Los beneficios del teatro para los niños: creatividad, expresión y educación en empatía
Esta disciplina artística hace que los más pequeños expresen sus emociones y sentimientos y es de gran ayuda para el desarrollo de la curiosidad o la imaginación
El teatro es un como un monstruo de tres cabezas que vive en una cueva y se asoma dos o tres veces al día. Es más de noche que de día. Y muy amigo de la luz artificial. El escritor Max Aub decía que esas tres cabezas del monstruo eran la obra, los actores y el público; y “no siempre casado con la calidad, de sus relaciones depende el éxito”. Se abre el telón y aparece la imaginación. La gerente del Teatro del Barrio, Ana Camacho, explica que el teatro es una forma de expresión que ayuda a abrir la mente. Y asegura que “cualquier tipo de estímulo cultural es bueno a cualquier edad”. “Porque nos mueve por dentro y nos hace estar más despiertas”, asegura, así que es muy de provecho recibir esos estímulos cuando el cerebro está aún en sus momentos de mayor desarrollo. Para Camacho no todas las personas son capaces de expresar los sentimientos con la palabra: “Es por eso que se necesita el arte”.
Desde el Teatro del Barrio procuran programar obras para todo tipo de públicos, como los musicales Piccolino y Aúpa Leré, ya que “las familias deben inculcar el valor de cualquier tipo de arte a las criaturas, incluyendo el teatro, porque el arte abre otros mundos”. Para Camacho las personas no somos uniformes y el teatro “es una herramienta estupenda para entendernos y aceptarnos”. Y como dice la frase: “El teatro llega donde no llegan otros tipos de caricias”.
Desde La Posada de Hojalata, escuela creativa y artística de Alcalá de Henares, el director David Vicente afirma que a las criaturas, además de divertirles, el teatro les aporta muchas herramientas útiles para el desarrollo. “La empatía hacia los sentimientos de otras personas, la capacidad de expresión corporal y verbal, la pérdida de miedo a hablar en público, el aumento de la capacidad creativa y de trabajo en equipo”. Esta escuela lleva abierta desde 2013 y niños y adultos reciben cursos de escritura creativa, teatro o cine. Frente a la ausencia de practicar y desarrollar las artes en el currículum escolar, padres y madres acuden a La Posada de Hojalata a suplir las carencias en arte de los centros educativos.
Vicente asegura que “parece que todo lo que no tiene un reflejo práctico e inmediato no sirve para nada, y esto es absurdo”. Para el escritor y director se deja de lado la verdadera esencia del ser humano en beneficio de la supuesta búsqueda de profesionales futuros. “El arte es un medio para el desarrollo creativo y el canal de expresión del ser humano. Con el teatro se aporta una visión sobre el mundo y lo que lo rodea”, argumenta. A través de las diferentes disciplinas artísticas, los niños y las niñas transmiten sus emociones y sentimientos. Y gracias a ello, pueden comprenderse mejor tanto a ellos mismos como a sus iguales. David Vicente considera que el teatro educa en la empatía y esta es cada vez más necesaria en un mundo que ningunea a tantas personas.
El Centro Dramático Nacional está llevando a cabo el programa Nuevos Dramáticos. Cada temporada un grupo de 25 niños de ocho a 10 años, que acuden a sus centros educativos cerca de los espacios del Centro Dramático Nacional, tienen a posibilidad experimental la magia del teatro. Lucía Miranda es la coordinadora pedagógica y más allá de este proyecto es directora y fundadora de Cross Border, la compañía especializada en trabajo con comunidades y con el teatro como herramienta de transformación. Ella cuenta que la finalidad del mismo es el desarrollo de la curiosidad, la imaginación y la improvisación como herramientas de vida: “La escucha al otro como base de la democracia y de una buena convivencia, la transmisión de emociones y su reconocimiento”.
Sobre el proyecto, afirma, tienen varios objetivos. Por un lado, está que los niños conozcan el teatro como espacio y los distintos trabajos que allí se desempeñan. Cree que mediante el juego, no como una visita al uso, las personas que en él trabajan (maquinistas, taquilleras, limpieza, escenografía, vestuario, iluminación) realizan talleres de creación con los niños y niñas para que de forma práctica conozcan la labor de cada figura. También tienen sesiones únicamente con Miranda en las que trabajan cómo moverse y hacer coreografías. “Esta temporada estoy usando viewpoints y es maravilloso verlos crear pequeñas piezas de movimiento”, cuenta ella. Para la directora, con los talleres de teatro se entrena la escucha, “esencial en el trabajo actoral”, y en algunas ocasiones también se aprende a escribir y componer una pieza: “Jugamos, jugamos mucho, generamos elenco y también un espacio para que hablen y compartan temas que les importan o preocupan”.
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