España agradece a Moro y a la justicia de Brasil la entrega del autor de la matanza de Atocha
El embajador español recibe al ministro y al presidente del Supremo en la legación de Brasilia horas después de que García Juliá ingresara en una cárcel madrileña
La extradición desde Brasil a España de uno de los ultraderechistas que perpetró la matanza de Atocha en 1977 demuestra que “la justicia puede tardar, pero no falla”, ha declarado el antiguo juez y ahora ministro de Justicia, Sergio Moro. Lo ha hecho en un acto organizado por España para agradecer a las autoridades brasileñas su indispensable colaboración en este caso, que sacudió la Transición democrática y se ha convertido en símbolo. Horas después de que Carlos García Juliá ingresara en una cárcel madrileña, el embajador español, Fernando García Casas, ha recibido en Brasilia al ministro Moro, al presidente del Tribunal Supremo, José Antonio Dias Toffoli, y al director general de la Policía Federal, Mauricio Valeixo. La entrega supone “el fin de un episodio sombrío en la historia de España”, en palabras del diplomático.
Los reunidos, que han coincidido en referirse a García Juliá como terrorista, han destacado la estrecha colaboración entre ambos países a lo largo de todo el proceso para que García Juliá termine de cumplir su condena. La entrega se produce, además, con un presidente de ultraderecha en Brasil y uno de izquierdas en España al frente de una coalición.
La prolongada huida empezó a tocar a su fin en verano de 2018 cuando las huellas de un venezolano residente legal en Brasil coincidieron con las que la policía española tenía almacenadas desde que García Juliá asesinó a cinco personas en un bufete laboralista de Madrid. Huyó en 1994, poco después de irse a trabajar Paraguay con permiso judicial.
El pistolero ultraderechista llevaba años viviendo bajo la identidad del venezolano Genaro Antonio Materán. Casadas las huellas, comenzó la investigación para confirmar si aquel supuesto venezolano que se ganaba la vida como conductor de Uber era el español prófugo. Confirmado eso, comenzó el procedimiento para obtener las autorizaciones necesarias en Brasil para arrestarlo, tarea que llevó meses. García Juliá fue detenido en diciembre de 2018, la víspera del 40 aniversario de la Constitución española, como ha recordado el embajador García Casas.
Para el presidente del Supremo brasileño, la del viernes en la embajada española de Brasilia era una ocasión “para celebrar la democracia y la justicia en un mundo globalizado”. Toffoli recalcó que “el terrorismo no construye, sino que destruye. Lo que construye es el pluralismo, la diferencia”.
La defensa del pistolero de Atocha ha intentado demorar todo lo posible su extradición, cuya tramitación ha durado 13 meses. Durante todo ese tiempo, García Juliá ha estado encarcelado en São Paulo, en una zona para reos a la espera de extradición. El Supremo aprobó la entrega el pasado agosto, pero el recluso recurrió y solo en enero pasado agotó todas las apelaciones. Queda solo la firma del presidente. Jair Bolsonaro decidió delegar en su ministro de Justicia, ha contado el embajador español. Moró firmó la extradición el 14 de enero. Ya solo quedaba atar los detalles logísticos.
Poco antes de las tres de la tarde del jueves, el asesino de Atocha salió de la comisaría del aeropuerto internacional de São Paulo escoltado por policías españoles de Interpol para embarcar en un vuelo comercial que le llevó de regreso a España para rendir cuentas ante la justicia. Le quedan por cumplir 3.855 días de condena.
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