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72 horas para combatir la desinformación y manipulación de los votantes en las elecciones europeas

Las autoridades confían en frenar los peores ataques contra los comicios comunitarios, que ya han comenzado en varios países

Elecciones europeas
Visitantes de las jornadas de puertas abiertas de las instituciones europeas con motivo del Día de Europa, en Bruselas, el 4 de mayo.FREDERIC SIERAKOWSKI (EFE)
Silvia Ayuso

En un año superelectoral que tiene a casi medio planeta votando, las elecciones europeas suponen un desafío especial, con 27 comicios celebrados en otros tantos países casi de forma simultánea —algunos han empezado a votar ya, pero la mayoría lo hará este domingo— y con la amenaza de intentos de desinformación y manipulación ciudadana más presente que nunca. Un peligro que acecha desde fuera, especialmente desde la Rusia de Vladímir Putin, interesada en una UE debilitada, pero también desde dentro de los Estados miembros, con los nacionalismos y las fuerzas euroescépticas creciendo en todas partes. Un riesgo que tiene en alerta máxima a Bruselas, sobre todo ahora que la cuenta atrás del 9-J ha comenzado.

“El momento más problemático empieza ahora, en las 72 horas antes de las elecciones”, advirtió este miércoles el jefe de la división de comunicaciones estratégicas del Parlamento Europeo, Lutz Güllner, en una rueda de prensa en la Eurocámara, que este domingo se convertirá en el centro neurálgico del recuento de los votos de los más de 360 millones de ciudadanos convocados a las urnas en toda la UE.

Intentos de desinformación se han dado a raudales en las últimas semanas y meses. Como el bulo en Italia, circulado en Facebook y TikTok, que afirmaba que las leyes europeas exigen un referéndum inmediato para salirse de la UE si la participación electoral es baja. Algo que, señala el último boletín diario de desinformación del Observatorio Europeo de Medios Digitales (EDMO), busca “instar a la gente a no votar en las elecciones” europeas. También en Alemania o España ha habido campañas en redes animando a ciudadanos a realizar prácticas que invalidan el sufragio, como marcar la papeleta. Y no se apunta solo a los ciudadanos: también a medios o políticos, cuyas webs o identidades son suplantadas, y hasta a los mismos fact checkers, los encargados de desbaratar este tipo de bulos. Una empresa finlandesa, Check First, reveló recientemente la “Operation Overload”, una campaña que buscaba diseminar información prorrusa en Occidente mediante la manipulación de más de 800 fact checkers, investigadores y medios de comunicación en más de 75 países.

“Actores de desinformación han impulsado información falsa sobre cómo votar, han desalentado a ciudadanos a ir a las urnas o han buscado sembrar división y polarización en vísperas del voto copando temas de alto perfil o controvertidos”, confirman la Comisión y el Parlamento europeos.

Pero, según los expertos de la Eurocámara, aunque se ha detectado un incremento de la actividad, no se ha identificado una “explosión” de los intentos de manipulación. “No hay una campaña disruptiva que hayamos detectado o que estemos viendo en estos momentos”, dijo Güllner. Lo que no implica que se pueda bajar la guardia ni ahora ni tras los comicios, precisó. Porque si bien las elecciones son el momento culminante de las campañas de desinformación por su simbolismo democrático, el fenómeno es un problema “sistémico” que comienza mucho antes y continúa también tiempo después, a veces de forma latente a la espera del momento adecuado para cumplir su propósito de desbaratar las democracias desde dentro.

“Elecciones, sobre todo las de alto perfil como las europeas, suponen un punto álgido de abusos de contenidos que vemos en todo momento en nuestras plataformas, pero que alcanzan su pico durante el periodo electoral”, confirma el director de Integridad Electoral Global en Google, David Vorhaus. Google es una de las grandes plataformas (VLOPS) a las que se le aplica íntegramente la Ley de Servicios Digitales (DSA), una de las normas aprobadas en este mandato europeo para combatir la desinformación y que obliga a Facebook, X o TikTok a retirar de inmediato contenidos ilegales y ayudar a combatir la manipulación.

En febrero, la Comisión publicó una guía para la “integridad electoral” que deben aplicar estas plataformas y buscadores para “mitigar riesgos sistémicos que puedan amenazar la integridad de los procesos electorales”. Estos van, explica Vorhaus, desde cuestiones relativamente sencillas, como asegurarse de que quien googlee información sobre elecciones europeas sea automáticamente dirigido a webs oficiales de la UE, a cuestiones más complicadas como la transparencia en publicidad electoral —algo que organizaciones especializadas como XNet cuestionan se esté realizando bien— o, sobre todo, afrontar nuevos riesgos, especialmente los vinculados a la inteligencia artificial (IA).

Porque los intentos de manipulación no son nuevos, ni siquiera los métodos, coinciden todos. Lo que sí es novedoso son algunas de las tecnologías utilizadas para ello, especialmente la inteligencia artificial generativa y la simplificación de las herramientas para usarla, lo que las pone al alcance de mucha más gente. “Los objetivos finales, la forma en que piensan en operaciones de desinformación o ataques avanzados persistentes son similares. Lo que es diferente es que la IA generativa les permite, potencialmente, lograr más a una mayor escala y de manera más eficaz tanto en la creación como la diseminación del contenido. Y eso es lo que nos preocupa”, reconoce Vorhaus.

Por el momento, la UE se siente lista ante el desafío. “Hay amenazas, pero estamos preparados para la situación”, confía la portavoz parlamentaria Delphine Colard. La prueba de fuego no tardará en llegar. El reloj ya corre.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.
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