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Reforma de las pensiones, protestas en la ‘banlieue’ y ley migratoria: el año de todas las crisis para Macron

El presidente francés empieza 2024 con importantes fracturas dentro de su Gobierno y con el desafío de vencer a la extrema derecha en las elecciones europeas de junio. En julio y agosto, Francia acogerá los Juegos Olímpicos de París

French President Emmanuel Macron
El presidente francés, Emmanuel Macron, durante un acto en el Elíseo, el pasado 20 de diciembre en París.POOL (via REUTERS)
Sara González

Un año turbulento, marcado por las protestas en contra de la reforma de las pensiones, el estallido de las banlieues y la adopción en diciembre de la ley migratoria con los votos de la derecha y la extrema derecha. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha cerrado 2023 con profundas fracturas dentro de su Gobierno y enfila ahora un periodo clave de su segundo y último mandato, con las elecciones europeas de junio y los Juegos Olímpicos de París en julio y agosto como telón de fondo.

Las últimas semanas han dejado heridas profundas en el Ejecutivo centrista. En su tradicional discurso televisivo de fin de año este domingo, Macron ofreció un breve balance de los meses transcurridos y se refirió tanto al conflicto en Ucrania como a la guerra en la franja de Gaza. También subrayó que “el año 2024 debe ser, ante todo, un año de determinación”. Poco ha trascendido hasta ahora de sus intenciones, salvo que en enero organizará, según había dicho al diario Le Monde, una “cita con la Nación” con el objetivo de enviar un “mensaje de unidad”.

Las fisuras existen, sobre todo dentro del propio bloque presidencial. La última se evidenció tras la aprobación de la nueva ley de inmigración el 19 de diciembre, después de que los macronistas acordaran una versión más dura del texto con la derecha de Los Republicanos (LR). Una cuarta parte de los diputados que apoyan a Macron votaron en contra o se abstuvieron. El ministro de Sanidad, Aurélien Rousseau, dimitió. Y otros amenazaron con hacerlo por considerar que la ley cruzaba líneas rojas.

El curso político ya estuvo marcado por la agitación parlamentaria. El dirigente francés, reelegido en abril de 2022, no dispone de la mayoría absoluta que le permitió aprobar leyes sin obstáculos en su primer mandato. Con una mayoría relativa, Macron se ve obligado a negociar texto por texto en cada reforma que quiera sacar adelante. Así, la ley de inmigración tuvo que ser renegociada con la derecha después de que el conjunto de la oposición rechazara debatirla en la Asamblea Nacional.

La nueva versión fue apoyada por el Reagrupamiento Nacional (RN), el partido de extrema derecha que lidera Marine Le Pen, quien no tardó en reivindicar una “victoria ideológica”. Una parte de los franceses votó a Macron en 2022 para evitar que Le Pen llegara al poder. Su partido es el gran favorito para ganar las próximas elecciones europeas de junio, según los sondeos. En su mensaje del domingo, el presidente hizo una referencia a los comicios, en los que se elegirá, según él, entre “continuar Europa o bloquearla”.

Las heridas de la reforma de las pensiones

El mensaje de Macron cerró también un año marcado por la revuelta de las banlieues, desencadenada tras la muerte el 27 de junio de un menor de edad por el disparo de un policía. Además, la adopción en abril de la reforma de las pensiones dejó también heridas profundas y evidenció la brecha entre el dirigente y la ciudadanía.

A pesar de las multitudinarias protestas, las huelgas y la oposición de la mayoría de los franceses, el Ejecutivo aprobó aumentar la edad de jubilación desde los 62 a los 64 años. Lo hizo a través del artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar una ley sin pasar por el voto de los diputados. La reforma, junto con la ley migratoria, era uno de los proyectos estrella de Macron en su campaña presidencial. Ambas le han costado un duro rechazo. Y no han quedado del todo atrás. En el caso de la ley de inmigración, el presidente ha apelado al Consejo Constitucional ―equivalente al Tribunal Constitucional― para que verifique la legalidad de los puntos más polémicos. La decisión se conocerá en enero. Macron, sin embargo, insistió el domingo en que el año que empieza será de “esperanza” y de “orgullo”. “Este año determinará gran parte de nuestro futuro”, destacó.

En el ámbito diplomático, 2024 colocará a Francia bajo los focos. Al menos tres citas reunirán a dirigentes internacionales en el país. La primera será en junio, con la celebración del 80° aniversario del desembarco de Normandía. El evento político tendrá lugar unos días antes de las elecciones europeas del 6 al 9 de junio. Los Juegos Olímpicos de finales de julio y principios de agosto ofrecerán otra oportunidad a Macron para el lucimiento internacional. El curso terminará con la reapertura prevista en diciembre de la catedral de Notre Dame, cerrada desde el grave incendio de 2019.

Pero el horizonte, de momento, es borroso. “Hoy no hay agenda. Es una nueva página por escribir, y corresponde al presidente de la República decir qué nuevos capítulos vamos a protagonizar”, declaró el presidente del Modem (Movimiento Democrático), François Bayrou, uno de los aliados más fieles de Macron, el jueves en la emisora France Inter. Algunos temas ya están, no obstante, en el orden del día. El mandatario prometió consagrar el derecho al aborto en la Constitución en el primer trimestre. La interrupción voluntaria del embarazo fue despenalizada en 1975, pero no hay nada en la Ley Fundamental que lo garantice. Otro de los asuntos que deberán debatirse en 2024 es el de la muerte digna. En Francia no son legales ni el suicidio asistido ni la eutanasia. Un proyecto de ley será presentado en febrero, afirmó el presidente, después de varios debates pospuestos.

A corto plazo, el gran interrogante será si habrá una remodelación del Gobierno, tras las heridas dejadas por el debate de la ley migratoria. Macron ya hizo cambios en julio, aunque de manera limitada, tras las crisis de la banlieue y de las pensiones. La pregunta sigue abierta.

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