Cientos de pasajeros se amotinan en Barajas en un día de caos aéreo
20 aviones fueron desviados a los aeropuertos de Alicante, Salamanca y Valencia
Cientos de personas perdieron ayer la paciencia en Barajas y se amotinaron en varias ocasiones a causa de las múltiples cancelaciones y los retrasos que desató la niebla en el aeropuerto madrileño. Los agentes de la Guardia Civil trabajaron a destajo para sofocar al menos cuatro revueltas e impedir que los pasajeros agredieran a varios empleados del aeropuerto, que aguantaron a lo largo del día insultos y amargas quejas. Hartos de la falta de información y cansados por la tensa espera, varios grupos de pasajeros con destino a Asturias, Canarias, Granada y Vigo optaron por gritar y golpear cristales y mostradores para llamar la atención de los responsables de Barajas. "¡Que venga el ministro!"; "queremos comer, queremos beber"; "queremos volar, queremos volar, España va mal", corearon los afectados, que mayoritariamente se disponían a disfrutar de cinco días de vacaciones por el puente de la Constitución.Los pasajeros de un vuelo de la Royal Air Maroc con destino a Marraquech, que acumulaba un retraso de más de 20 horas, optaron por dirigirse a la comisaría después de gritar consignas contra la compañía.
Al filo de la pasada madrugada, se estimaba que había más de 100 vuelos cancelados y una demora media de tres horas, una de las más altas de toda la historia de Barajas, en las 832 operaciones previstas. Pero el servicio de información de Barajas negó reiteradamente que la situación hubiera sido en algún momento caótica. E insistió en que la normalidad, con la excepción de 20 vuelos cancelados -en realidad eran 100-, era la tónica dominante.
La niebla obliga a reducir a la mitad el número de operaciones en Barajas
La niebla se posó en Barajas a las once de la noche del viernes y no se levantó hasta el mediodía. La visibilidad en ese tiempo fue inferior a los 200 metros de distancia, el mínimo para tomar tierra en el aeropuerto madrileño, lo que obligó a reducir el número de movimientos por hora para mantener la seguridad en aterrizajes y los despegues. En lugar de los 65 habituales, tuvo que trabajar con la mitad. Esta reducción hizo que las demoras se fueran acumulando. A las doce de la mañana, la niebla empezó a disiparse y se incrementó el número de salidas y llegadas.Los aviones más antiguos, unos 20, que no llevan el sistema de aterrizaje instrumental (el llamado ILS, que se utiliza en condiciones de reducida visibilidad) fueron desviados a los aeropuertos de Salamanca, Alicante y Valencia. Un avión de Santiago de Compostela que tenía previsto aterrizar en Madrid, tuvo que hacerlo en Alicante a la una de la madrugada. Los 150 pasajeros pasaron la noche en vela hasta que a las seis de la mañana Iberia pagó 60 taxis para llevarles a Madrid.
Los responsables de Barajas aseguraron que, pese a la niebla, se había mantenido la actividad durante toda la jornada El director del aeropuerto, José Manuel Hesse, dijo a Efe que "cuando aparece la niebla se generan dos problemas: uno es que el aeropuerto debe reducir en torno a un 30% o 40% el número de operaciones a la hora para garantizar que no se produzcan situaciones de riesgo, y el otro es que algunas compañías no tienen aviones ni tripulaciones preparadas para operar con baja visibilidad".
Los primeros incidentes a causa de los retrasos comenzaron a las tres de la madrugada del sábado, cuando 500 pasajeros de dos aviones con destino a Tenerife y uno a Palma de Mallorca protestaron por las más de diez horas de retraso de los vuelos de Air Europa. Estos viajeros, que se negaron a ir en autobús a Salamanca, presentaron denuncias ante la comisaría y se instalaron en los mostradores de facturación. La Guardia Civil tuvo que apaciguarles.
Los 138 viajeros de un vuelo con destino a Marraquech que tenía que haber salido a las 23.55 del pasado viernes permanecían ayer en el aeropuerto. Tras pasar la noche en vela sin comer ni beber, a las cuatro de la tarde denunciaron el retraso ante la Guardia Civil. "Nadie nos atendió, nos dejaron tirados, no nos proporcionaron ni vales de comida ni ningún tipo de información. Fue a las seis de la mañana cuando nos ofrecieron ir a algún hotel", dijo Juan Santos en nombre del resto de pasajeros. El vuelo no salió ayer del aeropuerto. "Creemos que no había avión y que nos han intentado engañar", dijo Santos.
Los pasajeros de un vuelo de Iberia a Buenos Aires sufrieron otro vía crucis al salir con diez horas de retraso, al igual que viajeros con destino a Marsella, que despegaron con más de ocho horas de demora debido a que el avión en el que venía la tripulación auxiliar desde Valencia llegó con retraso por la niebla.
Para algunos, el calvario se prolongó fuera de España. Treinta y seis españoles que volaban con KLM y que salieron con más de dos horas de retraso de Barajas se quedaron en Amsterdam tras perder los vuelos de enlace. Los viajeros denunciaron formalmente el trato "vejatorio" a que fueron sometidos.
Atrapados, desesperados y sin comida
Barajas. Tres de la madrugada. La terminal nacional e internacional de embarque repleta. Cientos de pasajeros tirados en butacas a causa de los retrasos originados por la niebla, pero ni un solo bar abierto. "Es una vergüenza cómo un aeropuerto que dicen que es internacional no tenga ni siquiera una cafetería para atender a la gente", se quejaba ayer Ignacio de Blas. "Además, las máquinas de comida se han quedado vacías y no hemos podido tomar nada", añadía otra mujer.Contaba ayer Aurelio Sánchez que a las seis de la mañana cuando abrieron las cafeterías hubo empujones y peleas por tomar un café o un bocadillo.
A las cinco de la tarde de ayer, el enfado era enorme tanto entre los jugadores de un equipo de fútbol sala de Santander como entre los del Real Ávila, que aún no sabían si podrían llegar a Las Palmas para jugar sus respectivos partidos. "Deberíamos haber llegado a Canarias a la una de la madrugada del sábado y 14 horas después estamos aquí atrapados", dijo uno de los deportistas. "Pagamos un dineral por un billete y encima nadie nos da soluciones", denunciaba Miguel Pérez, técnico en fotocopiadoras.
En el alboroto, un piloto de Spanair justificaba el caos de la niebla y calmaba a los presentes: "Cuando hay bruma no hay ni dios que aterrice".
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