La muerte de un inmigrante africano tiroteado por la policía desata disturbios en la periferia de Lisboa
La víctima era un camarero de origen caboverdiano que se había reinsertado tras pasar por la cárcel
Hubo un momento en la vida de Odair Moniz en el que todo le empujaba hacia el torbellino de la violencia. Se envolvió en el tráfico de drogas, robó, condujo sin permiso y acabó en la cárcel. Pero esa vida quedó atrás. Cuando fue tiroteado por la policía el lunes en el barrio da Cova da Moura, en el área metropolitana de Lisboa, era un camarero que había tenido a su tercer hijo hace dos años y que se había reinsertado en la sociedad. No tenía cuentas pendientes con la justicia ni con la policía. Y, en sus testimonios, los vecinos alaban su afabilidad y bonhomía.
El incidente que causó la muerte de Moniz, de 43 años, es más confuso conforme pasan las horas. Si la Policía de Seguridad Pública (PSP) difundió un primer comunicado afirmando que el hombre se resistió a los agentes y mostró un cuchillo, han sido las declaraciones del propio agente que le disparó las que han echado por tierra esta versión al negar que portase un arma blanca. El camarero conducía su coche por Cova da Moura, una barriada donde reside una gran comunidad de inmigrantes caboverdianos como el propio Moniz, cuando comenzó a ser perseguido por una patrulla policial, que consideró sospechosa su forma de conducir.
El hombre ignoró las señales y emprendió una huida en la que chocó con algunos vehículos hasta que finalmente se detuvo y salió del coche. En ese momento, según la policía, se produjo un enfrentamiento físico y uno de los agentes disparó tres veces: una vez al aire y dos contra Moniz, que llegó con vida al hospital San Francisco Javier, donde falleció poco después.
Tras conocerse la muerte, se produjeron algunos incidentes en el barrio de Zambujal, donde residía Moniz, con incendios de contenedores, pero la violencia creció a partir de la noche del martes y se extendió a otras localidades del área metropolitana de Lisboa. Esa noche ardieron dos autobuses y varios coches. Además, la policía detuvo a tres personas. Dos agentes y dos pasajeros sufrieron heridas leves.
Los disturbios han vuelto a repetirse durante la noche del miércoles en cinco localidades, aunque son incidentes aislados y protagonizados por pocas personas, que quemaron contenedores y algunos automóviles. Con las detenciones de las últimas horas, hay ya 13 personas arrestadas por la policía. Los disturbios han causado tres heridos, uno de ellos de gravedad. Es el conductor de un autobús incendiado en un barrio de Loures, en el área metropolitana, que está ingresado en la unidad de quemados del hospital de Santa María, en Lisboa. El despliegue policial ha ido creciendo cada noche y el primer ministro, el conservador Luís Montenegro, advirtió de que las autoridades endurecerán la respuesta policial: “Tomaremos todas las medidas necesarias para que el derecho a manifestarse no colisione con el derecho a la paz, al orden público y a la tranquilidad en la movilidad de la gente”.
Montenegro convocó este jueves una reunión en el palacio de São Bento con alcaldes de la Gran Lisboa, una de las áreas más pobladas del país y que integra a nueve municipios, para debatir soluciones para atajar la violencia. Al finalizar, el ministro de Presidencia, António Leitão Amaro, explicó que pondrán todos los medios disponibles del Estado para acabar con la ola de violencia y que se reforzará la seguridad de los autobuses.
Uno de los líderes de los disturbios aseguró en una entrevista a la cadena SIC que la situación se le había ido de las manos y que ya estaba fuera de su control. En una conferencia de prensa en Lisboa, el director nacional suplente de la Policía de Seguridad Pública, Pedro Gouveia, señaló que están rastreando las redes sociales para identificar a las personas que están incitando a la violencia. Gouveia negó que los agentes intentasen entrar en el edificio de Zambujal donde residía el fallecido, como afirma la familia, que ha presentado una denuncia, según su abogada, Catarina Morais. La puerta de entrada al piso muestra que sufrió golpes violentos y tiene parte de los marcos arrancados. Algunos familiares de la víctima aseguran que fueron golpeados por policías que invadieron la vivienda al día siguiente de la muerte de Moniz.
El episodio provocó el miércoles un agrio debate en la Asamblea de la República, especialmente duro entre el líder del partido de ultraderecha Chega, André Ventura, y los representantes de la izquierda, en sus antípodas ideológicas a la hora de analizar los disturbios. Mientras, la coordinadora del Bloco de Esquerda, Mariana Mortágua, criticó que en estos barrios “el Estado solo entra armado y con casco, registra antes de preguntar el nombre, golpea antes de llamar al timbre y dispara sin que sea necesario”. Ventura exigió al Gobierno mano dura y elogió sin fisuras la labor de las fuerzas de seguridad. “Cualquier incidente con una minoría en Portugal da lugar a la culpabilización de la policía”, recriminó, antes de leer ante la cámara mensajes que incitaban al vandalismo en el centro de Lisboa. “Estos no son víctimas, son bandidos que están destruyendo nuestro país”, bramó entre el entusiasmo de su bancada, puesta en pie.
Los tumultos han provocado incluso una reacción del primer ministro de Cabo Verde, Ulisses Correia e Silva, que mostró su confianza en la justicia portuguesa para esclarecer la muerte de Odair Moniz y criticó los ataques dirigidos a la comunidad caboverdiana, la tercera más numerosa entre las nacionalidades de extranjeros que residen en Portugal con algo más de 35.000 personas procedentes del archipiélago africano que fue en su día colonia lusa.
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