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GUERRA EN IRAK | La situación en Bagdad

Vandalismo en Bagdad

En varios de los hospitales asaltados por la turba, los enfermos están tirados en el suelo

Francisco Peregil

Los marines no hacen nada por impedirlo y el desorden y la rapiña en la capital iraquí es cada día mayor. Ayer, varios hospitales fueron saqueados de nuevo por una turbamulta. "Váyanse de aquí, esto es un barrio muy peligroso", aconsejaron unos enfermeros vestidos con batines azules y armados con Kaláshnikov. Es el barrio shií de Zaura (Revolución), el único lugar de Bagdad donde se han organizado manifestaciones en contra de Sadam Husein.

Ayer, junto a ese hospital, ardían los almacenes de alimentos. "Los han quemado. Ha sido la gente de Al Qaeda, que ha venido al barrio, no hemos sido nosotros", decían varias personas armadas con rifles y bazucas. Situados frente a un edificio aconsejaban a los periodistas que se marcharan de allí, que el lugar no era seguro. "Hay sirios, jordanos y egipcios que han venido a dispararnos; hemos cogido a dos y los tenemos prisioneros en la mezquita. Nos vamos a casa porque queremos seguir viviendo", dijo un enfermero.

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Ayer, en el tercer día de rapiña, se veían decenas de automóviles quemados en mitad de calles y carreteras. Documentos oficiales del Alto Tribunal de Justicia de Irak estaban esparcidos en el suelo. En otro hospital, cerca del antiguo Ministerio del Interior y de la antigua sede de la policía, los adolescentes robaban todo tipo de material médico ante la pasividad de los marines. Este caos que se ha apoderado de Bagdad se extiende como una mancha en otras de las ciudades conquistadas los últimos días por las fuerzas británicas y estadounidenses.

A los soldados estadounidenses sólo les preocupa su seguridad, que la gente no camine armada por las calles y que nadie se le acerque más de un metro. Tienen miedo a los suicidas a los posibles fedayin vestidos de civil en espera de ejecutar su venganza contra unas tropas que consideran invasoras.

En medio de los saqueos de edificios, colegios, tiendas, hoteles y hospitales, varios médicos hicieron ayer acopio de varias cajas de algodones para transportarlas a otro hospital antes de que los asaltantes las roben y se las llevaran a sus casas. "De los 32 hospitales que existen en Bagdad, sólo tres continúan funcionando y ninguno en condiciones normales", declaró un coordinador del Comité Internacional de la Cruz Roja. Tamara Rifai, portavoz de este organismo humanitario en Bagdad, denunció la pasividad de las tropas extranjeras y calificó la situación que se vive en la capital de muy preocupante. "Roban las medicinas, el equipamiento e incluso los muebles y las camas; muchos enfermos se encuentran tirados por el suelo". La situación no es sólo complicada para los heridos de la guerra, sino también para aquellos que sufren de enfermedades crónicas y necesitan tratamiento constante, como los diabéticos. "No sabemos qué hacer porque tenemos miedo de que, si intentamos volver a abastecer a los hospitales, éstos vuelvan a ser saqueados", dice Tamara Rifai.

[La Organización Mundial de la Salud instó ayer a las tropas de la coalición y a las por ahora inexistentes autoridades civiles de Irak a que actúen lo antes posible para restablecer la ley y el orden e hizo un llamamiento a la población para que proteja los hospitales y su material sanitario y garanticen la seguridad en estos establecimientos, según un comunicado, informa la agencia Efe].

Los saqueadores compartían ayer tabaco y bromas con los marines apostados en una calle; les decían good morning entre chanzas en un inglés bastante extraño. Pero tras hacer esa pausa seguían robando sin pudor y sin que nadie les parase. No lo hacían por necesidad extrema o por odio, robaban por robar. Estos jóvenes se llevaban hasta las pequeñas luces que hay sobre los asientos de los autobuses.

En espera de refuerzos

"Nosotros estamos preparados para hacer frente a este tipo de situaciones", comentaba Austin Clancy, un soldado estadounidense de 19 años, "pero nuestra especialidad no es poner orden. Para eso están los refuerzos que llegarán en los próximos días desde Kuwait". "Ayer fuimos a hacer una ronda al norte de la ciudad, donde hay muchos chalés y casas buenas", comentaba otro marine, "y la gente nos echaba flores, nos entregaba a sus niños para que los cogiéramos en brazos y nos pedían que los protegiéramos, pues tienen miedo de que cuando esta gente se canse de saquear los edificios oficiales empiecen a robarles a ellos". Algo que ya ha ocurrido en otros barrios residenciales, como el de las embajadas.

Tal vez sea el caos reinante en Bagdad y en otras ciudades de Irak; tal vez se deba a las críticas, pero ayer, las fuerzas militares de Estados Unidos pusieron en marcha una especie de comité de servicio civil, que supone el primer esfuerzo concreto de reconstrucción de Irak tras la guerra. El llamado comité de control operacional cívico-militar comenzó a operar en unas oficinas del hotel Palestina de Bagdad y desde el que se tratarán de contactar a los profesionales iraquíes que quieran colaborar en la tarea de reconstrucción y orden.

Pero todo parece fuera de control. A medio kilómetro del lugar donde los marines hablaban de los refuerzos procedentes de Kuwait, una fábrica de ropa había sido desvalijada. En uno de los márgenes de la carretera se veían una cincuentena de automóviles aparcados frente a un campo de pequeñas colinas. Parecía extraña esa aglomeración. Esas colinas resultaron ser el escondite donde el Ejército había ocultado sus reservas de gasolina antes de la guerra. Las bandas que pululan por Bagdad ya las tenían localizadas. La muchedumbre escalaba esos pequeños cerros arrastrando enormes bidones con la intención de llenarlos a la salud de los liberadores y transportarlos hasta sus automóviles.

Comprar gasolina en Bagdad es una tarea difícil. Las estaciones que no han sido saqueadas, no abren. Asimismo, conseguir alimentos tampoco es sencillo. Las pequeñas tiendas están cerradas y hay quien cree que cuando escaseen los alimentos, los pequeños comercios serán las víctimas de los vándalos. En algunos lugares de la ciudad aún predominaba el aire festivo entre los saqueadores. El día anterior, muchachos de todas partes de la ciudad habían entrado en las cuadras del hijo mayor de Sadam Husein y habían robado todos los alazanes árabes. En las casas de los altos cargos, las fotos de familia yacían esparcidas por el suelo. En la de la hija de Sadam, su correspondencia personal, también se encontraba por todos los rincones junto a lujosas versiones del Corán.

Pero los saqueadores ya no se conformaban ayer con eso. La mirada de pillaje se ha ido transformando en una más violenta de vandalismo cruento.

Una familia iraquí llora la muerte de un padre, un hijo y otro familiar, que fueron tiroteados por <i>marines</i> en un control en Bagdad.
Una familia iraquí llora la muerte de un padre, un hijo y otro familiar, que fueron tiroteados por marines en un control en Bagdad.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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