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Las violentas protestas por la crisis ponen en la cuerda floja al Gobierno libanés

La libra libanesa vuelve a desplomarse ante la inestabilidad y los efectos de la guerra en Siria

Natalia Sancha
Unos manifestantes, la noche de este jueves durante los disturbios en Beirut.
Unos manifestantes, la noche de este jueves durante los disturbios en Beirut.ANWAR AMRO (AFP)

El primer ministro libanés, Hasan Diad, ha celebrado este viernes una sesión extraordinaria de emergencia con el Gabinete después de que el país se viera sacudido de nuevo por violentas manifestaciones en la noche del jueves. “El Gobierno no va a permitir que se juegue con el sustento de los ciudadanos”, ha declarado el primer ministro para agregar que se trata de “una línea roja”. Cientos de libaneses se lanzaron espontáneamente a las calles en la tarde del jueves, indignados por el nuevo desplome de la libra libanesa (LBP, por sus siglas en inglés).

Ahogados por el drástico deterioro del poder adquisitivo con una subida de un 60% de los precios de productos básicos, docenas de jóvenes lanzaron cócteles molotov contra varias instituciones bancarias de Beirut e intercambiaron piedras por gases lacrimógenos con las fuerzas antidisturbios.

La moneda local inicio su caída libre el pasado mes de octubre cuando estallaron multitudinarias protestas en el país que lograron tumbar al anterior Gobierno. “Nuestro objetivo es reducir el cambio de la libra en 3.200 [frente al dólar]”, ha dicho por su parte Nabih Berri, presidente del Parlamento. Este viernes, la libra ha tocado fondo con 6.000 LBP por dólar. En la actualidad coexisten cinco tipos de cambios diferentes en Líbano que oscilan desde el oficial impuesto por el Banco Central en 1.500 y el cuatro veces inferior que hoy usan las casas de cambio.

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“El desplome de la libra se debe en parte a la acuciante escasez de dólares en Líbano agravada por la crisis económica en Siria, pero también responde a la pérdida de confianza de los ciudadanos en el Gobierno actual”, valora Karim Bitar, director del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad Saint Joseph de Beirut. La devaluación de las libras siria y libanesa va aparejada desde que Beirut se convirtiera, tras el inicio de la guerra siria en 2011 y a raíz de las férreas sanciones internacionales, en el único acceso a divisas para Damasco.

Los manifestantes han exigido la dimisión del Gobierno que dirige Diad y pedido elecciones anticipadas. “El descontento sigue en aumento, ya que en seis meses no ha materializado ninguna de sus promesas, pero por ahora no se ha tomado aún la decisión de disolver el Gobierno”, agrega Bitar. Las críticas más virulentas contra Diab han llegado esta semana de boca del dimitido primer ministro Saad Hariri, a quienes sus detractores le acusan de intentar “usurpar el puesto”. "Estamos en declive continuo, felicitaciones a esta presidencia fuerte”, ironizó ayer Hariri.

“!Fuera Riad Salameh [director del Banco Central de Líbano]!” o “!Tenemos hambre!” han sido algunas de las consignas que corearon anoche cientos de jóvenes en una inesperada unión entre manifestantes y seguidores del tándem chií Hezbolá-Amal [en el poder] que cinco días antes hicieron temer una confrontación sectaria en el país. El pasado sábado se enfrentaron a tiros en Beirut dejando a un joven gravemente herido por un disparo en el pecho.

Vídeos en los que se les oía gritar “Chií, suní, que le jodan al sectarismo!”, fueron ampliamente difundidos en las redes sociales. Son los jóvenes los que se han visto mayoritamente afectados por la grave crisis económica, exacerbada por la pandemia, que ha dejado a 200.000 personas desempleadas en los últimos siete meses.

A la sesión que ha tenido lugar en el Serrallo de Beirut han acudido tanto Salameh como el representante del sindicato de cambistas, Mahmoud Halawi. “Se ha llegado a un acuerdo para inyectar dólares en el mercado y así apoyar el consumo básico de los ciudadanos”, ha dicho Halawi durante un descanso. Los precios de productos oscilan a cada hora en los comercios mientras que en los supermercados los dependientes han dejado de etiquetar los alimentos.

Las dos coaliciones que se reparten el espectro político libanés se han mostrado internamente divididas sobre la suerte de Salameh: Hariri ha salido en su defensa, mientras que varios ministros han pedido su dimisión. Con tres décadas dirigiendo el Banco Central, los ciudadanos responsabilizan a Salameh del desplome de la libra y de la laxitud hacia las aleatorias medidas de control informales que imponen los bancos privados a sus clientes.

Tras un obligado parón de tres meses impuesto por la covid-19 y a medida que el Ejecutivo rebaja las medidas de confinamiento, los manifestantes han retornado desde el pasado fin de semana a las calles para cortar con neumáticos ardiendo y barricadas las principales arterias del país.

Bajo el umbral de la pobreza

El Ejecutivo libanés, formado en enero y contestado por los manifestantes, ha solicitado asistencia al Fondo Monetario Internacional sin por ello haber trazado en medio año un plan de reformas económicas concreto. El país de los cedros ha declarado el primer impago de su historia tras acumular una de las mayores deudas del mundo que cuenta por el 170% del PIB (80.000 millones de euros). Conforme se ahonda la crisis, el Banco Mundial calcula que el 60 por ciento de los 4.5 millones de habitantes han caído bajo el umbral de la pobreza.

 

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