Costa se aleja de sus socios progresistas al estrechar la cooperación con la derecha
La crisis de la pandemia reconfigura el tablero político de Portugal con un mayor diálogo entre socialistas y populares
El líder de la oposición conservadora portuguesa, Rui Rio, pronunció el pasado mes de febrero un discurso de unidad ante la pandemia que le ganó los aplausos del mundo, le convirtió en una inesperada estrella de Internet y dio la impresión de que nada podía salir mal. Cuatro meses después, Portugal cojea en el combate a la covid-19 y los partidos a la derecha de los conservadores y a la izquierda del Ejecutivo socialista recelan de la alianza tácita de las dos principales formaciones del país. El Bloco de Esquerda y los comunistas, socios del Gobierno en la pasada legislatura, han quedado aislados en este nuevo escenario.
Los críticos de la colaboración entre el primer ministro, António Costa, y el PSD, que preside Rui Rio, tienen un santo y seña: “Bloque central”. Es el conjuro que enciende las alarmas. El bloque central, afirman, es una aplanadora que ahoga el disenso. Ambos partidos suman 187 de un total de 230 escaños en el Parlamento (108, los socialistas, a seis de la mayoría absoluta; 79, el PSD). No hace falta que voten juntos, basta con la abstención del PSD para aprobar las iniciativas del Gobierno, como sucedió la semana pasada en la votación de los presupuestos suplementarios (una alteración de las cuentas generales para responder a la pandemia).
El Partido Socialista y el PSD pusieron a rodar la máquina de ese bloque central el pasado abril durante la discusión de un paquete de medidas de combate a la pandemia. Votaron juntos el 60% de las veces, según un cálculo del diario portugués Público. La antigua geringonça (jerigonza, en español, un término con el que los portugueses se han referido al frágil pacto con el que gobernó la izquierda la legislatura anterior) solo se manifestó junta el 20% de las veces. Conservadores y socialistas tumbaron juntos cerca de 90 propuestas, entre estas varias del Bloco y el PC.
“Lo normal es que socialistas y PSD lideren alternativas de Gobierno a la izquierda o a la derecha, no que lo hagan juntos”, explica André Freire, profesor de Ciencia Política en el Instituto Universitario de Lisboa. “Sin embargo, en un momento de crisis como este, la colaboración de los partidos tradicionales no es mala en sí misma, de hecho es deseable”, agrega. “El problema sería que se prolongara más allá porque podría dar lugar a un desgaste, a un descrédito de la política: la idea de que todos los partidos son iguales, un fenómeno que en otros países ha preparado el terreno al ascenso de las fuerzas extremistas”. El partido de derecha radical Chega (Basta), con un diputado y un 1,35% de los votos en las parlamentarias del año pasado, registra ahora un 5,3% de intención de voto según los últimos sondeos.
El primer ministro, António Costa, aseguró el pasado sábado en un congreso nacional del partido que no hay ni habrá ningún pacto con el PSD. “Ya nos hemos dado cuenta de que en la izquierda y la derecha todos se preparan para comenzar con los jueguecitos políticos”, afirmó en referencia a las acusaciones de haber formado un bloque central, según él, asociadas a los cálculos para las municipales del próximo año.
La geringonça parece acabada. Así lo explica el académico José Santana Pereira, del Instituto Universitario de Lisboa: “A pesar de que Costa sigue hablando de los partidos a su izquierda como socios preferenciales de su Gobierno en minoría, creo que en este momento hay pocos incentivos para el regreso de una solución de ‘parlamentarismo de contrato’ en la izquierda (socialistas fuertes en las encuestas, comunistas que aún se lamen las heridas de los resultados electorales de 2019 y un PSD nada hostil)”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.