El último ‘superministro’ de Brasil trata de tomar las riendas del presupuesto pese al desgaste de Bolsonaro
Las críticas públicas del presidente de Brasil arrinconan al titular de Economía, Paulo Guedes, mientras el Gobierno discute el futuro de las ayudas públicas
Como si no bastara lo difícil que es redactar un presupuesto estatal que atienda a los intereses de grupos casi antagónicos, el ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, se ha vuelto el blanco de una escalada de críticas emitidas por su jefe, el presidente Jair Bolsonaro. Por detrás del desgaste público del ministro están sus propuestas para atender a un orden supremo: extinguir el programa Bolsa Familia, una marca de los Gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), y sustituirlo por el de Renta Brasil, con un valor de 300 reales (55 dólares) por mes para hasta 20 millones de familias. El valor asignado a los beneficiarios aumentaría un 58%, mientras el Gobierno tiene que decidir –de manera intrínsecamente relacionada– qué pasará con la renta de emergencia por la pandemia, cuyo último tramo de 600 reales (111 dólares) fue destinado a 67 millones de brasileños y venció este viernes.
Guedes dice que el límite del aumento sería de 190 para 247 reales (de 35 a 45 dólares). Y que para eso haría falta acabar con el complemento de renta a aquellos que ganan hasta dos sueldos mínimos, un programa que beneficia a 21 millones de trabajadores; extinguir el programa Farmacia Popular, que ofrece medicinas sin coste o subvencionadas a 50 millones de brasileños; dejar de pagar ayudas a 400.000 pescadores durante la veda; y crear un nuevo impuesto de un 0,2% sobre todos los movimientos financieros, similar a la poco añorada CPMF. El miércoles pasado, Bolsonaro dijo que las discusiones sobre la creación del programa Renta Brasil estaban suspendidas: “La propuesta que el equipo económico me trajo no será enviada al Parlamento. No puedo quitar de los pobres para dar a los más pobres”.
El presidente dio a Guedes tres días para traerle una nueva propuesta. El plazo expira este fin de semana. El lunes es la fecha límite para presentar la Ley de Presupuesto de 2021 al Congreso. Si sigue la tradición, Guedes deberá entregar la propuesta al presidente del Poder Legislativo, el senador David Alcolumbre, del partido Demócratas. Ocurre que los senadores están enfadados con el ministro desde que él se quejó de que el Senado había cometido “un crimen contra el país” al tratar de revertir un veto presidencial que llevaría a no aumentar los sueldos de los funcionarios el próximo año.
Se espera un documento que contemple mucho a la Defensa y poco a las otras áreas. Entre diputados y senadores hay la expectativa de que los recursos de la Defensa saltarán de los 73.000 millones de reales hacia los 108.000 millones de reales (de 13.554 a 20.000 millones de dólares). Mientras tanto, el monto asignado a la Educación se reduciría de los 103.100 millones de reales a los 102.900 millones (un recorte de 37 millones de dólares).
“Hay un déficit muy grande en el área militar. Pero estamos en un momento de postpandemia, de postguerra. Es una discusión que debemos mantener con ellos. Pero no es el momento de agradar a los militares. Es la hora de que todos aporten su contribución”, zanjó el diputado Elmar Nascimento, el portavoz parlamentario de Demócratas, quien será el presidente de la futura Comisión Mixta de Presupuesto que debatirá las finanzas públicas de 2021.
Según la información que llegó a los congresistas, parte de los recursos que engrosarían las arcas de las Fuerzas Armadas provendría de la Educación, para la creación de escuelas civiles-militares. Algo que no es bien visto por especialistas. “Es cambiar el cierto por el dudoso. Desde el punto de vista de la educación, no se tiene evidencia de la efectividad de ese gasto. No está probado que sea mejor invertir en escuelas civiles-militares que en una escuela en tiempo integral o cualquier otra iniciativa que conocemos”, explica Felipe Poyares, asesor de relaciones gubernamentales de la organización Todos Por la Educación.
De ’superministro’ a debilitado
Guedes se desangra públicamente según un guion ya visto antes. Es semejante a lo que pasó con otro superministro del Gobierno Bolsonaro: el exjuez Sergio Moro, quien dimitió de la cartera de Justicia tras una supuesta tentativa del presidente de interferir en la Policía Federal. También sucedió con Luiz Henrique Mandetta, quien fue cesado del Ministerio de Salud por discrepar con la postura negacionista del mandatario en el enfrentamiento a la pandemia de la covid-19. La secuencia es más o menos la siguiente: Bolsonaro primero da señales de apoyo casi inquebrantable a su asesor. Luego pasa a hacer pequeñas críticas. En un dado momento, intensifica sus ataques –es el estadio donde Guedes se encuentra ahora-. En la siguiente, etapa declara que no le dejan gobernar o que los resultados no fueron los esperados. Y, por fin, dimite o ve a su ministro renunciar.
La gestión financiera de Guedes también estuvo bajo los focos por una disputa política este viernes, cuando el Ministerio del Medio Ambiente, comandado por Ricardo Salles, anunció la suspensión de todas las operaciones de combate a incendios en los bosques brasileños por falta de dinero. Su cartera alegó que el Ministerio de Economía, de Guedes, había bloqueado los recursos de combate a los incendios forestales. Pero el vicepresidente, el general Hamilton Mourão, acusó a Salles de haberse “precipitado” y negó que falten recursos. Horas después, Medio Ambiente rectificó el anuncio y dijo que mantendría las operaciones.
Pese a no ser seguro que Paulo Guedes dejará el Gobierno, Bolsonaro ya recibe sugerencias de nombres para remplazar al mando de las arcas públicas. Los más sonados son el ministro del Desarrollo Social, Rogério Marinho, y el presidente del Banco Central, Roberto Campos Neto.
Marinho es un exdiputado federal del Partido de la Social Democracia Brasileña por el Estado de Río Grande do Norte, en el noreste. Fue el ponente de la reforma laboral durante el Gobierno de Michel Temer. Tras no alcanzar la reelección el 2018, fue nombrado secretario especial de Seguridad Social y Trabajo en el Gobierno Bolsonaro, uno de los brazos del Ministerio de Economía. Como tal articuló la aprobación de la reforma de la Seguridad Social en el año pasado y fue uno de los principales aliados de Guedes hasta inicios de este año, cuando pasó a defender más inversiones públicas para estimular la economía. Acabó promovido a ministro del Desarrollo Regional, que tiene como principal función elegir donde se construirán nuevas infraestructuras de saneamiento básico, viviendas subvencionadas y logística.
Pesa en favor de Marinho el apoyo de la clase política, que lo ve como un representante del Parlamento en el Gobierno. En contra de su posible nombramiento están los funcionarios técnicos que entienden qué él tendría que dedicarse más a la economía que a la política. Piensa disputar el Gobierno de Río Grande do Norte en 2022. Campos Neto sería el sustituto ideal para calmar el mercado financiero. Aunque debilitado por Bolsonaro, Guedes mantiene el respaldo de los inversores, que entienden que el ministro tiene la intención de incentivar las privatizaciones de parte de las empresas estatales y aprobar las reformas administrativa y tributaria. Campos Neto es economista y trabajó por 18 años en el banco Santander. Defiende la autonomía del banco central.
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