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La policía británica, decidida a aumentar las medidas de fuerza contra los "agitadores políticos"

El jefe de Scotland Yard, sir Kenneth Newman, ha lanzado una dura advertencia contra los "agitadores político" que tratan de subvertir el orden en las calles de Londres y ha advertido que no dudará en permitir a la policía la utilización de balas de goma y camiones. de agua para impedir una repetición de los incidentes registrados en Tottenham la noche del domingo al lunes. Newman realizó estas declaraciones a la Prensa después de una visita a Tottenham, el suburbio situado al norte de Londres, cuyas calles se convirtieron el domingo por la noche en el escenario de una verdadera batalla campal entre jóvenes blancos y negros y fuerzas de la policía.

El resultado de la explosión de violencia, quinta de esta naturaleza registrada en el Reino Unido en los últimos dos meses, ha sido estremecedor: un policía fue muerto a machetazos y 250 personas resultaron heridas -entre ellas, 200 policías y varios periodistas- en enfrentamientos entre jóvenes y fuerzas del orden. Durante varias horas, Tottenham fue ocupado por una multitud que se dedicó a la quema de coches, al asalto de comercios y al lanzamiento de cócteles molotov, mientras realizaban disparos con escopetas de caza."No toleraremos que la anarquía se adueñe de las calles de Londres", manifestó Newman, al tiempo que advertía de que no dudaría en utilizar balas de goma y camiones de agua en la represión de los disturbios callejeros. Para el jefe de Scotland Yard, los incidentes de Tottenham merecieron la calificación de "indescriptibles". Newman manifestó: "Activistas de naturaleza trotskista y anarquista han sido detectados en zonas de concentraciones étnicas diferentes". Sin embargo, añadió, la ferocidad de los ataques contra la policía en Tottenham rompió todos los moldes.

Los incidentes comenzaron como consecuencia de la muerte, el pasado sábado, de Cynthia Jarrett, una madre de cinco hijos, que sufrió un colapso durante el registro realizado por la policía en su casa. Cynthia Jarrett, con un peso de 120 kilos y afectada de alta presión arterial, falleció cuando era conducida al hospital en una ambulancia. El domingo, 24 horas después de su fallecimiento, un grupo de jóvenes se manifestó frente a la comisaría de policía local y fue dispersado. A partir de ese momento se produjo una escalada en los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, que culminó con la muerte a machetazos de un policía uniformado, Keith Blakelock, a las once de la noche del domingo, cuando intentaba defender a los bomberos de las agresiones de la multitud. Los bomberos estaban intentando sofocar un incendio provocado en el supermercado local.

La policía interrogó ayer a varios residentes de la zona de Tottenham, que declararon que en el fragor de los enfrentamientos se podían escuchar "varios silbatos", como si alguien estuviera dirigiendo a la multitud. Igualmente, la policía está tratando de encontrar a dos personas que fueron vistas por varios testigos con walkie talkies (unos teléfonos de campaña utilizados para la comunicación inalámbrica en zonas cercanas). Han sido estas declaraciones de testigos presenciales las que han pesado en el ánimo del jefe de Scotland Yard para acusar a "agitadores políticos" de los incidentes registrados, que recuerdan los anteriores registrados en otras localidades británicas, como Brixton, Handsworth, Bristol y Birmingham. Los de Handsworth del pasado mes tuvieron un comienzo similar, cuando un policía hirió a una madre negra durante el registro de su para buscar a su hijo.

Entre tanto, la familia de la mujer muerta ha ofrecido una versión distinta a la de la policía sobre el fallecimiento de Cynthia Jarrett. Su hija Patricia ha manifestado que su madre fue "empujada" por la policía cuando efectuaban un registro de la casa en busca de objetos robados. La policía pretende que se desmayó. La autopsia, practicada en el hospital de Middlesex Norte, adonde fue conducida, sólo demuestra que Cynthia Jarrett murió de un ataque cardiaco producido por una presión arterial alta.

El bloque de apartamentos donde falleció Cynthia Jarrett, irónicamente bautizado con el nombre de Granja Bradwater, ha sido descrito por sus habitantes como Mugers paradise o El paraíso de los atracadores. Sus interminables corredores y pasillos ofrecen un campo abonado para la comisión de delitos en una comunidad de 5.000 personas, donde el desempleo está a la orden del día.

Según estimaciones de la tenencia de alcaldía local, más del 70% de los residentes en Broadwater Farm recibe algún subsidio del Estado. La mayoría es de raza negra, madres cabeza de familia y jubilados. Aproximadamente el 90% debe atrasos en sus rentas. El último estallido de violencia en un suburbio londinense ha facilitado la munición necesaria a algunos políticos del ala derechista del Partido Conservador para volver a reanudar la petición de que el Gobierno considere la repatriación de las familias de color, previo pago de una compensación de entre 5.000 y 7.000 libras (entre 1.100.000 y 1.400.000 pesetas). La petición fue reiterada tras los disturbios de Handsworth, el pasado mes, por el diputado de Irlanda del Norte Enoch Powell y repetida ayer por el diputado conservador Harvey Proctor.

Los incidentes constituyen una preocupación más para el Gobierno conservador de Margaret Thatcher, cuyo partido inicia hoy su congreso anual en Blackpool y que ha sido acusado por la oposición laborista de tener un historial pésimo en la cuestión de orden público, a pesar de proclamarse públicamente el partido de la ley y el orden.

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