Mocro Maffia, la organización criminal más temida de Europa que salió de un barrio de Ámsterdam
Compuesto por holandeses y belgas de origen marroquí, su líder Karim Bouyakhrichan huyó hace unos días de España tras obtener la libertad condicional
El 28 de agosto de 2014, en Benahavís (Málaga), Samir Bouyakhrichan, apodado Scarface, tomaba algo con unos amigos y socios ―entre los que se encontraba un popular rapero holandés― en la terraza de un local. Un coche frenó ante su mesa y Samir, vestido con pantalón corto y chanclas, salió corriendo. Dos sicarios le persiguieron, le dispararon y lo remataron en el suelo.
El 12 de diciembre de 2016, en Dublín, la policía irlandesa recibió la información de que un comando de siete personas con armas largas y explosivos estaba preparado para atacarles. El objetivo era el convoy policial que iba a trasladar hasta el tribunal a Naoufal Fassih, detenido meses antes. En la capital de Irlanda, Fassih vivía y trabajaba asociado con el clan Kinahan, el más poderoso de la mafia irlandesa, con el que importaba cocaína desde Colombia. La policía tuvo que preparar un traslado propio de un jefe de Estado, incluido un helicóptero, y finalmente Fassih pudo ser condenado.
En diciembre de 2019, Ridouan Taghi fue detenido en Dubái y extraditado a Países Bajos acusado de asesinar a un abogado, un testigo, un bloguero, a un periodista y ordenar al menos 100 ajustes de cuentas. Tenía contactos con el Gobierno de Irán, había amenazado al primer ministro holandés Mark Rutte y formaba parte de una organización que movía un tercio de la cocaína de Europa.
En Medellín, en febrero de 2020, Said Razzouki fue detenido por la policía colombiana en colaboración con el FBI y la DEA. Razzouki vivía en una casa propiedad del cartel del Golfo y cambiaba su aspecto cada pocos días para pasar desapercibido.
En julio de 2023, Vicente Zambada, hijo de El Mayo Zambada, líder del cartel de Sinaloa, subió un vídeo a internet destinado a Othman El Ballouti en el que le pedía, con educación pero firmeza, que abonara las deudas pendientes por la compra de toneladas de cocaína.
Todos los capítulos descritos parecen sacados de una ficción, pero son reales. Y sus protagonistas son los jefes de un denominador común: la Mocro Maffia. La que, con permiso de las bandas de los Balcanes y la mafia calabresa es hoy la organización criminal más temida de Europa.
Socavar al Estado
“La primera vez que escuché hablar de ellos fue alrededor de 2012″, explica un jefe policial especializado en la lucha contra el crimen organizado. “Por entonces, teníamos un agregado de Interior en La Haya que nos envió unos informes en los que se hablaba de Ondermijen, algo así como el socavamiento. La prensa de Países Bajos usaba este término para referirse a un grupo de clanes que empezaban a desafiar al Estado. A socavarlo”.
Este grupo de clanes, nacidos en los años noventa las calles del barrio de De Pijp, en el sur de Ámsterdan, se formaron en una época en la que Países Bajos decidió legalizar el hachís. “Pasaron a controlar los coffe shops y, con las ganancias, decidieron ir más allá: cocaína y anfetaminas”, explica un investigador policial. “Casi todos ellos son holandeses nacidos en los ochenta de familias marroquíes con pocos recursos. De ahí el término mocro, que es como se les conoce en Países Bajos”.
En pocos años los clanes extendieron sus tentáculos por el resto del país y por la vecina Bélgica. De Mixers, Las Tortugas, Clan de Rocky... Decenas de facciones se hicieron sorprendentemente poderosas y convirtieron los puertos de Amberes y Róterdam en la puerta alternativa de entrada de la cocaína en Europa. Era lo que las organizaciones colombianas y mexicanas estaban deseando, toda vez que las rutas que desembocaban en España (Galicia y Andalucía, especialmente) e Italia (Calabria, sobre todo) estaban estrechamente vigiladas. La alianza se fraguó sólida y veloz.
Guerra de clanes
Por encima de todos, dos clanes destacaron: los Martha y los Benaouf. En 2012 estalló una guerra entre ellos que convertiría a la Mocro Maffia en una red criminal mediática en el norte de Europa. Saltaron de los ajustes de cuentas en suburbios de Ámsterdam a estructuras mafiosas. Los Martha estaban liderados por el poderosísimo narco Gwenette Martha, asesinado con 80 disparos de un Kaláshnikov en 2014 en una calle de Ámsterdam. Los Benaouf tenían al frente a Benaouf Adaoui, quien intentó fugarse en helicóptero de una prisión holandesa en 2017. El helicóptero fue derribado. De nuevo, lo inverosímil.
El robo de 200 kilos de cocaína en Amberes fue el detonante del enfrentamiento, conocido como Mocro War. Se prolongó durante años y dejó centenares de asesinados con fusiles y bombas, muchas de ellas en los coffe shops propiedad de los clanes. Se dieron escenas inauditas: un miembro de uno de los clanes fue asesinado a tiros en el hall de entrada de uno de los mejores hoteles de Ámsterdam delante de los huéspedes y en 2016 la cabeza de Nabil Amzieb apareció en una caja frente al Fayrouz, un conocido bar de sishas de la ciudad. La escalada violenta fue meteórica y cruel. Madres, hermanos e hijos empezaron también a caer. El Gobierno de Países Bajos admitió estar desbordado.
La Mocro War no frenó tras la caída de los dos líderes. El relevo lo tomaron Naoufal Fassih y Samir Bouyakhrichan. El primero se instaló en Dublín, donde se alió con la mafia irlandesa para importar cocaína vía Marbella. El segundo optó por mudarse directamente a la Costa del Sol. Ambos duraron poco: Fassih fue arrestado y Samir asesinado, en dos de las escenas que abren este relato. El hermano de este último, Karim Bouyakhrichan, se fugó hace unos días tras ver cómo la Audiencia Provincial de Málaga le concedía la libertad bajo fianza de 50.000 euros.
Rutas de cocaína
A estas alturas las facciones de la Mocro Maffia ya no eran bandas de criminales, eran organizaciones mafiosas conocidas por todos y con capacidad para socavar el Estado holandés. La clave estuvo en el dominio que lograron de las rutas de la cocaína: la mayoría de los clanes consiguieron controlar en origen el envío de la droga desde Colombia, Brasil o Perú, con miembros de los grupos instalados en estos países de la misma forma que la mafia albanesa está instalada en Ecuador. Jueces, abogados, periodistas y funcionarios del Estado en Países Bajos comenzaron a ser supuestamente sobornados, cuando no intimidados y amenazados, La Mocro Maffia se consolidó, el monstruo empezó a devorarlo todo y en Holanda hasta se estrenó una serie de televisión titulada Mocro Maffia. Las líneas rojas se fulminaron cuando entró en escena Ridouan Taghi, el capo di tutti i capi.
Taghi, considerado por Países Bajos como el narcotraficante más peligroso de Europa, consiguió línea directa con el cartel mexicano de Sinaloa y convirtió el puerto de Róterdam en la entrada de cocaína más importante del continente. En su ascenso delincuencial, la organización de Taghi ordenó el asesinato, según las autoridades, de casi un centenar de miembros de otros clanes, varios de ellos tiroteados en la Costa del Sol, donde, a estas alturas, la Mocro Maffia ya estaba instalada casi al mismo nivel que en su país natal. Y ahí sigue.
En 2016, Taghi ordenó matar al bloguero Martin Kok; en 2017, asesinó al hermano de un testigo que iba a declarar contra él y después a su abogado. En 2018, su organización lanzó un cohete contra la redacción de la revista Panorama y puso una furgoneta bomba frente a la sede del periódico De Telegraaf.
Taghi se instaló en Dubái en 2019 y se asoció con un miembro de la Camorra napolitana, un líder de la mafia irlandesa y un narco de los Balcanes para formar el conocido como Super Cartel, una alianza que llegó a rozar el monopolio del tráfico de cocaína en Europa. Taghi dio un paso más cuando ordenó asesinar al popular periodista Peter R. De Vries, tiroteado en un bulevar de Ámsterdam. En diciembre de 2019 fue detenido en su villa de lujo en Dubái y extraditado a Países Bajos, donde cumple cadena perpetua.
Con su detención, la policía neerlandesa declaró a Karim Bouyakhrichan, apodado Taxi, como el más buscado. Su clan es el responsable de haber amenazado a la mismísima princesa heredera, Amalia de Holanda, que se ha visto obligada a aumentar su equipo de escoltas. Instalado en Marbella, la Policía Nacional logró arrestarlo el pasado enero tras cinco años de investigación, pero una decisión judicial permitió su fuga hace unos días.
Según explica una fuente jurídica, lo que hizo el abogado de Bouyakhrichan fue “aprovechar los cambios de turno de guardia para calcular los tiempos y hacer que la puesta en libertad por parte de la Audiencia Provincial de Málaga coincidiera con un vacío laboral en los turnos de guardia de la Audiencia Nacional”, que había ordenado su encarcelamiento. Es decir, el narco más buscado del norte de Europa se coló por una rendija del sistema.
“Desesperante”, dice un mando policial que prefiere ocultar su identidad. “Países Bajos ha invertido 100 millones de euros en la lucha contra la Mocro Maffia, logró descrifrar Encrochat (una aplicación de mensajería encriptada) y detener a cientos de ellos. ¿Y aquí? La Mocro Maffia está en la Costa del Sol desde hace años y no parece importarle a nadie”.
La Policía es clara: “Necesitamos urgentemente más y mejor tecnología, más agentes y cambiar los procesos judiciales. No podemos seguir con estas instrucciones. Peleamos con las manos atadas”. De momento, trabajan ya en intentar localizar, una vez más, a Bouyakhrichan, el último gran capo de la Mocro Maffia que, en pocos años, se ha convertido en una de las organizaciones más temidas del mundo.
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