Una fiesta nacional fría y protocolaria se celebró a la sombra del fin de la muestra
La coincidencia de la fiesta nacional y la celebración del Día de España en La Cartuja convirtieron el último día de la Expo en una exaltación de patriotismo, si bien fue fría y oficialista. El 12 de octubre de 1992 comenzó en Sevilla con un acto solemne: el homenaje de las Fuerzas Armadas y las autoridades del Estado a los que dieron su vida por España. El presidente vasco, José Antonio Ardanza, y el líder de IU, Julio Anguita, fueron los más destacados ausentes.Por primera vez desde su instauración por ley, en 1987, la conmemoración salió de Madrid a Sevilla. La celebración, que duró menos de 30 minutos, quedó eclipsada por la clausura de la Expo, aunque ésta le añadió, en compensación, una inusual afluencia de autoridades, incluido el número dos del PSOE, Alfonso Guerra, poco habitual en actos castrenses.
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