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La Eurocámara alerta ante el avance de la extrema derecha en Europa

Socialdemócratas y liberales exigen al PPE que se desmarque claramente de los ultras de cara a las elecciones europeas de junio

El primer ministro belga, Alexander De Croo, en el centro de la imagen, durante su discurso ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo, este martes 16 de enero.
El primer ministro belga, Alexander De Croo, en el centro de la imagen, durante su discurso ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo, este martes 16 de enero.RONALD WITTEK (EFE)
Silvia Ayuso

La Eurocámara analizó este martes el ascenso del neofascismo en Europa, en el comienzo de un año electoral clave para el futuro de la UE en el que las principales fuerzas proeuropeas temen un fuerte crecimiento de la ultraderecha populista y euroescéptica en todo el continente en los comicios europeos de junio. Una situación que se tornaría en tormenta perfecta si, al otro lado del Atlántico, el republicano Donald Trump, flamante vencedor de la primera prueba electoral estadounidense del año, los caucus de Iowa, vuelve a instalarse en la Casa Blanca tras las elecciones de noviembre.

Ante este escenario, las principales fuerzas proeuropeas han empezado ya a mover ficha y a exigir que todas las formaciones de la cámara, especialmente un Partido Popular Europeo (PPE) acusado de haber hecho el último año constantes guiños a las fuerzas más ultras, definan sus posiciones y líneas rojas.

La tensión por el avance del populismo fue evidente desde primera hora, en un hemiciclo que despertó con la noticia de la arrasadora victoria de Trump en Iowa.

Al presentar la presidencia de turno belga en el Consejo de la UE, el primer ministro, Alexander De Croo, advirtió al inicio de la sesión plenaria en Estrasburgo: “2024 será un año crucial. Mucho está en juego en Europa, es un año en el que nuestras democracias y libertades serán puestas a prueba, no solo con las elecciones en esta casa. Si 2024 nos vuelve a traer el América primero [lema de Trump], eso significará, más que nunca, una Europa sola”. Al abrir horas más tarde el debate, la comisaria de Interior, Ylva Johansson, llamaba a actuar con “celeridad, decisión y unidad” ante los extremismos por su “efecto corrosivo” en la democracia. Defenderla es, subrayó, una “batalla diaria” que habrá que librar especialmente de cara a las elecciones europeas de junio, combatiendo sobre todo la “desinformación, que es la gasolina del neofascismo”.

Un debate nada casual

Que Estrasburgo haya celebrado un debate sobre “la lucha contra el resurgimiento del neofascismo en Europa” no es casual. El motivo formal es el escalofrío que provocaron la semana pasada, en una Bruselas que recién arrancaba motores tras la pausa navideña, las imágenes desde Italia de la concentración de un millar de personas realizando el saludo fascista, en la conmemoración del 47 aniversario del asesinato de tres militantes del posfascista Movimiento Social Italiano (MSI). De este grupo procede el partido Hermanos de Italia, de la presidenta italiana, Giorgia Meloni, una de las formaciones que se prevé saldrán reforzadas de los comicios europeos de junio y que no ha condenado la manifestación. Y “quien calla otorga”, advirtió la eurodiputada italiana Rosa D’Amato (Verdes). En los últimos días, muchos eurodiputados se encontraron además con una —desagradable— sorpresa en sus buzones, donde aparecieron panfletos con la imagen del presidente Pedro Sánchez con el bigote de Hitler bajo la palabra “dictador”, una acción atribuida a la organización Hazte Oír. Fuentes socialistas, que han denunciado el caso ante la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, indican que este grupo tuvo que contar con la ayuda de alguien desde dentro del hemiciclo europeo.

“Nuestro proyecto europeo nació de una guerra devastadora y las horas más oscuras de nuestra historia europea, marcada por la Shoah (…). En nuestras sociedades empiezan a reaparecer destellos de esas horas más oscuras, vemos cómo los derechos de las mujeres están bajo presión, cómo se recortan los derechos de minorías y de la comunidad LGTBI, vemos el retorno de los símbolos fascistas en nuestras calles y un aumento de la violencia antisemita”, recordaba el liberal De Croo. “Europa nació de la resistencia y hay que defenderla de quienes quieren contaminarla con el virus del nacionalismo”, reclamó después el eurodiputado socialdemócrata italiano Brando Benifei. El legislador del partido de Meloni Nicola Procaccini, llamó a Benifei y a los parlamentarios de izquierda “antifascistas de salón” por la escasa asistencia en el hemiciclo —”les parece más importante encontrar mesa en un restaurante que debatir sobre esto”, ironizó— para un debate que solo es una “campaña electoral”, acotó el diputado de la Liga Norte Paolo Borchia. “El resurgir del fascismo en Europa no es un fantasma que invente la izquierda para generar miedo, es una realidad que nos asusta, una señal más del peligroso movimiento político que se ha ido desarrollando con piel de cordero, escondiéndose bajo distintos disfraces”, le replicó el socialista portugués Pedro Silva Pereira.

La ultraderecha, con menos miedo

La ultraderecha en toda Europa tiene cada vez menos miedo de mostrarse y, según los pronósticos, podría adquirir un peso inusitado en la Eurocámara en junio. Los grupos políticos más a la derecha del Parlamento Europeo, ECR (que incluye al polaco PiS, los Hermanos de Italia de Meloni o Vox) e ID (que alberga al Reagrupamiento Nacional, de Marine Le Pen o la AfD alemana) ganaron fuerza en los últimos meses de 2023, una tendencia que se confirma a comienzos de este año electoral: en las proyecciones de mediados de enero realizadas por el medio digital Euractiv, la ultra ID consolida su posición como el tercer partido más votado y ECR se instala en cuarta posición, dejando a los liberales de Renew, aliados tradicionales del PPE y S&D, en un alejado quinto lugar. Una proyección que confirma la tendencia registrada por Europe Elects en noviembre y diciembre, cuando ya las dos fuerzas más a la derecha del hemiciclo europeo mostraba una fuerte subida, sobre todo ID.

Ante esta perspectiva, los grandes partidos tradicionales proeuropeos, especialmente los liberales y los socialdemócratas de S&D, buscan saber con quiénes pueden contar y con quién no para una futura alianza que garantice que nadie dinamita el proyecto europeo desde dentro. Sus líderes han instado sobre todo al jefe de las filas parlamentarias conservadoras y hasta ahora aliado, el alemán Manfred Weber, a mostrar abiertamente sus cartas.

La presidenta de S&D, Iratxe García, acusó a Weber de “abrirle la puerta” a una extrema derecha que quiere “destruir el proyecto europeo”, y de “normalizar” esas formaciones participando en alianzas en varios gobiernos europeos, lo que lo hace “cómplice y responsable de los resultados de esas políticas”, advirtió. El hasta hace unos días jefe de Renew, Stéphane Séjourné, ha advertido por su parte a Weber en contra de tejer alianzas con partidos “infrecuentables hasta hace poco”, en referencia a la posibilidad de que los populares europeos se acerquen a ECR o, directamente, intenten integrar en sus filas a algunas formaciones, especialmente la de Meloni.

Weber reiteró este martes en Estrasburgo que las “líneas rojas” de su formación para hablar con otro partido son que este sea “proeuropeo, pro-Estado de derecho y pro-Ucrania”. Algo que, sostuvo el líder de los conservadores europeos, “excluye fundamentalmente a todos los nacionalistas”, aunque rehuyó hacer una lista concreta de partidos “frecuentables e infrecuentables”, como le reclama Renew.

Esta evasiva de Weber a la hora de mostrar sus cartas sigue generando mucha inquietud entre el resto de las fuerzas proeuropeas. Sobre todo porque los pronósticos, recuerda Euractiv en su último análisis, indican la posibilidad de que se forme incluso una mayoría de bloqueo de derechas compuesta por ID, ECR, PPE, el partido de Viktor Orbán, Fidesz, y la Reconquista Nacional, del también ultra francés Eric Zemmour. Aunque Weber es muy crítico con Orbán e insiste en que tampoco se aliará con todas las formaciones que pongan en duda el proclamado ADN europeo de su grupo, el precedente de la Ley para la Restauración de la Naturaleza, que casi fracasa el verano pasado en la Eurocámara por el voto en contra del PPE, en sintonía con las fuerzas más negacionistas climáticas y ultras del hemiciclo, sigue estando muy presente y suscita hasta hoy dudas no resueltas en las demás formaciones.

Séjourné, justo antes de regresar a París para convertirse en el nuevo ministro de Exteriores de Emmanuel Macron, en una renovación del Gobierno francés con un fuerte giro a la derecha para contrarrestar el avance nacional —y posiblemente europeo— del RN de Le Pen, advertía de lo difícil que será hacer que el proyecto europeo avance si la extrema derecha reúne suficiente fuerza: “El riesgo de ingobernabilidad es bastante fuerte si las formaciones populistas logran una minoría de bloqueo en el Parlamento Europeo”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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