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ELECCIONES REGIONALES DE CHILE
Tribuna
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Orrego versus Orrego: la contienda por la gobernación de la Región Metropolitana

Como en 2021, que se impuso por un estrecho margen, Claudio Orrego se enfrenta a una candidatura competitiva, pese a correr con ventaja dada su votación alcanzada en primera vuelta

Claudio Orrego
Claudio Orrego celebra los resultados de las votaciones por gobernador regional, el 27 de octubre en en Santiago de Chile.SOFIA YANJARI

Al ritmo de gingle ‘Karina de la cara’, entre mayo y junio de 2021 figuras del Frente Amplio (FA) y del Partido Comunista (PC) llamaban a votar por Karina Oliva como candidata a gobernadora por la Región Metropolitana. En los videos de esa campaña –aún disponibles en YouTube– aparecen bailando y cantando por Oliva el actual presidente Gabriel Boric, además de Giorgio Jackson, Marisela Santibáñez, Camila Vallejo, Tomás Hirsch, Karol Cariola, Daniel Jadue, Gonzalo Winter, Marcelo Díaz, Gonzalo Durán, Daniel Stingo y uno que otro artista. Oliva (militante de Comunes), era apoyada por Apruebo dignidad, pacto conformado por el PC y el FA. El contendor de Oliva era Claudio Orrego, quien seguía siendo militante de la Democracia Cristiana (DC) y contaba con el apoyo de los otros partidos de la debilitada ex Concertación: Socialista (PS), por la Democracia (PPD) y Radical (PR).

Semanas antes de esa segunda vuelta, realizada el 13 de junio, el entonces precandidato Daniel Jadue había propuesto destruir políticamente a la DC. Iniciativa replicada por otros dirigentes de ‘Apruebo dignidad’, que aprovecharon de denostar las posiciones del PS. Así, la campaña por Oliva adoptó una notoria virulencia hacia la candidatura de Orrego. ‘Apruebo dignidad’ presentaba a Oliva como la oportunidad de renovación y desplazamiento de los partidos tradicionales. En uno de sus spots se utilizó la canción de León Gieco Los salieris de Charly, para resaltar que la juventud de Oliva no tenía experiencia de robar ni de mentir. En otro, hablaba de terminar con el ‘choreo’ (robar), al mismo tiempo que Camila Vallejo, Gonzalo Winter y Marisela Santibáñez hacían el gesto del ‘flaite’ (persona extravagante) y el uso de la expresión “¡¡¡qué pasa!!!”.

Por su parte, Orrego sostenía su campaña en un pequeño grupo de dirigentes de la exConcertación, con evidentes problemas comunicacionales para exaltar sus virtudes y propuestas. La izquierda, a cada momento, mostraba a Orrego como el exponente de una élite a la que se debía desplazar del poder. Durante la campaña, nadie de izquierda y pocos dirigentes de la exConcertación, recordaron que Orrego había sido una figura reconocida de la lucha contra la dictadura, un activo miembro del Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo y un importante dirigente estudiantil que alcanzó la presidencia de la FEUC en 1989. Tampoco se recordó que, como muchos de quienes se formaron en los años ochenta, tuvo enormes dificultades para abrirse paso entre dirigentes de la exConcertación, que nunca comprendieron el valor del recambio generacional.

En la actualidad Claudio Orrego es de nuevo candidato a gobernador. Aspira a ser reelecto, esta vez representando al oficialismo que, en una parte, está integrado por aquellos que respaldaron a Oliva en 2021. La misma izquierda que ha demostrado ser errática, al mismo tiempo que Orrego se ha esforzado por estar en el lugar correcto, acorde con su trayectoria y convicciones. Esta vez, Claudio Orrego se enfrenta a un joven militante de Renovación Nacional (RN), de nombre Francisco Orrego que cuenta con el respaldo de Chile Vamos, además de los partidos Republicano y Social Cristiano. Como en 2021, que se impuso por un estrecho margen, Claudio Orrego se enfrenta a una candidatura competitiva, pese a correr con ventaja dada su votación alcanzada en primera vuelta.

En efecto, Francisco Orrego no es cualquier candidato, por más que la izquierda lo subestime y mire con desprecio. Se trata de una figura emergente, con proyecciones, más allá del resultado final. Ya evitó, por poco, que la candidatura de Claudio Orrego se impusiera en primera vuelta. Aunque carece de experiencia en términos de gestión pública, posee una buena formación y una reconocida presencia mediática. Además, sintoniza con un sentir de la ciudadanía al mostrarse él mismo como un genuino ‘facho pobre’. Es decir, como aquel sujeto común, menospreciado por la izquierda, que manifiesta aspiraciones de superación y logros materiales a través del esfuerzo individual. Un sujeto muy arraigado en comunas populares y en barrios ‘aspiracionales’, cuyas demandas y expectativas —dicho por el alcalde electo Matías Toledo— cierta izquierda se niega a comprender. Francisco puede lograr poner en peligro a Claudio, e incluso frustrar su reelección, si es que conquista el voto de aquellas comunas que respaldaron la candidatura de Oliva en 2021. Le basta insistir en el tema de la seguridad, pero sobre todo en el valor del mérito y del esfuerzo individual.

Por apariencia, e incluso, por qué no decirlo, en términos discursivos, Francisco podría pasar por cualquiera de esos dirigentes del FA que provienen del ámbito estudiantil-universitario. Francisco, en la actualidad, despliega un discurso antiélite, que Claudio no usa, entre otras cosas, porque sería una clara impostura. Francisco habla de la “casta” y de su lucha en contra de ella. Ahora bien, Claudio no necesita de un gran esfuerzo para demostrar su vinculación con el centro y asegurar el apoyo de los sectores moderados. Por imagen, le conviene alejarse del gobierno, que sigue profundizando la crisis interna, derivada del caso Monsalve, al haberse negado a cambiar a todo el equipo político del gabinete.

A Claudio tampoco le conviene fiarse de los asesores del ‘segundo piso’, que en 2021 se encargaron de denostarlo. Tampoco de un comando constituido principalmente por alcaldes, pese a sus altas votaciones. La experiencia demuestra que los alcaldes no son buenos traspasando votos a otras candidaturas que no sean las propias. Una eventual reelección de Claudio Orrego no solo podrá significar un respiro para el gobierno actual, sino además la emergencia de una opción de centro-izquierda con miras a las presidenciales de 2025.

Aunque posean el mismo apellido, es el candidato del oficialismo el que proviene de la élite, mientras que el de la oposición no. Francisco, a ratos, es la versión masculina de Oliva. Además, adopta una retórica antipolítica, mientras que Claudio debe reivindicarla, a cada momento. Es Francisco quien amenaza con avanzar en las comunas populares, en cambio, a diferencia de 2021, Claudio ya no podrá contar con un apoyo contundente del barrio alto.


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