El regreso de Meng Wanzhou a China y la liberación de los canadienses detenidos ponen fin al ‘caso Huawei’
El incidente era uno de los principales escollos en las deterioradas relaciones entre Pekín, de un lado, y Washington y Ottawa, del otro
La saga del caso Huawei se acaba, y con ella uno de los principales escollos en las relaciones entre Washington y Ottawa, de un lado, y Pekín, del otro. Al mismo tiempo que la directora financiera del gigante tecnológico chino, Meng Wanzhou, llegaba a China después de que Estados Unidos retirase los cargos contra ella, los canadienses Michael Kovrig y Michael Spavor también han sido liberados y han regresado a su país, en un movimiento simultáneo evocador de los intercambios de espías durante los tiempos de la Guerra Fría .
En ambos casos, el recibimiento a su llegada ha sido como a héroes. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se ha fundido a pie de escalerilla en un emotivo abrazo con los “dos Michaels”, como se les conocía popularmente en los círculos diplomáticos en Pekín. China, por su parte, ha hecho de la bienvenida a Meng todo un espectáculo patriótico. Desde el vestido rojo como la bandera con el que la hija del fundador de Huawei, Ren Zhengfei, bajaba del avión mientras la televisión estatal lo retransmitía en directo, al mensaje de bienvenida que se proyectaba en el mayor rascacielos de Shenzhen, la ciudad donde aterrizó y donde Huawei tiene su sede. En la pista de aterrizaje decenas de personas agitaban banderas chinas, y una banderola donde se leía, en colores rojo y amarillo, “bienvenida de regreso a casa, señora Meng Wanzhou”. Dentro de la terminal, una masa de gente gritaba “¡Arriba China!”, entre pancartas con mensajes como “victoria de la justicia”
“¡Por fin he vuelto a casa!”, declaraba la ejecutiva. “Después de un millar de días de sufrimiento, finalmente he vuelto a los brazos de mi patria. La espera en un país extranjero ha estado llena de dolor. En el momento en el que mis pies pisaron tierra china, me quedé sin habla”.
China ha presentado la retención de Meng en Canadá durante tres años como un arresto motivado políticamente. “Es una persecución política contra una ciudadadana china con el objetivo de oprimir a las empresas tecnológicas punteras chinas. Las acusaciones de fraude contra la señora Meng no son más que un invento”, declaraba la portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Hua Chunying, en un comunicado.
El regreso de Meng, de un lado, y de “los dos Michaels”, por otro, pone fin a casi tres años de negociaciones entre bambalinas entre China, por un lado, y Estados Unidos y Canadá, por otro, en un caso que ha deteriorado las relaciones entre los dos bandos a niveles que no se habían registrado en décadas.
El caso estalló el 1 de diciembre de 2018, cuando Meng, hija del fundador de Huawei Ren Zhengfei, quedó detenida por las autoridades canadienses a petición de las de EE UU, mientras hacía escala en la ciudad de Vancouver de camino a México. El Departamento de Justicia en Washington la acusaba de infringir las sanciones estadounidenses sobre Irán, y reclamaba a Ottawa su extradición.
Pekín montó en cólera ante lo que percibió como un ataque politizado contra una de sus empresas punteras en el sector tecnológico y líder en el área del 5G. Apenas dos días más tarde, en represalia, los dos canadienses eran detenidos como sospechosos de espionaje. Kovrig, antiguo diplomático y que en el momento de su arresto trabajaba para la ONG especializada en resolución de conflictos International Crisis Group, fue encarcelado en Pekín. Spavor, un empresario especializado en intercambios culturales con Corea del Norte, fue arrestado en su domicilio en Dandong, en la frontera entre ese país y China.
Spavor había sido sentenciado en agosto a 11 años de cárcel por espionaje y entrega de secretos de Estado a fuerzas extranjeras. Kovrig había sido juzgado en marzo, pero se encontraba aún a la espera de sentencia.
Canadá y Estados Unidos siempre calificaron los arrestos de los dos canadienses como “arbitrarios”. Los diplomáticos chinos a su vez sostuvieron hasta el último momento que los casos no guardaban relación alguna con la detención de Meng, retenida bajo arresto domiciliario en una de sus mansiones en Vancouver. El 3 de septiembre, el Ministerio de Exteriores en Pekín insistía en que “el incidente de Meng Wanzhou y los casos de Michael Spavor y Michael Kovrig son de naturaleza totalmente diferentes. Se han sensacionalizado los casos aislados de los ciudadanos canadienses y se ha acusado falsamente a China de detención arbitraria”.
El nudo gordiano se deshizo cuando el Departamento de Justicia estadounidense llegó a un acuerdo con Meng, por el que la ejecutiva quedaba en libertad a cambio de reconocer públicamente la comisión de actos indebidos de menor importancia. La liberación de la directora financiera y de los dos canadienses representan una rama de olivo entre Washington y Pekín. Abre, quizás, la puerta a un cierto reinicio en las relaciones entre los dos rivales, tras un deterioro generalizado de sus lazos durante los cuatro años de mandato de Donald Trump y que no había mejorado tras la llegada a la Casa Blanca de Joe Biden.
El acuerdo, y su rápido desenlace, se ha dado a conocer precisamente en el día en el que Biden celebraba una cumbre en la Casa Blanca con los miembros del Quad, la asociación informal de seguridad compuesta por EE UU, Japón, Australia e India, y que Pekín percibe como una alianza para limitar su influencia en la región de Indopacífico. Llegaba también una semana después de que se anunciara un pacto de defensa entre Estados Unidos, Australia y el Reino Unido que incluirá, entre otras cosas, la dotación de submarinos nucleares para Canberra. El acuerdo, conocido como Aukus, permitirá reforzar la influencia estadounidense en la región Asia-Pacífico y ha recibido duras críticas de China, que lo considera un nuevo acto hostil.
El pacto entre la fiscalía estadounidense y Meng estará en vigor hasta diciembre de 2022, y hasta entonces Estados Unidos podrá reactivar, si lo considera necesario, el proceso judicial. Si para esa fecha no ha habido denuncia del acuerdo, el caso se considerará definitivamente finalizado. Pocas horas después de la retirada de cargos, los jueces canadienses ponían fin formal al proceso de extradición de la ejecutiva china.
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