Adrián de la Joya, el discreto amigo en Suiza
El empresario, detenido este jueves y salpicado por varios casos de corrupción, ofrecía sus sociedades en paraísos fiscales
A finales de 2016, la justicia suiza enviaba a la Audiencia Nacional para incorporar al caso Gürtel miles de folios sobre los movimientos de una cuenta bancaria abierta en Zurich a nombre de Frankford Trade Inc, una sociedad domiciliada en Tórtola, la mayor de las Islas Vírgenes Británicas. El juez español José de la Mata buscaba el origen de una transferencia de 50.000 euros que había terminado en los depósitos que el extesorero del PP Luis Bárcenas tenía en el país helvético. En esa documentación aparecía el nombre del empresario Adrián de la Joya, detenido este miércoles, y el de su esposa, Cristina Fernández Longoria, como propietarios de la sociedad off shore.
De la Joya, que hasta entonces había permanecido en la sombra —los buscadores de Internet no arrojaban entonces resultados cuando se tecleaba su nombre pese a que en los años 90 había sido un habitual de las fiestas marbellíes—, empezaba a salir a la luz muy a su pesar. Así, su nombre se ha visto salpicado en algunos de los principales casos de corrupción. Informes policiales le relacionaron con los supuestos intentos del comisario José Villarejo para torpedear el caso del Pequeño Nicolás. En el caso Lezo fue detenido acusado de haber facilitado una de sus cuentas en Suiza para que otro empresario, Javier López Madrid, hiciera llegar a Ildefonso de Miguel, directivo del Canal de Isabel II y presunto testaferro de Ignacio González, una comisión ilegal de 1,4 millones de euros a cambio de una adjudicación a OHL. De la Joya, que sigue imputado, aseguró al juez que se quedó aquel dinero por una deuda que la constructora tenía con él. Recientemente, su nombre ha aparecido en los mensajes recuperados en un dispositivo de López Madrid intervenido en el caso Púnica por unos negocios en África.
Los primeros problemas de De la Joya con la justicia son muy anteriores, de los años 90. En aquellos años, ya se vio salpicado en el caso Atocha, un escándalo de comisiones ilegales por adjudicaciones irregulares de la Comunidad de Madrid del que salió judicialmente indemne. Entonces iba de negocio en negocio, aprovechando sus contactos con los empresarios más célebres de la época (Mario Conde, los Albertos...) hasta que en 2007 liquidó sus sociedades y trasladó su domicilio fiscal a Suiza. Se convertía a partir de ese momento en un intermediario financiero con cuentas en el país helvético y sociedades en paraísos fiscales al que sus amigos en la política, los negocios y la prensa podían recurrir. Su detención de este miércoles es un nuevo reflejo de qué tipo de servicios requerían de él.
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