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Reportaje:LA POSGUERRA DE IRAK

¿Héroe de guerra o criminal?

El coronel Collins, famoso por un discurso épico durante la guerra, se enfrenta a la acusación de maltratar a los civiles

Hace unas semanas, el coronel Tim Collins, al mando del I batallón del Regimiento Real Irlandés en Irak, era un héroe aclamado por los tabloides británicos que se hizo famoso por su arenga a las tropas poco antes de entrar en combate en tierras de Mesopotamia: "Sed feroces en la batalla, pero magnánimos en la victoria". El príncipe Carlos de Inglaterra le envió una emocionada carta personal de felicitación y dicen que el presidente George W. Bush pidió una reproducción del texto para colgarlo en el Despacho Oval.

Ahora, su retrato ha cambiado. Este hijo de Belfast, nacido en 1960, en vísperas de que Irlanda del Norte se convirtiera en un volcán de violencia, se crió junto a un cuartel del Ejército británico y desde pequeño consiguió reclutar y adiestrar su propio ejército de niños para jugar a los soldados. Collins, al que le encanta dejarse fotografiar con uniforme de campaña, gafas oscuras y un puro colgando de los labios, no practica lo que predica. Haciendo muy poco caso de sus palabras, ni ha sido feroz en la batalla (la misión de su batallón consistió en vigilar campos de petróleo y prisioneros iraquíes) ni ha sido magnánimo en la victoria: se enfrenta a un cargo grave, haber violado la Convención de Ginebra al abusar de civiles y prisioneros iraquíes al ejercer su mando.

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En concreto está acusado de agredir a soldados prisioneros para conseguir información, golpear a un líder civil de la zona con una pistola, disparar al suelo cerca de grupos de personas para amedrentarles y sobre las ruedas de vehículos no militares que no representaban riesgo alguno para su tropa.

Estas acusaciones, calificadas por la prensa más seria de "crímenes de guerra", han hecho que los tabloides se lancen en defensa de su héroe de guerra y quiten importancia a las informaciones porque proceden de soldados estadounidenses incrustados en el batallón que comandaba Collins. "Envidia; pura envidia", sostienen.

Para Blair se trata de una propaganda pésima que pone en cuestión la imagen cultivada durante toda la guerra de que el comportamiento del Ejército británico en Irak ha sido siempre menos arrogante y agresivo que el de EE UU. Mientras los estadounidenses patrullaban sin bajar de sus vehículos y disparaban contra todo lo que se movía en cuanto se ponían nerviosos, los británicos se movían a pie sin casco de combate para dar confianza a los civiles y convertir la invasión en liberación, destacaba la prensa del Reino Unido durante el conflicto.

El Ministerio de Defensa británico no ha confirmado las acusaciones contra Collins por su comportamiento en Irak, pero sí que investiga anteriores acusaciones sobre la manera en que dirigió su batallón desde que asumió el mando hace dos años. Defensa investiga "el ambiente militar" instaurado por Collins, calificado de "intimidatorio y fanfarrón" por un antiguo capellán de la unidad. Y, sobre todo, la relación entre las fanfarronadas de Collins y el suicidio de Paul Cochrane, un soldado de 18 años que no resistió la presión castrense que tanto entusiasmaba a su jefe.

El coronel Tim Collins, investigado por presuntos crímenes de guerra.
El coronel Tim Collins, investigado por presuntos crímenes de guerra.AP

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