructural y un riesgo real de rompimiento. Un proyecto de esta envergadura no podría conllevar ese riesgo. Es absurdo. Es inaceptable que pongan una sequía como elemento sorpresa”.
Incluso antes de la construcción, se tenía el convencimiento de que, como Belo Monte no produciría suficiente energía, el Gobierno utilizaría esa excusa para construir otras presas en el Xingú. De esta forma, se retomaría el proyecto original, diseñado en la dictadura militar. En 2015, durante una rueda de prensa, la expresidenta Dilma Rousseff ya dio pistas en esa dirección, al reconocer por primera vez los fallos de la presa: “¿Que tiene fallos? Ah, seguro que tiene. Pero el hecho de que tenga fallos no significa que vayamos a destruir ese proceso. Al contrario, tenemos que reconocerlos y mejorar”.
En este momento, en que la propia empresa asume el riesgo de que se produzcan daños estructurales si el caudal establecido se mantiene, algunos especialistas consultados temen que, para corregir un proyecto claramente incompetente, se resucite la idea de construir otras hidroeléctricas. Jair Bolsonaro, que desde antes de las elecciones señala que el gran plan de su gobierno es permitir la explotación de la selva amazónica, ya ha demostrado su aprecio por Belo Monte y la intención de retomar la construcción de grandes hidroeléctricas en la Amazonia.
El temor de que Belo Monte pueda romperse y acabar con la vida de todos es una pesadilla persistente en la vida de los pueblos del Xingú. A veces, rumores de rompimiento llegan por WhatsApp y hacen cundir el pánico en las aldeas indígenas y las comunidades ribereñas. Sin embargo, esta es la primera vez que se dice claramente de que existe un riesgo de daños estructurales. “Si viviera río abajo de la presa de Pimental, me mudaría río arriba”, dice Del Moral. “Las autoridades tienen que decir si estamos a punto de sufrir otro accidente relacionado con presas. Ya hemos tenido dos. ¿Podemos tener un tercero? Los agentes públicos tienen que responder esta pregunta de manera clara en los próximos días”.
La Agencia Nacional de Aguas y el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables no respondieron las preguntas enviadas la tarde del jueves, 7 de noviembre, por EL PAÍS.
Traducción de Meritxell Almarza.
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