Trump vuelve al trabajo (sí, estaba de vacaciones)
En dos semanas fuera de Washington, Trump ha amenazado con una guerra nuclear, ha dado alas a los neonazis y ha despedido a su estratega jefe
Por cierto, Donald Trump estaba de vacaciones. Sí, en serio. El presidente de Estados Unidos retoma este lunes la actividad oficial después de dos semanas de descanso… para él. Trump fue criticado por irse de Washington 17 días después de haber declarado públicamente que él no se tomaba vacaciones. Haciendo un repaso de lo que llevamos de agosto, a lo mejor el presidente tenía razón y no supimos entenderlo. Nos lo explicó el domingo en un tuit: “¡Volviendo a Washington después de trabajar duro y ver el peor y más deshonesto periodismo de noticias falsas que he visto!”. Estas son las postales que han dejado las primeras vacaciones de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
Viernes, 4 de agosto
El presidente desembarca en Bedminster, Nueva Jersey, donde tiene un club de golf. En las últimas horas, los medios han sacado noticias de los avances de la investigación del fiscal especial Robert Mueller diciendo que tiene a su disposición un Gran Jurado y que se está enfocando en los negocios del presidente y su familia. Une encuesta dice que su aprobación está en un histórico 33%. En su primer día fuera de Washington, Trump tuitea o retuitea 17 veces. Al día siguiente, afirma en un tuit que no está de vacaciones, que solo está fuera de Washington porque están renovando el Despacho Oval. “¡Esto no son unas vacaciones – reuniones y llamadas!”. En efecto, el presidente de Estados Unidos tiene reuniones y llamadas.
Working in Bedminster, N.J., as long planned construction is being done at the White House. This is not a vacation - meetings and calls!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) August 5, 2017
Martes, 8 de agosto
Solo ha pasado un fin de semana. Trump se queja el lunes de que los medios no hacen caso a la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU, que ha aprobado un paquete de sanciones a Corea del Norte por unanimidad, un importante éxito diplomático. El martes se conoce que Corea del Norte se está pensando probar sus misiles cerca de la isla de Guam, territorio estadounidense en el Pacífico. Le preguntan a Trump y desde su club de golf dice: “Más le vale a Corea del Norte dejar de amenazar a Estados Unidos. Se van a encontrar con un fuego y una furia, y francamente poder, como el mundo no ha visto antes”. Así, una mañana de agosto en un club de golf, un presidente de Estados Unidos hace la amenaza de guerra nuclear más explícita desde los años 60 y el mundo contiene la respiración.
After many years of failure,countries are coming together to finally address the dangers posed by North Korea. We must be tough & decisive!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) August 8, 2017
Jueves, 10 de agosto
¿Quizá su comentario sobre Corea del Norte fue un poco duro, presidente? “Quizá no fue lo bastante duro”. A pesar de la evidencia de que las palabras fueron improvisadas y de haber recibido críticas de todas partes, el presidente redobla la amenaza a Corea del Norte. Lo hace en una rueda de prensa con la embajadora en la ONU, el secretario de Estado y el asesor de Seguridad Nacional, en su club de golf. Con el mundo supuestamente al borde de un enfrentamiento nuclear, Trump acude a Twitter para criticar al líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, al que se le ha ocurrido decir en una entrevista que el presidente tenía “demasiadas expectativas” respecto al trabajo legislativo.
Sábado, 12 de agosto
Estados Unidos pensaba que el menú de Trump de agosto podía haber terminado ahí. Y entonces llegó Charlottesville. Unos miles de neonazis y supremacistas blancos, esos que votaron con entusiasmo por Trump, se concentraron el viernes por la noche en esta localidad de Virgina a dos horas de Washington. Miles de contramanifestantes se enfrentan a ellos. Un neonazi de 20 años atropella a la multitud al modo yihadista y mata a una joven de 32. El presidente hace una declaración el sábado en la que condena la violencia “de los dos lados”. El escándalo es inmediato. Republicanos, demócratas, instituciones, una avalancha de críticas se echa sobre el presidente por su equidistancia con los nazis como no se ha visto en ninguna otra polémica, y ha habido algunas. El domingo, “fuentes” de la Casa Blanca dicen que el presidente “por supuesto” condena a los neonazis y al Ku Klux Klan. El lunes, Trump lee de un teleprompter una respuesta parecida y luego tuitea que los medios “no se dan por satisfechos… ¡verdaderamente mala gente!”.
Martes, 15 de agosto
Trump convoca una rueda de prensa en Trump Tower, su residencia de Manhattan, y el mundo puede ver al presidente en un nuevo nivel de agresividad. Perdiendo los nervios, vuelve a decir que hubo violencia por ambas partes, que en los dos bandos había violentos y “muy buena gente” y que la manifestación de los neonazis era pacífica. En pocas horas, tiene que deshacer dos consejos de empresarios que había montado al principio porque los CEOs de las empresas renuncian en cadena. Los republicanos cargan contra Trump. Hasta la cúpula del Ejército, en tuits nada sutiles, sale a decir que en este país no cabe la ambigüedad cuando se trata de nazismo. El único que parece no comprenderlo es el presidente, que además pone en el mismo plano moral a los héroes fundadores del país, George Washington y Thomas Jefferson, y al general Robert E. Lee, que intentó destruir el país.
Viernes, 18 de agosto
Stephen K. Bannon, despedido. Así, cuando no sabíamos si empezaba la guerra nuclear en el Pacífico y debatíamos si los nazis son realmente tan malos, el principal estratega de la campaña y la presidencia de Trump sale del Gobierno. Bannon era el príncipe de las tinieblas de esta Administración, el Rasputín con acceso privilegiado al oído del zar y un catálogo inagotable de xenofobia y provocaciones. Saliendo por la puerta, Bannon promete “ir a la guerra” para defender a Trump y dice que esta presidencia tal como la conocíamos se ha acabado. Como si nada, vuelve a dirigir Breitbart, la web extremista pionera en agitar la derecha.
Lunes, 21 de agosto
Trump vuelve a Washington. Se acabó el descanso. Enciendan su Twitter. Ahora viene lo bueno.
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