Cinco lecciones desde Latinoamérica para transformar nuestras ciudades
Urbes en Argentina, México y Brasil son ejemplos de innovación, resiliencia y autorganización. Sus soluciones prácticas contra la emergencia climática promueven modelos de equidad y sostenibilidad
Las prácticas europeas y estadounidenses, aunque efectivas en muchos aspectos, no siempre están preparadas para enfrentar los desafíos de las ciudades contemporáneas, especialmente en contextos de alta desigualdad, recursos limitados y cambio climático. América Latina ofrece lecciones valiosas debido a su experiencia en adaptarse a condiciones urbanas complejas y su capacidad para innovar con soluciones de base. Su tradición de comunidad y cooperación es clave en un mundo con creciente desconfianza en las instituciones. Un ejemplo exitoso son los laboratorios de innovación urbana del proyecto Coaliciones Urbanas Transformadoras (TUC, por sus siglas en inglés), liderado por la Universidad de las Naciones Unidas. En menos de tres años, estos laboratorios, que han surgido como modelos participativos para abordar los problemas urbanos de raíz, han logrado cambios significativos en calles y barrios, influyendo en la mentalidad de ciudadanos y autoridades, y en las políticas públicas que afectan la vida urbana.
A través de experiencias en distintas localidades de Argentina, México y Brasil, dichos laboratorios urbanos han acumulado al menos cinco lecciones que podrían orientar los esfuerzos de transformación urbana en todo el mundo:
1. Fomentar espacios seguros y de confianza para la participación ciudadana
La participación ciudadana activa es esencial para impulsar la transformación en las ciudades. Es fundamental establecer un espacio neutral para el diálogo y la colaboración entre diversos sectores y partes interesadas. Con el tiempo, este intercambio de perspectivas y saberes suele dar lugar a un aprendizaje común y una mayor confianza mutua. El Laboratorio Urbano de Naucalpan, municipio más industrializado del Estado de México, ha servido como un espacio de encuentro para funcionarios gubernamentales y la sociedad civil, sectores que antes no habían trabajado juntos. Han colaborado en la definición de una visión compartida y un plan de acción para solucionar desafíos locales, codiseñando e implementando proyectos piloto y actividades de sensibilización sobre infraestructura verde, entornos peatonales seguros, manejo de residuos sólidos y transporte público.
2. Localizar la agenda climática y cocrear soluciones contextualizadas
El cambio climático rara vez se percibe como un problema urgente por los habitantes de las zonas urbanas más pobres, pero les afecta enormemente. Es imperativo concienciar y trabajar sobre las interrelaciones entre los impactos del cambio climático, el desarrollo urbano y los problemas de inequidad en estas comunidades. El Laboratorio Urbano de Buenos Aires, en Argentina, ha integrado la acción climática en estructuras y procesos preexistentes en Barrio 20, un asentamiento informal dentro de la ciudad de Buenos Aires en proceso de reurbanización. Esta integración ha permitido aprovechar el respaldo político y la participación comunitaria para avanzar en soluciones basadas en la naturaleza. El caso de Barrio 20 ha demostrado que al localizar la agenda climática y cocrear respuestas adaptadas a las necesidades locales, se pueden superar las barreras mentales y políticas para generar una mayor consciencia y compromiso, tanto gubernamental como comunitario, con la acción climática.
3. Potenciar las capacidades locales y empoderar nuevos liderazgos
Capacitar a las comunidades para ser agentes de cambio es esencial para empoderarlas para que lideren iniciativas transformadoras tanto a corto como a largo plazo. Desde el Laboratorio Urbano de Recife, en Brasil, en la Comunidade do Pilar, aprendemos la importancia de promover el liderazgo comunitario y la participación femenina en la transformación a través del desarrollo de capacidades. La cooperativa local Artesãs do Pilar surgió como resultado de la capacitación de más de 20 mujeres en el trabajo con materiales reciclados, fabricando productos artesanales. La iniciativa ha reducido la acumulación de residuos en la calle y se ha convertido en una fuente de ingresos, fomentando un sentido de comunidad, prácticas sostenibles y habilidades diversas en comunicación, organización y gestión financiera.
4. Aprovechar oportunidades para generar impacto sistémico
Para que las iniciativas transformadoras perduren, es fundamental asegurar recursos financieros y buscar oportunidades para ampliar su impacto. El Laboratorio Urbano de Teresina, en Brasil, ha abordado desafíos del programa nacional de vivienda social Minha Casa, Minha Vida en el Residencial Edgar Gayoso, tales como la falta de participación de la comunidad, la segregación social y económica, problemas de infraestructura y preocupaciones ambientales. El modelo de gobernanza participativa del laboratorio, ahora también adoptado por el programa nacional Periferia Viva, no solo ha fomentado una comunidad más interconectada y comprometida con la transformación hacia la sostenibilidad en Teresina, sino que también ha contribuido a transformar el diseño de políticas públicas. Este modelo asegura la participación continua e informada de las comunidades en la toma de decisiones urbanas, promoviendo un enfoque más inclusivo y sostenible en el desarrollo urbano.
5. Compartir ampliamente experiencias y aprendizajes
Compartir los éxitos y aprendizajes de los laboratorios no solo implica transmitir conocimiento, sino también construir puentes hacia un cambio global. La comunicación transformadora y enfoques más creativos potencian estos esfuerzos. En el Laboratorio Urbano de León, en México, al igual que en los demás laboratorios, compartir aprendizajes se ha convertido en una herramienta vital. Las habilidades de comunicación han permitido documentar las preocupaciones de la comunidad de diversas maneras, incluyendo fotografías e imágenes de drones. A través de visitas, intercambios con otras ciudades, las redes sociales, y la participación en eventos nacionales y globales, los laboratorios de TUC están multiplicando el impacto de sus iniciativas, inspirando a otros a seguir sus ejemplos e impulsar cambios positivos en sus propias comunidades.
Estas cinco lecciones ofrecen una hoja de ruta valiosa para hacer nuestras ciudades más resilientes, inclusivas y sostenibles. Al integrar la acción climática con procesos participativos y capacitar a las comunidades para ser agentes de transformación, las urbes pueden abordar de manera integral y efectiva las crisis ecológica, económica y social.
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