Meloni se afianza
Pese a la escasa participación, la ultraderecha de Hermanos de Italia recibe un espaldarazo en las elecciones regionales de Roma y Milán
Giorgia Meloni ha visto reforzada su posición electoral tras la victoria de su formación de ultraderecha Hermanos de Italia en las regiones de Lombardía y Lacio durante las elecciones locales celebradas este fin de semana. A pesar de que las elecciones duraron dos días, domingo y lunes, la participación apenas alcanzó el 41,61% en Lombardía y un ínfimo 37,71% en Lacio. De esta manera, los centros político (Lacio, con Roma) y económico (Lombardía, con Milán) de Italia serán gobernados en coalición por Meloni junto a Forza Italia, de Silvio Berlusconi, y la Liga, de Matteo Salvini. En ambas regiones, además, la formación de Meloni ha superado a sus socios de coalición.
Pero los resultados no revelan tanto un respaldo a la derecha como un muy mal resultado de una izquierda en plena recomposición. El candidato de la Liga para presidir el pulmón económico italiano era Attilio Fontana, un político sin carisma y con una cuestionada gestión de la pandemia de coronavirus. Es preciso recordar que su región se convirtió en el primer gran foco europeo de la enfermedad. Sin embargo, su candidatura arrasó a los partidos de izquierda, el Partido Democrático (PD), en plena refundación e inmerso en un proceso de elecciones primarias, y al debilitado Movimiento 5 Estrellas, que tras su salida del Gobierno parece no haber recuperado la confianza de los votantes. Más significativo aún es lo sucedido en Lacio, gobernado por el centroizquierda desde hace 10 años y donde el candidato del Partido Democrático, Alessio D’Amato, tuvo el 34% de los votos y Donatella Bianchi, de 5 Estrellas, el 10,6%.
Meloni confiaba recuperar fuelle político en estas elecciones tras un mes de reveses tanto en política interior como en el ámbito internacional, en particular por el desaire que significó su exclusión de la cena organizada en París por Emmanuel Macron para el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, a la que también acudió el canciller alemán, Olaf Scholz. El asunto ha causado particulares dolores de cabeza provocados por Berlusconi y su empeño en defender públicamente a Putin y atacar la posición proucrania de la primera ministra. Los resultados son positivos para ella, pero arrojan la incertidumbre de una gran desafección por el sistema en una de las democracias más importantes de Europa. Atañe sobre todo a la incapacidad de la izquierda para movilizar a su electorado y capitalizar el descontento frente al primer gobierno ultraderechista de la historia de la República de Italia.
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