Bolivia busca el apoyo de China ante su primera crisis económica en dos décadas
El gigante asiático anuncia mayores inversiones en el país andino, aunque los expertos advierten de que las simpatías políticas no juegan un rol en que estas sean significativas
Bolivia está obteniendo más préstamos e inversiones chinas para enfrentar su primera crisis económica en 20 años. Los montos son pequeños, confirmando la percepción pesimista del gigante asiático sobre el tamaño y la seguridad jurídica de la economía boliviana que se ha observado en la última década. Sin embargo, el reciente convenio con un consorcio chino para ejecutar un proyecto de extracción de litio, mineral del que Bolivia tiene las mayores reservas en salmueras del mundo, puede significar una oportunidad para revertir el desinterés de China y de otros países inversionistas.
La semana pasada, el presidente Luis Arce anunció que la inversión del consorcio chino CATL, Brunp y CMOC (CBC) en la extracción del litio boliviano aumentaría de unos 1.000 ya acordados a 1.400 millones de dólares. Poco antes, había informado que se construirá una planta de refinación de zinc con un préstamo de 250 millones de dólares del Eximbank-China.
China es el principal socio comercial de Bolivia, pero la relación es desigual: la exportaciones bolivianas al país asiático, minerales, han sido apenas el 20% de las exportaciones chinas a Bolivia, que recibe toda clase de bienes terminados. La inversión directa china, sobre todo en minería, ha sido insignificante comparada con la que reciben los vecinos Perú y Chile. Y aunque China es la principal fuente bilateral de créditos, solo ocupa una posición secundaria dentro de la deuda externa total. “Todos los flujos que llegan de China a Bolivia son pequeños”, señala el experto Daniel Agramont. “Esto siempre ha sido así y no creo que haya cambios, porque los chinos no actúan por simpatías políticas, sino por sus intereses”, añade el economista.
Los gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS) han priorizado las relaciones económicas con la potencia asiática y, por eso, en términos relativos, la presencia de China ha seguido una clara línea ascendente. “Entre 2005 y 2018, Bolivia multiplicó sus exportaciones a China 19 veces y sus importaciones 13 veces”, señala el economista Napoleón Pacheco, uno de los autores del libro El capital corrosivo, en el que estudia las inversiones de Estados “no democráticos” que han hecho negocios en el país. En cuanto a la deuda con China, esta aumentó 26 veces en los gobiernos de Evo Morales.
Felicitamos a nuestro hermano Xi Jinping reelegido por unanimidad en la Asamblea Popular Nacional para un 3er mandato como presidente de la República Popular China y Presidente de la Comisión Militar. pic.twitter.com/toAjeEzlJa
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) March 10, 2023
“Más que China, en Bolivia están presentes empresas chinas que, con apoyo de su Estado, ejecutan la política go out [ir fuera] que Pekín comenzó en 2001″, explica Agramont. Desde 2011, cuando llegaron por primera vez al país, estas empresas han trabajado sobre todo en la construcción de carreteras, puentes y plantas industriales. Otro economista, José Luis Evia, ha enumerado 28 empresas que tienen presencia en Bolivia, entre ellas algunas de gran tamaño, como la CAMC o la Sinohydro.
Varias han trabajado en ecosistemas frágiles, como la Amazonia, despertando, en general, el rechazo de la población. Una encuesta de hace cinco años mostró que los bolivianos tenían mejor percepción de China como país que de sus empresas. “Las empresas chinas han estado metidas en toda clase de escándalos”, afirma Agramont. Los estudios sobre este tema muestran la existencia de problemas laborales, ambientales, incumplimientos técnicos y choques culturales entre los trabajadores chinos y las poblaciones rurales bolivianas. En varias ocasiones, los trabajadores locales han denunciado que sus patronos chinos los trataban con arrogancia y querían reducirlos a la “esclavitud”, aludiendo métodos extenuantes de trabajo.
En 2016, CAMC estuvo vinculada al deterioro de la imagen del entonces presidente Evo Morales por su relación personal con una de las gerentes bolivianas de la contratista china, quien afirmó haber tenido un hijo con él. Hace poco, Jin Zhengyuan, ejecutivo de la empresa China Harbour Engineering Company fue sobreseído del cargo de sobornar a funcionarios bolivianos para obtener un contrato para una carretera. Este fallo no satisfizo a casi nadie, porque, antes, el principal testigo contra Zhengyuan murió de una forma no esclarecida en Estados Unidos. El asunto ha sido parte del arsenal de acusaciones de Morales contra el Gobierno de Arce, que ha ido escalando en los últimos meses a pesar de que ambos son miembros del mismo partido político.
El litio, en el centro de la discusión
El Gobierno boliviano anunció un acuerdo para la extracción de litio con el consorcio CBC en enero de este año. Los especialistas consultados por este periódico consideran a CBC como una empresa “seria”. Uno de sus socios es CATL (Contemporary Amperex Technology), la más grande fabricante de baterías eléctricas del mundo. El ejecutivo de esta, Burton Roy, estuvo a lado de Arce cuando este anunció el incremento de la inversión comprometida.
Pero el proyecto inicial de Bolivia de incluir en el proceso a otras empresas extranjeras que, al igual que los chinos, lograron altos niveles de recuperación de litio de sus salares, no se ha cumplido hasta ahora. Las mayores críticas al acuerdo con CBC, desde fuentes vinculadas a las otras empresas interesadas, atacan la honestidad de la elección del consorcio chino. No ayuda el hecho de que todavía no se haya firmado un contracto con CVC y que el convenio no sea público. Queda mucho por trabajar para crear las condiciones legales y políticas que podrían garantizar que el proyecto sea exitoso. Las regiones bolivianas potencialmente productoras, Potosí y Oruro, aspiran a obtener, con el costoso litio, rentas mucho mayores que las que ahora están establecidas para compensarlas por la extracción de minerales.
“La legislación boliviana en materia de recursos naturales no renovables es durísima; solo el Estado puede explotarlos”, dice Agramont. “Por eso no ha habido mucha inversión minera o petrolera china, como tampoco de otros países. El convenio con CBC constituye una ventana de oportunidad. Si el Gobierno encuentra la manera de que esta concesionaria china trabaje –y su acceso privilegiado a las reservas bolivianas de litio no sirva solamente para mejorar su cotización bursátil–, después Bolivia podría ser más atractiva para inversiones de China o de otros países”, señala. “Pero no será fácil”, advierte el analista.
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