EL ORO DEL REY FAHD ILUMINA MARBELLA
El monarca saudí y su impresionante séquito aterrizaron ayer en el aeropuerto de Málaga después de tres años de ausencia. Los marbellíes ven en la visita real la salvación de la temporada turística.
A la tercera fue la vencida. Después de dos frustrantes falsos anuncios, el rey Fahd bin Abdul Aziz al Saud, monarca de Arabia Saudí, descansa ya en Marbella, adonde llegó ayer procedente de Ginebra. El rey ha permanecido tres meses en su palacio de la capital suiza para recuperarse de una operación de cataratas.
Su regreso a Marbella se esperaba como agua de mayo, sobre todo después de la experiencia de su última estancia en la ciudad, verano de 1999, cuando la familia real gastó unos 90 millones de euros (15.000 millones de pesetas) en sólo dos meses. Una propina, considerando que la revista Forbes estima su fortuna en 30.000 millones de dólares. En esta ocasión, su visita y la de sus inseparables petrodólares podría hacer que pasara inadvertido en el plano económico el mediocre año turístico en la ciudad, y en el de los fastos, la escasez de caras famosas.
La última visita dejó en Marbella 90 millones de euros, una propina para una fortuna de 30.000 millones de dólares
El avión del monarca, un jumbo 747 con motores Rolls- Royce, aterrizó en el aeropuerto Pablo Ruiz Picasso de Málaga sobre las 18.30 horas, precedido por otros tres aviones de la casa real saudí, uno de ellos transformado en hospital. La delicada salud del monarca, de 80 años, que sufrió una embolia cerebral hace siete y que arrastra problemas de diabetes, artrosis, una cardiopatía y sobrepeso, hace que viaje acompañado de un equipo médico preparado para actuar ante cualquier incidencia que se pudiese presentar.
Pero, salud aparte, la llegada del rey Fahd, que lleva desde el pasado mes de mayo fuera de su país, se produjo, como no podía ser menos, en medio de una enorme expectación y entre grandes medidas de seguridad, que incluían agentes armados apostados alrededor de la terminal de carga del aeropuerto malagueño.
La zona ha permanecido acordonada durante varios días a la espera del aterrizaje de los aviones del monarca, y ha obligado al personal del aeropuerto a retirar los jets privados allí aparcados para dejar el espacio libre. Ello ha ocasionado no pocos trastornos, al no poder disponer de los apeaderos reservados, cuyo uso se ha mantenido en la incógnita hasta el último momento no sólo por motivos de seguridad, sino también por la idiosincrasia de la casa real saudí. 'De su llegada sólo sabemos cuando los aviones aparecen en el monitor de aproximación', cuenta un empleado del aeropuerto.
Ayer, por fin, el esperado aterrizaje del rey saudí dejó de ser un secreto tanto para los controladores del aeropuerto como para quienes aguardaban su llegada. La aparición, a primera hora de la tarde, de una caravana de Mercedes negros en una zona restringida del recinto puso de manifiesto que no se trataba de nuevo de una falsa alarma, sino de los vehículos que habrían de trasladar al séquito -unas 400 personas entre familiares, secretarios y cocineros- que acompañaba al monarca en su desplazamiento, y al que se unirán muchos más agregados en los próximos días, hasta llegar a unas 3.000 personas.
El monarca descendió del avión en una especie de camión ascensor, que le trasladó hasta el coche real -un Mercedes blindado con asiento hidráulico que transporta en uno de sus aviones-. El resto de sus acompañantes ocupó los cerca de 50 vehículos de lujo con cristales tintados aparcados en la terminal y varios autobuses. La comitiva, que completaban varios camiones cargados con equipajes y una UCI móvil, se dirigió hacía Marbella por la autopista de peaje de la Costa del Sol, escoltada por varios coches de la Policía Nacional, Guardia Civil, un helicóptero y la propia guardia personal del rey saudí, que lleva varios días supervisando las medidas de seguridad de la mansión marbellí del monarca.
En principio, de la seguridad interior de la finca se encargarán agentes del Cuerpo Nacional de Policía y la guardia real saudí, a los que se sumarán también una empresa de seguridad privada y tres helicópteros. La Policía Local de Marbella desplegará a su vez un dispositivo especial de 24 horas para controlar los alrededores de la mansión real, que ayer era un hervidero de vehículos, furgonetas de reparto y taxis entrando y saliendo.
El palacio Mar Mar, una réplica de la Casa Blanca estadounidense, esperaba a su propietario desde el pasado viernes. En los dos últimos años la finca ha sufrido un lavado completo de cara, hasta tal punto que se calcula que por su remodelación se pagó la friolera de 32.000 millones de pesetas. Además del palacio, la parcela real, situada en plena Milla de Oro, alberga un completo hospital con quirófano, un centro de comunicaciones con los últimos avances tecnológicos, chalets de lujo en los que se alojará una buena parte de los familiares y el séquito del monarca y pabellones para el servicio.
Para el resto de la comitiva se han reservado lujosas villas, cuyo alquiler ronda los 180.000 euros, y más de 300 habitaciones y suites de los mejores hoteles desde Marbella a Estepona, que han visto colmadas sus mejores expectativas por al descenso de turistas que registra el sector. Restaurantes, comercios y Ayuntamiento se preparan también para recibir desde mañana al grueso del séquito del rey saudí, que irá llegando progresivamente desde Ginebra y Riad.
De hecho, la dirección del aeropuerto ginebrino espera la llegada de más aviones de la flota saudí para transportar al resto de la comitiva que aún queda en la capital suiza.
Otros altos dignatarios saudíes se desplazarán también en las próximas semanas desde la capital saudí, Riad, desde donde saldrá un avión semanal para llevar al monarca agua de La Meca, dátiles, arroz, cordero y especias.
Pero el rey Fahd, cuya estancia en la capital de la Costa del Sol podría prolongarse durante tres meses, no es el único dignatario árabe que pasa sus vacaciones o dispone de una lujosa mansión en Marbella. Fuentes próximas a la casa real saudí explicaron que desde hace más de una semana se encuentran en la ciudad el presidente del Parlamento de Kuwait y el jeque de los Emiratos Árabes.
El monarca saudí recibió en Marbella, en su anterior estancia, la visita del rey de España, del presidente de Argelia y de los príncipes de Marruecos y Jordania, y en esta ocasión se espera que, aparte de algún miembro de la casa real española, varios responsables políticos internacionales, entre ellos el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, se desplacen a Marbella.
El rey Fahd juega un papel clave en la estabilidad de su país, principal exportador de petróleo del mundo, aunque es uno de sus hermanastros, el príncipe heredero, Abdulá ben Adelaziz, quien controla el poder debido a la enfermedad del monarca.
Un gasto de 30.000 euros diarios
La presencia del Rey Fahd en Marbella supone siempre una importante inyección económica para la ciudad, que ve cómo sus comercios, hoteles y restaurantes se llenan de saudíes dispuestos a gastar sin mirar las temidas etiquetas de los precios. No en vano se calcula que el séquito real podría gastar una media de 30.000 euros diarios.
Si de algo tiene fama la familia real saudí es de dar generosas propinas. Hay chóferes y camareros que se embolsaron hace dos años más de 250.000 pesetas por cabeza en un mes a través de esta vía. El palacio real estableció una línea de crédito directo con un centro comercial, que incluso abría por la noche sus puertas para atender exclusivamente a los familiares del rey.
Una floristería de Marbella proporciona diariamente a la mansión real más de 1.500 euros en flores frescas durante la estancia del monarca, y algunas empresas de catering han tenido que suspender pedidos porque no dan abasto. También hay bares en Puerto Banús que han alquilado mesas de sus terrazas a miembros del séquito a razón de 300 euros diarios durante un mes, sin contar consumición.
El Rey Fahd, que en 1980 donó dos millones de dólares al ayuntamiento para viviendas sociales, se ha convertido también en mecenas del Hospital Costa del Sol, del Servicio Andaluz de Salud, al que en noviembre 1999 dio más de 750.000 euros para becas de investigación, y este año otros 900.000 euros para una sala de hemodinámica para enfermos de corazón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.