Nafasi, un espacio cultural de Tanzania para forjar nuevos talentos: “Formamos a los artistas para que puedan vivir de su arte”
El centro capacita a jóvenes estudiantes para profesionalizarlos e impulsar sus carreras y promueve una escena artística que supere los clichés turísticos
De pie junto a su obra, Job Theofil busca una mirada cómplice que se detenga a su lado. De repente, una mujer se acerca y Theofil, finalmente, respira aliviado: “Esta pintura simboliza una dualidad; mi parte más oscura, traumática y negativa, pero también todas las personas que me dan esperanza”, le explica detenidamente. A sus 23 años, presentó por primera vez su trabajo frente al público en Nafasi, uno de los principales espacios artísticos de Tanzania, un centro que, desde 2008, ha ejercido una gran influencia en el rumbo del arte contemporáneo a nivel nacional. “El arte es mi forma de representar la raíz de mis problemas y lo que me ayuda a sobreponerme”, cuenta a este medio. Sin embargo, reconoce que hace ocho meses “no habría sido capaz” de hacer esta reflexión. Nafasi ha sido su motor.
Elías Jengo, exprofesor de la Universidad de Dar es Salaam y miembro fundador de Nafasi, recuerda los días en los que la academia cobró vida: “Al principio era tan solo un terreno vacío con un gran edificio abandonado al fondo”. Convertido ahora en uno de los centros artísticos de referencia de Tanzania, Nafasi debe su fundación a la realeza danesa: “Cuando la reina Margarita II visitó Dar es Salaam en 2008, nos preguntó a los artistas si contábamos con algún espacio donde reunirnos y crear. Fue entonces cuando la embajada de Dinamarca decidió apoyarnos económicamente, y así lo hizo durante más de 10 años. De ahí nace Nafasi”, detalla el profesor Jengo.
Ese gran edificio aún se encuentra al final del mismo camino de tierra del barrio de Mikocheni B, aunque ya no está solo. A lo largo de sus 16 años de historia se han ido incorporando al espacio una docena de estudios, un club de cine, varias galerías, una tienda, múltiples aulas, un teatro y un escenario para dar forma a lo que, según Firdaus Mbogho, responsable del departamento de artes visuales, es Nafasi hoy: “El único centro de arte contemporáneo multidisciplinar del país, un espacio libre donde artistas de diferentes orígenes y visiones llegan para aprender y crear”.
Ahora artistas residentes crean en sus estudios, estudiantes asisten a lecciones sobre historia del arte africano a manos de eminencias como el profesor Jengo, aspirantes a cineastas presentan propuestas audiovisuales, se realizan talleres de grabado, residencias internacionales, exposiciones, conciertos, charlas nocturnas, obras de teatro... “Es un lugar donde la gente comienza; un punto de partida para ayudarte a construirte como artista”, puntualiza Mbogho.
Su proyecto estrella, la Academia de Arte Contemporáneo, fundada en 2019, cuenta actualmente con 14 estudiantes seleccionados a través de un proceso de convocatoria abierta, y es uno de los pocos espacios en el país que ofrece oportunidades de educación artística para quienes no pueden acceder al sistema educativo superior, bien por las calificaciones o por la imposibilidad de pagar los costes.
Es un lugar donde la gente comienza; un punto de partida para ayudarte a construirte como artistaFirdaus Mbogho, responsable del departamento de artes visuales
Las pinturas de Theofil, antes de unirse al centro, no pasaban por un proceso creativo. Las describe como el resultado de su lápiz y él “divirtiéndose”. Sin embargo, después de ocho meses como estudiante, sus habilidades han evolucionado. “He aprendido que para crear necesito sumergirme en un proceso de reflexión, y así, preparar y expresar una idea”, agrega.
La exposición Inner Mirror es un claro ejemplo de cómo funciona la academia. “Es el resultado de un proyecto de siete semanas: una de teoría y autoidentificación, cuatro de mentoría y una semana final de producción. Nos enfocamos más en encontrar su voz que en la producción en sí”, explica su coordinador, Simon Sogodi.
Un cambio en la forma de entender el arte
La vibrante escena artística tanzana no siempre fue como es hoy. El profesor Jengo, ahora de 88 años y una de las personas que más ha aportado a la expansión del arte contemporáneo en Tanzania, recuerda que, cuando los británicos gobernaban su país, el arte estaba reservado para las escuelas británicas y asiáticas. “Así se aplicó en todas las colonias africanas que administraron”, agrega Jengo.
Con la llegada de la independencia de Tanzania en 1961, el primer presidente, Julius Nyerere, ideó una ambiciosa campaña para revivir y promover las tradiciones precoloniales con el fin de redefinir y construir una identidad cultural nacional. Organizaciones culturales extranjeras como la Alianza Francesa, el Instituto Goethe o el Centro Danés para la Cultura y el Desarrollo desempeñaron un papel importante y enriquecieron la escena artística en el país.
Ahora transformada en capital económica nacional, Dar es Salaam acoge una moderna y contemporánea atmósfera artística. Dominicus Makukula, especialista en arte africano y docente en la Universidad de Dar es Salaam, explica a este medio que el cambio hoy es evidente: “La concepción del arte en Tanzania siempre ha tenido propósitos muy definidos: educar, entretener, criticar y preservar”. Sin embargo, cree que ahora los artistas contemporáneos y modernos están rompiendo con esto y creando para ellos mismos. “La globalización ha tenido un papel innegable”, matiza.
Los artistas tanzanos a menudo se limitan a representar jirafas, cebras o playas, pensando que eso es lo que se vendeSabi John, artista visual
Un trampolín para el éxito
Sabi John, una de las artistas residentes de Nafasi, recuerda que llegó en 2019 desde Arusha, su ciudad natal, a Dar es Salaam con el sueño de convertirse en artista. Aunque siempre supo que quería dedicarse al arte, John reconoce que fue en la academia donde descubrió a los artistas que la ayudaron a convertirse en quien es hoy: “La formación y los artistas invitados me ayudaron a ganar confianza y a mejorar mi forma de entender el arte, y sobre todo a no tener miedo a experimentar”.
En marzo, John presentó su primera gran exposición individual, Desperté de mi sueño demasiado temprano, que ella misma define como “una fusión de raíces y cultura con elementos abstractos y contemporáneos”. Su perspectiva del arte es diferente a lo que considera que hace la mayoría. “Los artistas tanzanos a menudo se limitan a representar jirafas, cebras o playas, pensando que eso es lo que se vende. Yo creo que tenemos mucho más que expresar, por eso elegí abordar mi arte de manera distinta”, agrega.
John vendió dos piezas antes de que terminara la exposición y recibió varios encargos. “No podía creerlo. Este impulso es fundamental como artista, y voy a continuar utilizando la plataforma que me ofrece Nafasi para seguir creando.”
Como Sabi John, Pius Matunge también se preparó en las mismas aulas. El exalumno de la Academia de Artes Visuales es ahora gestor y comisario cultural en MAZI Arte y Cultura, un proyecto que nació tras su formación en la academia. Matunge fue el único tanzano seleccionado a través del programa de movilidad del Instituto Francés para asistir a la Bienal de Venecia. “Mejoró mi comprensión y mis habilidades, particularmente en prácticas de comisariado y gestión de un espacio artístico, lo que me ayudó a establecer mi propio programa”, asegura.
El de Matunge es un patrón que se repite: artistas que ahora son prominentes en la escena nacional han perfeccionado sus habilidades, abierto sus propios espacios artísticos o avanzado en sus carreras gracias a Nafasi. Es, por ejemplo, el caso de Lutengano Mwakisopile, presidente de la Asociación de Artistas Plásticos de Tanzania, que estudió 10 años en el centro. Ha sido uno de los artistas que han expuesto este año en el pabellón nacional que por primera vez ha tenido Tanzania en la Bienal de Venecia. “Exponer allí es como si un equipo de fútbol local jugara el mundial”, describe.
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