Mario Desbordes: “Sé lo que es el olor a pólvora en la mano, no le tengo miedo a la delincuencia”
El alcalde electo de Santiago, de la derecha tradicional, dice que si el candidato de su sector a la gobernación de la Región Metropolitana, Francisco Orrego, transforma en un plebiscito la segunda vuelta, tiene posibilidades de ganar
El exoficial de Carabineros y abogado Mario Desbordes Jiménez (Los Andes, 56 años), militante de Renovación Nacional, partido de la derecha tradicional de Chile, que le arrebató la alcaldía de Santiago a la comunista Irací Hassler en las elecciones del 26 y 27 de octubre, dice que sus casi cuatro décadas de trayectoria en seguridad le ayudarán a quebrar la ascendente curva de criminalidad en la ciudad a partir de que asuma el 6 de diciembre. “Tengo la experiencia de estar en la calle, de enfrentar a la delincuencia. En los artículos de prensa de la época en que fui carabinero se da cuenta de que, como teniente, me enfrenté a delincuentes. Eso pasó muchas veces. Sé lo que es el olor a pólvora en la mano, no le tengo miedo a la delincuencia, y eso permite tener una actitud. Jamás he dejado de estar vinculado a los asuntos de seguridad”, comenta a EL PAÍS desde su oficina cercana al cerro Santa Lucía en el centro de Santiago.
Fue ministro de Defensa y subsecretario de Investigaciones en los gobiernos de Sebastián Piñera (2010-2014 y 2018-2022), también diputado, entre 2018 y 2020, y trabajó en Gendarmería. Entre sus referentes políticos dice que durante años admiró al exsenador estadounidense John McCain, pero no se siente cercano a los republicanos de Donald Trump. En Chile, se muestra admirador de los expresidentes Piñera, el socialista Ricardo Lagos y el demócrata cristiano Patricio Aylwin.
Pregunta. Cuando un sector político gana la alcaldía de Santiago suele obtener una victoria en la presidencial. ¿Usted lo ve así?
Respuesta. Lo veo como un partido de fútbol. Acabamos de ganar el primer tiempo. Estamos mejor aspectados y tenemos una mejor candidata que lo que pueden mostrar en el Gobierno, pero cometeríamos un error garrafal si creemos que esto ya está ganado. Nos queda el segundo tiempo completo y por mucho que Evelyn Matthei esté bien posicionada, no cantaría victoria.
P. ¿Qué opina que en la encuesta de Cadem Nayib Bukele tenga un 81% de imagen positiva en Chile?
R. Es entendible, la gente está agobiada por la inseguridad. ¿[Bukele] es la solución para Chile? No. Más que su receta, la actitud del presidente Bukele frente a la delincuencia, ser categórico, pudiera tomarse como uno de los ejemplos a seguir. En lo personal, prefiero alejarme del populismo penal, pero también del buenismo penal, que es el otro extremo, que cree que los delincuentes son víctimas de la sociedad. En el término medio hay una serie de caminos a seguir.
P. ¿Qué piensa de la idea de militarizar para controlar la inseguridad como lo han planteado distintos sectores políticos?
R. Los militares no están capacitados para enfrentar el trabajo del orden público, sino que están preparados para la guerra. Le planteé a la ministra de Interior, Carolina Tohá, que debemos modernizar Carabineros. ¿Mientras fortalecemos Carabineros descartamos que las Fuerzas Armadas colaboren en vigilancia e infraestructura crítica? No, pero siempre como una medida transitoria. No soy partidario de usar a las Fuerzas Armadas de manera permanente en el combate del delito.
P. En Chile hubo una caída de los homicidios en 2023, pero en la Región Metropolitana no. ¿Por qué?
R. Hay muchos factores. Pero, si me remito a lo más relevante, no tenemos ningún control sobre nuestras fronteras. De las centeneras de personas que ingresan irregularmente por el norte —y eso está documentado en juicios— algunas están vinculadas a delitos violentos. Bienvenido el migrante legal, que ha sido un aporte al país. Pero hay que frenar la migración ilegal porque, lamentablemente, dentro de cientos de miles que han venido a aportar, también han ingresado decenas de miles de delincuentes, incluso de máxima peligrosidad en sus países, que han cambiado la cultura delictiva chilena. En paralelo, hay un ingreso masivo de armas desde el extranjero, muchas entran por pasos habilitados.
P. ¿Qué pasó en Chile para llegar a esta criminalidad?
R. Chile es un país que tiene una delincuencia importante, no menor. Esto de pretender que toda la delincuencia es importada, es ridículo. Es un dato objetivo que el 99% de los delincuentes que cometen robos de auto con violencia, conocidos como ‘encerronas’ o ‘portonazos’, son chilenos. No digo 100% porque puede haber un extranjero, no sé de ninguno hasta ahora. Evidentemente, hay delitos cometidos por extranjeros de manera profusa y son más noticias, probablemente que cuando lo comete el chileno por el impacto.
El presidente Piñera invitó a venezolanos al país, pero nunca a la migración ilegal. Siempre dijimos: Visa de Responsabilidad Democrática. Distinguiría la migración legal de la ilegal, incluso dentro de la ilegal distinguiría también a los delincuentes. No todos los migrantes ilegales son delincuentes. Sin embargo, hay 30.000 personas con órdenes de expulsión, que la propia ministra del Interior reconoce no tener idea de dónde están, y que en su gran mayoría están vinculadas a delitos. Cuando hablamos de 30.000 personas es lo mismo que si abriéramos las cárceles de Chile y soltáramos a todos los presos.
P. ¿Cómo se enfrenta?
R. No sacamos nada con culparnos unos a otros. La delincuencia ya está, creció, y hay una serie de propuestas. Sería ideal enfrentar la delincuencia, como lo hicimos con el Covid, como un sistema de Estado. Al igual que la defensa y las relaciones exteriores, la seguridad debería pasar a ser un asunto de Estado y no uno más de los roles del sector público. Hay que gastar lo que sea necesario.
P. ¿Por qué se opone a construir una cárcel de máxima seguridad en Santiago?
R. Las cárceles de máxima seguridad deberían construirse fuera del radio urbano. El Gobierno está empecinado en hacerla en Santiago solamente por un asunto de costos.
P. Francisco Orrego, candidato a gobernador por la Región Metropolitana, ha dicho sobre la segunda vuelta que se va a transformar en un plebiscito del Gobierno.
R. En gran medida hay un plebiscito al Gobierno. Por eso su contendor, Claudio Orrego, intenta desmarcarse del Gobierno, porque lo tiene claro. Él cometió errores gravísimos en la primera vuelta, como abrazarse con la alcaldesa comunista de Santiago. En las municipales ya hubo una suerte de plebiscito y la alcaldesa [Hassler] sacó menos de lo marcado por el presidente Gabriel Boric en las encuestas. La diferencia de votos, entre ella y yo, afectó también a Claudio. Si Francisco logra transformar esto en un plebiscito, tenemos muchas posibilidades de ganar.
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