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Nicolás Maduro busca el protagonismo de una cumbre iberoamericana centrada en los efectos de la pandemia

Los presidentes latinoamericanos exigen solidaridad en el reparto de las vacunas para la covid-19

Nicolas Maduro
El presidente venezolano Nicolás Maduro, en un acto de gobierno con militares, el 16 de abril, en Caracas.Prensa Miraflores (EFE/Prensa Miraflores)

Nicolás Maduro arrasa con todo. El presidente venezolano, repudiado por buena parte de los países latinoamericanos, será el gran protagonista de una cumbre iberoamericana, la vigesimoséptima, muy atípica. La cita, organizada este año por Andorra, el pequeño país de los Pirineos cuyos bancos han sido refugio de grandes fortunas opacas no solo españolas, sino también latinoamericanas, como se ha visto recientemente con varios escándalos en México, Venezuela o Argentina, es en gran parte telemática. Solo estarán en Andorra los jefes de Gobierno o de Estado de España, Portugal, República Dominicana y Guatemala. El resto entrarán por videoconferencia. Y el asunto central de la cumbre es la pandemia y sus devastadores efectos en Latinoamérica, que con un 9% de la población mundial tiene el 30% de los muertos por covid, según datos del Gobierno español. Pero Maduro, que nunca ha participado en una cumbre iberoamericana y siempre ha despreciado este organismo ―en 2016 dio un sonoro plantón en Cartagena de Indias (Colombia), después de asegurar que iba e incluso simular que su avión había partido de Caracas―, ha decidido esta vez estar presente para reivindicar su legitimidad como presidente, que varios países rechazan.

La invitación de Maduro ya es en sí polémica, porque algunos países creen que debería haberse convocado a Juan Guaidó, el dirigente al que Europa y Estados Unidos avalaron como presidente interino del país, aunque desde las elecciones venezolanas del pasado diciembre, la UE le ha retirado este reconocimiento. Guaidó ha ido perdiendo peso en los últimos meses y Andorra, el país organizador, ha decidido aplicar el criterio de la ONU, que reconoce a Maduro como presidente, e invitarlo. El líder venezolano hablará el último este miércoles ―por orden alfabético, por la V de Venezuela―, pero no hay ninguna duda de que será protagonista porque muchos otros protestarán por su presencia y él se defenderá. También se estrenará en estas cumbres el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, reforzado tras la salida definitiva de escena de Raúl Castro. Díaz-Canel hará sin duda frente común con Maduro.

No será el único, porque los recientes cambios políticos han hecho que países como Argentina o Bolivia estén ahora en manos de gobiernos que defienden la legitimidad del heredero político de Hugo Chávez. España, que no es organizador pero siempre tiene un peso destacado en estas cumbres ―asisten el rey Felipe VI y el presidente Pedro Sánchez―, trata de colocarse al margen de la decisión de invitar a Maduro, e insiste en que es una cuestión de la presidencia andorrana, pero en los últimos meses es evidente el alejamiento de Guaidó por parte del Gobierno socialista. Fuentes del Ejecutivo español señalan además que, por mucho que la UE no le reconozca, Maduro dirige de facto el país y es quien está tomando las decisiones para luchar contra la pandemia. Además creen que es importante mantener la idea de que las cumbres iberoamericanas son el único foro donde participan todos los líderes, al contrario que la CELAC o la OEA, y que es mejor mantener una discusión abierta por muchas diferencias que haya. El brasileño Jair Bolsonaro y el mexicano Andrés Manuel López Obrador, más centrado en la relación bilateral con Washington, son los únicos grandes ausentes en la cumbre.

La organización tratará de llevar la cumbre por otros derroteros, especialmente económicos. En Latinoamérica, la crisis de la covid ha provocado una caída del PIB del 8%, una bajada de las exportaciones del 13%, la muerte de 2,7 millones de pequeñas empresas y la creación de 78 millones de pobres nuevos. Se habla de un retroceso de 30 años. Por eso, la cumbre estará centrada en establecer sistemas de colaboración internacional para que la vacuna llegue a todos los países, especialmente a los más pobres. Las diferencias en la región son enormes. Mientras Chile está a unas 10 semanas de vacunar a toda su población, en Venezuela al ritmo actual tardarían varios años. Por eso, la cumbre tiene intenciones de promover el mecanismo Covax, impulsado por la ONU para garantizar un reparto equitativo de las vacunas, y otras soluciones para que lleguen a los países más pobres.

Sánchez tiene preparado para este miércoles el anuncio de un mecanismo de solidaridad de España con la vacunación de los países latinoamericanos. Los dos presidentes latinoamericanos presentes en Andorra, Eduardo Giammattei, de Guatemala, y Luis Abinader, de República Dominicana, calificaron abiertamente de “fracaso” el funcionamiento de Covax y reclamaron en un foro empresarial previo a la cumbre planes de solidaridad entre los países que tienen más vacunas y los que tienen más dificultades de acceso.

Otros que entraron por videoconferencia, como el de Costa Rica, Carlos Alvarado, o el de Chile, Sebastián Piñera, también incidieron en las enormes diferencias en el reparto de los fármacos. “Hay una desigualdad numérica abismal en el acceso. No habrá seguridad mundial hasta que todos estemos vacunados”, recordó Alvarado. Mientras, Sánchez, el portugués António Costa y el francés Emmanuel Macron, que también participó en encuentros previos a la cumbre por vía telemática, apostaron también por esa solidaridad, pero hablaban desde una perspectiva diferente a la de los latinoamericanos que, con la excepción del chileno, sufren una dramática carencia de vacunas y una devastadora crisis económica. “La solidaridad es una de las primeras lecciones que debemos extraer de esta pandemia”, sentenció Sánchez.

También se aprobará en la cumbre la creación de un observatorio epidemiológico iberoamericano. Además, se presionará al FMI para que facilite el acceso a la financiación también a países de renta media como los latinoamericanos y se establecerá un mecanismo de “movilidad del talento” para facilitar la circulación de empresarios y estudiantes, incluidos los de posgrado, en toda la comunidad iberoamericana.

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Maduro intenta con su participación en esta cumbre volver a la escena internacional en un momento de máxima necesidad. El presidente venezolano ha hecho de las tensiones diplomáticas un instrumento de campaña permanente para reivindicar la soberanía de Venezuela y denunciar las presiones internacionales, sobre todo de Washington y Bruselas, pero al mismo tiempo trata de romper el profundo aislamiento del país. Desde 2016, cuando Maduro estuvo a punto de participar en una cumbre iberoamericana, la crisis social y política que ha forzado el éxodo de más de cinco millones de venezolanos, según cálculos de Naciones Unidas, no ha parado de agravarse. La pandemia le dio la puntilla. Maduro cuenta con el respaldo político de China, Rusia, Irán y Turquía, que se ha demostrado insuficiente para sacarle del atolladero económico, y con su intervención en la cumbre de Andorra, prevista para el miércoles, busca dejar una huella, por pequeña o simbólica que sea, en la comunidad internacional.

Después de una larga ausencia de los foros multilaterales, el mandatario venezolano denunciará las sanciones que acorralan a su Gobierno, el bloqueo de activos del régimen congelados en bancos extranjeros y los problemas de acceso a las vacunas contra la covid-19. Lo hará dirigiéndose por videoconferencia a los líderes iberoamericanos reunidos en el Principado, cuya justicia lleva años investigando la trama corrupta de dirigentes chavistas responsables del saqueo millonario de PDVSA, la petrolera estatal. Y lo hará con una estela de choques diplomáticos a sus espaldas. Los más recientes tienen que ver con España y con la Unión Europea. Maduro amenazó en febrero con “revisar a fondo la relación” con Madrid después de que la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, visitara la frontera colombo-venezolana para conocer de primera mano el drama de los migrantes. Días antes, Caracas había ordenado la expulsión de la embajadora de la UE en respuesta a un nuevo paquete de sanciones.

El canciller venezolano, Jorge Arreaza, anticipó las líneas generales de la intervención de Maduro durante la reunión preparatoria de ministros de Exteriores celebrada la semana pasada. “Es indispensable cambiar el sistema”, resumió el dirigente chavista. Detrás de ese pronunciamiento está el contraataque que planea el presidente, que consistirá en cargar contra “el bloqueo, las medidas coercitivas ilegales y unilaterales”, en referencia a las sanciones. Un mensaje dirigido también a la nueva Administración de Joe Biden, que, pese a sugerir un cambio de enfoque con Venezuela y Cuba, ha dado a entender que el giro será paulatino.

La participación del líder bolivariano en el encuentro de Andorra activó hace semanas la maquinaria diplomática de la oposición, que intentó evitar lo que para Juan Guaidó supone un importante golpe simbólico. Aunque la Unión Europea ha dejado de reconocerlo formalmente como presidente interino, Estados Unidos y buena parte de los países de la región aún le conceden ese cargo. Toda la estrategia del dirigente opositor, diseñada por Leopoldo López, se ha centrado en demostrar su legitimidad frente a Maduro.

Brote de covid en el hotel de la cumbre

La cumbre iberoamericana centrada en la reacción a la covid ha comenzado con una noticia delicada, que según la organización está resuelta y no afectará a su desarrollo. Diez trabajadores del complejo hotelero donde tendrá lugar y se alojan tanto los participantes y sus comitivas como los periodistas, el Sport Resort de Soldeu, una estación de esquí de Andorra, dieron positivo en la prueba de coronavirus justo un día antes de que comenzara el cónclave y llegaran los presidentes y los periodistas. El Gobierno de Andorra ha confirmado este brote, aunque asegura que está bajo control porque el grupo de empleados se hizo la prueba antes de incorporarse al trabajo —los hoteles estaban cerrados por el fin de la temporada y por la situación de la pandemia— y se aislaron en cuanto llegó el resultado positivo, por lo que no tiene por qué afectar a los participantes en la cumbre, que llegaron al día siguiente de que se detectara. En cualquier caso, la noticia provocó un fuerte impacto en los asistentes, aunque de momento no ha alterado el trabajo. Todos los participantes en la cumbre tienen que presentar una PCR negativa y se les realiza un test de antígenos cada día.

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