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Gore se lanza a una campaña frenética para evitar la derrota que pronostican los sondeos

Lo que consideraban inconcebible, la posibilidad de una derrota, comenzaba ayer a abrirse camino en las cabezas de Al Gore y los suyos. A una semana de la cita con las urnas, los sondeos continuaban otorgando la delantera al gobernador de Tejas, George W. Bush, tanto en voto popular como en voto de colegio electoral, y la persistencia del factor Ralph Nader jugaba en contra de la alternativa presidencial demócrata. Explotando su superior resistencia física, el vicepresidente Gore comenzó un maratón electoral desde un extremo a otro de Estados Unidos.

Joseph Lieberman, candidato a la vicepresidencia de Gore, hizo sonar el domingo las campanas de alarma en un llamamiento directo a ese 5% del electorado estadounidense que planea votar por Nader, el candidato del Partido Verde. Rompiendo un tabú, Lieberman aceptó que Gore puede perder las elecciones de la próxima semana. "Pido a todos los que están pensando en votar por Ralph Nader que imaginen lo que una victoria del republicano George Bush supondría para la protección del medio ambiente, la protección de los consumidores y la protección del derecho de las mujeres a escoger [en materia de aborto]", dijo.Estas alusiones volvieron a dejar indiferente a Nader. En una intervención en el National Press Club, de Washington, el legendario defensor de los derechos de los consumidores insistió en que mantendrá hasta el último momento su candidatura presidencial con el objetivo de constituir una tercera fuerza política progresista en EE UU. Nader ironizó sobre las supuestas perfectas cualidades presidenciales del aspirante demócrata. "Gore", dijo, "no debe ser tan bueno si con ese extraordinario historial no es capaz de derrotar al tartamudeante gobernador de Tejas".

Inquietud demócrata

El desafío de Nader amenaza con hacer perder a Gore hasta ocho Estados progresistas como Maine, Michigan, Minnesota, Nevada, Nuevo México, Oregon, Washington y Wisconsin, y la inquietud empieza a abrirse camino entre sus incondicionales. La Casa Blanca de Bill Clinton y muchos líderes del Partido Demócrata compartían ayer el sentimiento expresado sarcásticamente por Nader sobre la incapacidad de Gore para rematar la faena.Bush aventajaba a Gore en siete puntos (49% frente a 42%) en el sondeo de CNN-USA Today-Gallup, y en ésa y todas las demás encuestas emergía como más atractivo para sus compatriotas que el vicepresidente demócrata. Esto reabrió las dudas clásicas sobre la dificultad de Gore para convertir en una gran victoria electoral un conjunto tan magnífico de circunstancias a su favor: está en el poder, cuenta con el apoyo del políticamente popular Clinton, el país atraviesa una época de paz y prosperidad, su historial es impecable y su programa, más detallado.

Gore reaccionó como es su estilo: haciendo un sobreesfuerzo. Con Lieberman, se subió a un autobús electoral y se lanzó a un maratón de visitas a Estados del medio Oeste, que ayer incluyeron Michigan y Wisconsin. El nombre del autobús, La Prosperidad de los Grandes Lagos, subrayó el argumento que repetía y que parece ser su último cartucho: Estados Unidos vive un momento económico excepcional, él garantiza su continuidad y Bush puede ponerlo en peligro.

A su vera, Lieberman machacó la idea de la falta de preparación del gobernador de Tejas. "No creo que Bush esté preparado para ser el presidente de EE UU", dijo el aspirante a la vicepresidencia. Este tipo de razonamientos sugirió que el miedo a la derrota comienza a abrirse camino en el campo de Gore y que la respuesta es promover el argumento del miedo a una victoria de Bush.

El gobernador de Tejas, según un análisis de ABC News, tiene la delantera en 24 Estados, que representan 209 votos de los 538 del Colegio Electoral que nombra al presidente estadounidense. Gore, según ese estudio, cuenta con ventaja en 12 Estados, incluidos Nueva York y California, con un total de 171 votos del Colegio Electoral. En 15 Estados, que totalizan 158 votos, la situación es indecisa. No es el voto popular directo el que elige al presidente de EE UU, sino el del Colegio Electoral (los representantes de 50 Estados más el distrito de Columbia, en Washington), que será elegido el 7 de noviembre. El sucesor de Clinton será el que obtenga un mínimo de 270 voces de ese organismo.

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